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OPINIÓN
Columna
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Léxico político

El comunicado de ETA difundido por la BBC ha sido respondido por la habitual lluvia de análisis dirigidos a explicar sus motivaciones. La lógica errática y el doble lenguaje de ese tipo de textos exigen una hermeneútica comparable con la kremlinología de la época estalinista e inducen a diagnósticos tan desacertados como la interpretación dada en 2005 por el engañado presidente Zapatero a las fraudulentas ofertas de tregua en 2005.

Es improbable que el auténtico destinatario del mensaje sea esta vez el Estado, aunque el eurodiputado popular Mayor Oreja siga tercamente emperrado en que el Gobierno y ETA preparan de manera solapada el reanudamiento de aquella fracasada negociación. El comunicado tiene otros corresponsales. Por un lado, constituye una respuesta a la petición de la izquierda abertzale de que la organización terrorista no cierre las puertas a un alto el fuego que pudiera permitirle la concurrencia a las elecciones. Por otro, es un mensaje a los centros internacionales dedicados a la solución de conflictos para que mantengan la cuestión del País Vasco en sus agendas.

El comunicado de ETA da cumplimiento parcial a las peticiones de Batasuna sobre una nueva tregua

Pero será difícil que nadie informado de la situación vasca y con un conocimiento mínimo del vocabulario político de uso universal pueda leer los acostumbrados comunicados de ETA sin sentir la tentación de arrojarlos a la papelera. Es cierto que los términos políticos significan cosas muy distintas según las épocas y las ideologías; pero también que las palabras nimbadas de prestigio suelen ser secuestradas maliciosamente para aplicarlas a realidades diferentes. Los etarras orillan cualquier obstáculo filológico haciendo suya la desdeñosa actitud de Humpty Dumpty: "Cuando yo uso una palabra quiere decir lo que yo quiero que diga"; frente a las dudas de Alicia sobre la posibilidad de que las palabras puedan significar tantas cosas diferentes, el ovoide personaje de Lewis Carroll responde: "La cuestión es saber quién manda... eso es todo".

En efecto, el comunicado de ETA se apodera de términos como libertad y su campo semántico (aparece 11 veces en ese breve texto) y democracia (otras 11 veces) para cargarlos de un contenido opuesto a su estipulada definición conceptual y enarbolarlos en su favor. ¿Se defiende la libertad asesinando a más de 800 personas, hiriendo a miles de víctimas en los atentados, secuestrando, promoviendo la violencia callejera, extorsionando a miles de profesionales con el impuesto revolucionario e incendiando sedes de partidos, periódicos y librerías? ¿Es apostar por la democracia que un 10% de la población trate de imponer su voluntad al resto de los habitantes del País Vasco y exija la anexión de Navarra y de los territorios ultrapirenaicos franceses? La interlocución entre los demócratas y el mundo de la izquierda abertzale violenta será imposible mientras la jerga de ETA siga falseando la correspondencia entre los términos y los conceptos, las palabras y las cosas, la realidad y la representación.

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