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La banca española vuelve a colocar emisiones de deuda en el mercado

Las entidades han captado unos 10.000 millones en poco más de un mes

Alejandro Bolaños

La Gran Recesión marcó a fuego el año pasado, pero la etapa más crítica para la banca española se demoró hasta esta primavera. Entonces, la desconfianza, desatada por el miedo a una suspensión de pagos en Grecia, se extendió a otros países muy endeudados y con bajas perspectivas de crecimiento. En el caso español, la deuda con el exterior se concentra en el sector privado, singularmente en el sector financiero. Y el crédito internacional dio el portazo a bancos y cajas españolas, como reflejan estadísticas recientes. Pero el mercado de deuda pública rebajó la presión sobre España a finales de julio, y a su estela, las entidades financieras han vuelto a sacar la cabeza.

El BBVA rompió la sequía de financiación internacional, que se extendía desde abril, con la colocación de 2.000 millones de euros en cédulas hipotecarias (títulos de renta fija garantizados por los créditos hipotecarios de la entidad) el 19 de julio, apenas cuatro días antes de la publicación de las pruebas de resistencia a la banca europea. Para entonces, como delataba ya el súbito descenso de la penalización a la deuda pública española, los mercados descontaban las pruebas de resistencia -más amplias que en el resto de Europa- como un punto a favor de la solvencia de las entidades españolas. El examen venía acompañado además de la culminación de un intenso proceso de reestructuración de las cajas.

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Santander y Bankinter aprovecharon la ventana abierta por el mercado tras la publicación de los stress test para colocar cédulas hipotecarias y bonos seniors (títulos garantizados solo por la propia entidad, pero con prioridad de pago). Agosto, un mes peculiar por el escaso volumen de negociación, sirvió para confirmar que los inversores veían con mejores ojos la deuda pública española. Y el descenso de riesgo asociado a los títulos del Tesoro permitió a bancos y cajas volver a utilizarlos como garantías en los compromisos de recompra (repos) una vía tradicional de financiación a corto plazo (15 días, un mes) que también se secó.

A vuelta de vacaciones, era momento de ratificar el apetito de los inversores por emisiones de renta fija a medio y largo plazo. El incesante goteo de colocaciones en los últimos días da a entender que esa prueba también se ha superado.

En una semana, las emisiones suman más de 4.000 millones y, según el cómputo de Intermoney (ver gráfico), las entidades españolas han captado casi 10.000 millones en poco más de un mes. "La situación empieza a normalizarse", corrobora José Carlos Díez, economista jefe de la compañía de intermediación financiera.

El monto es todavía inferior a lo que los dos grandes (BBVA y Santander) habían captado en el primer trimestre del año (más de 15.000 millones), pero todo indica que el goteo de emisiones seguirá la próxima semana.

En clave menor, la desconfianza sigue ahí: el coste de las emisiones para las entidades es alto, con un diferencial sobre el tipo de interés de referencia que duplica o triplica al de principios de año, los plazos son cortos, y las condiciones no dan aún para que salgan al mercado cajas medianas y pequeñas.

La banca, y singularmente la española, tiene todavía que pagar muchos peajes en los mercados de crédito. Como contraste, sirva la emisión de 1.000 millones colocada esta semana por Telefónica, con una prima (148 puntos básicos) inferior a la de la banca, para un plazo mucho mayor (siete años). "En la crisis de las puntocom, las empresas de telecomunicaciones estaban estigmatizadas; en esta crisis, el estigma lo llevan los bancos", resume Díez.

La normalización de los mercados permitirá a la banca española desengancharse de la alimentación asistida que proporcionan los programas extraordinarios de liquidez del Banco Central Europeo; la vía que le permitió sobrevivir al mayor colapso de liquidez, al menos hasta donde llega la memoria de las estadísticas públicas con datos comparables. La cuenta financiera de la balanza de pagos refleja un saldo negativo de 27.616 millones en mayo y de 30.555 millones en junio para las operaciones realizadas por entidades financieras. Son los mayores desfases en dos décadas, la referencia temporal más antigua de la serie del Banco de España.

Esas cantidades reflejan las necesidades de financiación que tuvieron los bancos y cajas españoles en esos dos meses para hacer frente a sus vencimientos y que no pudieron cubrir con sus propios recursos. En su mayoría, son préstamos pedidos al Banco Central Europeo (BCE). Desde que funciona el Eurosistema (1999), los bancos y cajas españoles han acudido a la ventanilla del BCE, pero con la crisis financiera, se dio barra libre de liquidez y las entidades españolas la usaron a discreción esta primavera.

En julio, el crédito vivo con el BCE superaba los 130.000 millones de euros, casi el doble que en el mismo periodo del año anterior. Es un 30% del conjunto de préstamos a la banca europea, cuando el tamaño de la economía española representa en torno al 10%.

Esos saldos negativos en la cuenta financiera (casi 30.000 millones en mayo y otros tantos en junio) no se habían visto ni siquiera en los peores momentos de la crisis financiera.

En los meses previos a la quiebra de Lehman Brothers -aquel aciago verano de 2008 cuando estalló la crisis de las subprime-, los problemas de liquidez para el sector financiero español no superaron los 8.000 millones de euros. Y en junio de 2009, tras la etapa más dura de la Gran Recesión, se alcanzaron los 11.000 millones.

Emilio Botín (Santander, izquierda) y Francisco González (BBVA).
Emilio Botín (Santander, izquierda) y Francisco González (BBVA).ULY MARTÍN

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