Irlanda y el círculo vicioso
Los problemas del sistema bancario encarecen la financiación y dificultan con ello la recuperación económica
La historia se repite para Irlanda y no precisamente para bien. A principios de 2009 fue la primera economía en sufrir los embates de los mercados y también la primera en aprobar como respuesta un duro plan de ajuste para intentar calmar a los inversores. La firmeza del Gobierno a la hora de aplicar unos planes a todas luces impopulares fue exhibida como el ejemplo a seguir en otros episodios de deuda soberana que siguieron. Así fue, desde luego, en el caso de Grecia y el mismo camino se impuso, con más o menos fortuna, en Portugal y España. "Hace un año éramos nosotros los que centrábamos el interés informativo, no Grecia. Ahora ya nos ha superado Portugal; a ver si pasa lo mismo con España", decía entre bromas y veras el ministro de Finanzas, Brian Lenihan, el pasado mes de abril, durante un encuentro en Dublín con medios extranjeros.
Irlanda fue la primera economía en aplicar un plan de ajuste, en 2009
Solo el rescate del Anglo Irish Bank asciende ya a 22.900 millones
Algunos expertos calculan que el déficit de este año puede llegar al 25%
El plan de reestructuración solo es viable si la economía crece
No ha podido ser. Esta semana la deuda irlandesa ha llegado a superar la cota del 6% y el diferencial con el bono alemán se ha ampliado al máximo histórico desde la entrada en el euro, más de 375 puntos básicos. Los persistentes problemas del sistema financiero y el escaso margen fiscal de que dispone el Gobierno para abordarlos ha desatado la desconfianza entre los inversores. Y no les faltan argumentos.
El año pasado el Estado se vio obligado a nacionalizar el Anglo Irish Bank, por un coste nada desdeñable de 4.000 millones de euros, lo que provocó que el déficit público de Irlanda en 2009 se disparara hasta el 14,6% del PIB, el más alto de toda la Unión Europea. En marzo pasado tuvo que inyectar otros 10.400 millones y en pleno agosto logró el visto bueno de la Comisión Europea para ayudar al banco con otros 8.500 millones. En total 22.900 millones de euros pero ni por esas.
Una entidad tan expuesta al sector inmobiliario con el Anglo Irish, en un país que ha visto caer los precios de la vivienda más de un 40% y cuya tasa de paro ronda el 14% tiene difíciles visos de viabilidad en las actuales circunstancias. Y los clientes también lo saben. En los primeros seis meses del año la entidad había perdido 4.000 millones de euros en depósitos, hasta situarlos en 23.100 millones de euros. Las pérdidas ascendieron a 8.000 millones, la cifra más alta jamás registrada por una empresa irlandesa. Para frenar esa fuga de depósitos el Gobierno acaba de presentar un plan de reestructuración -que aún debe ser aprobado por Bruselas y que suscita ciertas dudas en competencia- por el que la entidad quedaría dividida en dos, un banco bueno con los depósitos y otro banco malo, con los créditos de dudoso cobro que algunos expertos, como los del banco Nomura, calculan que habrán perdido el 65% del valor anotado en los libros. El banco central cree que apenas serán necesarios unos mil o dos mil millones para llevar a cabo esta operación de saneamiento.
Standard & Poor's discrepa. Cree que la factura final alcanzará fácilmente los 35.000 millones de euros, una cantidad que es un 10% superior a los ingresos fiscales previstos para este año y el equivalente al 20% del PIB total del país. En esas circunstancias, y si la actividad no se frena más como consecuencia del frenazo en la recuperación global y otras entidades no se ven arrastradas a esta espiral de dificultades, el déficit público bien puede alcanzar este año el 25% del PIB, según apuntaba Nick Firoozy, analista de Nomura, en una reciente nota a clientes.
Con el inmenso lastre que representa el sistema financiero, la economía ha entrado en una suerte de círculo vicioso del que le va a resultar difícil salir. "El incremento de los costes de financiación ha creado una dinámica peligrosa que debe ser abordada con relativa urgencia. El primer paso será proporcionar una estimación independiente del coste que tendrá el rescate bancario. Además, el Gobierno debería -y esperamos que así lo haga- acelerar la velocidad del ajuste fiscal", explica Kevin Daly, uno de los economistas para Europa de Goldman Sachs en Londres.
El mismo Daly reconoce que a favor del Gobierno juega su trayectoria de "transparencia y realismo" a la hora de abordar situaciones financieras complicadas y a la hora de aplicar un duro plan de ajuste. En contra, cabe recordar, que buena parte de los recortes de gasto que se han acometido y con mayor impacto presupuestario -el recorte del salario de los funcionarios en una media de un 15%- no pueden volver a repetirse año tras año. El presupuesto para 2011 no se presenta hasta principios de diciembre, pero a mediados de octubre el Gobierno presenta un avance y los mercados esperan para entonces alguna señal.
Irlanda ya ha cubierto el 80% de sus necesidades de financiación para este año, así que las tensiones derivadas de este entorno no tendrán un impacto inmediato. "Aunque Irlanda afronta serios retos a largo plazo, su posición de liquidez es saludable y sus bancos deberían tener colateral suficiente para poder seguir accediendo a la financiación del Banco Central Europeo y compensar sobradamente el impacto que [la subida de los tipos de la deuda] pudiera tener sobre la financiación", asegura Amit Kara, de UBS.
Todo el plan de reestructuración pasa porque Irlanda retome la senda del crecimiento. "Irlanda necesita un fuerte crecimiento del PIB nominal para hacer realidad el proceso de reestructuración actualmente en marcha. El empleo sigue cayendo y los salarios siguen bajo presión", advierte Andrew Rowan, estratega del mismo banco. "El bajo peso de la deuda en relación con el PIB y la flexibilidad del mercado laboral son claras ventajas, pero la economía requiere una recuperación global para generar demanda". En definitiva, apuntalar la vía para que la economía pase del círculo vicioso al círculo virtuoso.
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