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El ejemplo de las galletas

El Gobierno vasco refrenda la apuesta de la planta de Artiach, en Vizcaya, ante la crisis - Sindicatos y dirección aparcaron diferencias para mejorar en competitividad

Con gorro de papel y bata blanca para la ocasión, el lehendakari, Patxi López, confesó ayer que su particular magdalena de Proust se fabrica en Euskadi y tiene nombre de galleta, Artinata. "Era un lujo, porque no siempre la podíamos comprar en casa", explicó durante su visita a la fábrica Artiach en Orozko (Vizcaya). El Gobierno no duda en poner como ejemplo a seguir lo ocurrido en esta centenaria empresa vasca. El acercamiento entre dirección y trabajadores les permitió capear la peor parte de la crisis manteniendo el empleo, aumentando su producción y ganando en competitividad.

¿Cuál es la receta mágica?: la transparencia y la confianza mutua entre dirección y comité de empresa, con todos haciendo sacrificios en aras del interés común y dejando atrás el modelo de negociación basado en que los intereses del capital y del trabajo son contradictorios, destacan fuentes del Departamento de Empleo, representado ayer por su máxima responsable, Gemma Zabaleta, y la viceconsejera de Trabajo, Sonia Pérez.

El compromiso de la inversión cambió el planteamiento de la plantilla

Los vaivenes han sido recurrentes en la historia de la compañía, que maneja un volumen de negocio de unos 82 millones de euros y da trabajo a unas 250 personas, de las que el 70% son mujeres. Pasó por las manos de varias multinacionales hasta que Panrico se hizo con ella. El aterrizaje de los nuevos propietarios coincidió con la negociación del convenio colectivo. La clave del proceso estuvo en el momento en que el comité de empresa (4 representantes de UGT, 3 de ESK, 1 de LAB y otro de ELA), solicitó datos financieros para hacerse una idea de las intenciones de la directiva, que, tras ciertas resistencias, terminó facilitándolos. El comité se hizo asesorar para interpretar la maraña de papeles y llegó a la conclusión de que por un futuro así merecía la pena hacer concesiones. "Se desbloqueó la situación y la mayoría de los sindicatos vieron entonces las cosas de forma distinta", explica una persona que siguió muy de cerca el proceso.

Una vez aparcadas las desconfianzas mutuas, los sindicatos aceptaron rebajar sus expectativas en reducción de jornada y mejora salarial a cambio de que la empresa se comprometiera a invertir unos 12 millones de euros en la planta y a mantener el empleo. La dirección apostó entonces por la formación de los trabajadores, debido a que las nuevas producciones requerían de procesos automatizados y varios no habían tocado nunca un ordenador.

"Hablamos mucho de modelo productivo, de nuevas relaciones laborales y, a veces, no encontramos la fórmula. La solución sois vosotros", resaltó López. "La capacidad de adaptación", a través de "esfuerzos compartidos" es la mejor solución para seguir creando riqueza, añadió.

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Las empleadas, por su parte, estaban muy interesadas en saber qué piensa el lehendakari de la reforma de la jubilación. López respondió que no era partidario de aumentar la edad de jubilación y destacó la necesidad de buscar "fórmulas diferentes" para que el sistema siga siendo sostenible.

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