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Crónica:Argentina-España
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un modelo a seguir

Argentina, en una crisis de identidad futbolística, se engalana para recibir a la España de Del Bosque

Soledad Gallego-Díaz

No hay amistoso que valga. No debe haber nadie en Argentina que mire el partido de hoy frente a la selección española como un entretenimiento sin importancia. Al contrario, esta parece ser la ocasión que espera todo el mundo para demostrar algo: los hinchas, para reconciliarse con su selección; los jugadores, para demostrar que, haya pasado lo que haya pasado en Sudáfrica, son perfectamente capaces de ganar al campeón mundial; y el seleccionador interino, Sergio Batista, para proclamar bien alto que quiere y puede hacerse con la plaza que abandonó ruidosamente Diego Armando Maradona hace poco más de dos meses.

La selección española llega al encuentro mucho menos presionada y con un ánimo bastante más risueño, como lo demuestran los festejos previos en los que ha aceptado participar desde su llegada a Buenos Aires, el pasado sábado, incluida una visita a la Casa Rosada, para fotografiarse con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

La importancia que se concede en Argentina al partido la prueba, incluso, el escenario elegido por la Federación, nada menos que el Monumental, el estadio del River Plate, un campo que se abre en contadas ocasiones para encuentros internacionales y siempre de verdadera competición. De hecho, los comentaristas señalan que esta es la segunda ocasión en los últimos diez años en la que los responsables del fútbol argentino han decidido jugar un amistoso en la capital, Buenos Aires, en lugar de desviarlo a alguna capital de provincias. Enfrentarse al campeón mundial tiene un atractivo muy especial. "Un visitante ilustre y un banquete atrayente", escribe Christian Grosso en La Nación. El estadio estará a reventar, se pronostica, porque la semana pasada ya se habían vendido todas las entradas más baratas (las más caras fueron las primeras en desaparecer) y ya solo quedaba un puñado de asientos intermedios.

Todo el mundo esta pendiente del partido. La idea es tomar el Argentina-España como un nuevo punto de partida de la albiceleste. Es la ocasión para recomponer la imagen futbolística del país, ganando frente a un equipo al que todo el mundo alaba por su juego y por su trayectoria. Xavi, Iniesta, Casillas, Torres, son jugadores admirados en Argentina y a las ganas de verles jugar como campeones mundiales, se junta, además, el morbo de ver a Messi enfrentando a sus compañeros del Barcelona y el efecto que puedan tener los "retoques" que ha introducido Batista en la selección argentina. El nuevo director técnico, pese a ser un simple interino, se ha atrevido a llamar como titulares a dos jugadores que Maradona descartó para Sudáfrica, Esteban Cambiasso y Javier Zanetti. Si el equipo funciona mejor, se reabrirá la polémica sobre el papel de Maradona como entrenador.

La guinda de la visita ha sido la curiosa polémica que se abrió en los últimos días, en los diarios y espacios deportivos de radio y televisión, sobre quiénes son los dueños de la patente del tiqui-taca, del tocar y tocar hasta encontrar portería. Muchos comentaristas reprochan a Batista y a algunos jugadores que aseguren que ese es un modelo a imitar o copiar. El toque, protestan, es un invento histórico argentino y son los españoles, o mejor dicho, los europeos en general y los holandeses en particular, los que lo vienen copiando desde hace años. "Este es el estilo fundacional de Argentina", escribe un enfadado comentarista en un diario porteño.

La mayor diferencia, aseguran los argentinos, no está en el juego, sino en la organización del fútbol en cada uno de los dos países. En eso sí que parece que en Argentina está todo el mundo de acuerdo: en España las cosas se están haciendo mucho mejor, mientras que su propio país continúa en el caos que impide que la selección nacional revalide viejos laureles. Más de un diario resalta que todos los jugadores convocados (excepto el tercer portero) juegan en Europa (ocho, en Italia; siete en España; tres, en Inglaterra).

Casillas, en un acto con la selección española.
Casillas, en un acto con la selección española.EFE

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