_
_
_
_
_
Argentina-España
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Saber elegir

Fichar a Xavi, Iniesta o Pedro tiene su mérito porque son jugadores que exigen una mirada futbolística, precisan que intervenga un entendido, un técnico que sepa qué le conviene al equipo para avalar su incorporación. Messi, en cambio, ya sobresalía tanto a sus 12 años, en septiembre de 2000, que cualquier espectador que le hubiera visto entrenarse en aquel campo 3, anexo al Miniestadi, en el que probaba con el Barça, le habría contratado. Era un niño diferente, un jugador que mostraba cosas distintas, detalles que seguramente ni siquiera él sabría explicar porque le eran innatos. No hacía falta saber de fútbol para darse cuenta de sus aptitudes. Así que para mí fue una tarea nada complicada aprobar su contratación y perseverar hasta el final para que cumplimentaran su ficha.

Los problemas con este tipo de jugadores vienen después, cuando los técnicos empiezan a quejarse porque regatean demasiado, porque son excesivamente individualistas, porque parecen jugadores de futbolín. Algún desencuentro tuve y recuerdo que mi respuesta fue siempre la misma: "Traedme otro igual y haremos un equipo todavía mejor. Quiero a 11 que regateen como Leo Messi". Messi aprendió rápidamente a tomar decisiones, a elegir entre regatear o jugar con los demás, porque recibía muchas veces el balón y no siempre podía driblar, sino que también podía pasar o tirar paredes y, evidentemente, rematar. No se estancó nunca ni jugó solo, sino que progresó porque siempre ha estado rodeado de jugadores que le abastecen de balones y cada uno de ellos puede tener una respuesta diferente. Messi la sabe encontrar porque el fútbol-asociación gana al individual.

El problema que tiene con Argentina es, por una parte, que recibe menos veces la pelota y, por tanto, tiene menos posibilidades para elegir y, por otra, que no está acostumbrado a jugar como Maradona. Messi entiende el juego 11 contra 11 y, por tanto, sabe que, cuando le quieren quitar el balón, tiene varias opciones: pasarlo al compañero de al lado, regatear al rival, combinar o, si tiene tiempo, disparar a portería. Messi no solo sabe jugar bien al fútbol, sino que sabe interpretar el juego.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_