Hasta el último hombre
La selección española firma un triunfo colectivo con grandes momentos de Navarro, Reyes y Vázquez
España brindó por los cuartos de final con una actuación coral, por fin con su mejor traje después de mucha caricatura. La mejor noticia para el conjunto español fue la ausencia de una gran estrella. El mérito fue tan colectivo como el abrazo en el que acabaron los jugadores españoles. La selección vivió del trabajo de grupo y abrochó el triunfo con grandes notas individuales. Los 22 puntos de Navarro y los 14 de Rudy, los 10 rebotes de Reyes y los siete de Vázquez, fueron los brotes de un éxito muy a tono con el camino de los últimos cuatro años.
Navarro fue el primero en encender la luz en un conjunto que arrancó muy nervioso. El capitán tomó las riendas a las primeras de cambio, con dos canastas en dos penetraciones entre la jauría griega, dos bombas. Luego, subió la voz y comenzó a animar a sus compañeros, todavía dormidos. Navarro comenzó mirando al suelo durante el himno, concentrado, y cuando levantó la vista Grecia lo sufrió pese a sus problemas de espalda.
El cuerpo de Schortsanitis dobla al de Vázquez, pero este tenía hambre de gloria
La clarividencia de Navarro tapó algunas carencias de la selección para resquebrajar la defensa griega y encontrar buenas posiciones de tiro. La primera canasta de la segunda parte, cuando España comenzó unos minutos a oscuras, también fue marca de la casa, otra bomba. Entonces Grecia había comenzado la guerra desde los triples y sumaba de tres en tres. Al rescate fue Rudy, el jugador vertiginoso de otras veces, decisivo en las dos canastas porque sumó puntos y asumió riesgos de la misma manera que se jugó la cara en la defensa contra Schortsanitis incluido.
Si la selección recobró a los mejores Navarro y Rudy, Reyes y Vázquez dieron un golpe en la mesa desde el banquillo. En los últimos partidos Vázquez había adquirido la marca de infalible. Contra dos rivales muy débiles, Líbano y Canadá, Fran presentó una hoja de servicios inmaculada: nueve tiros de campo de nueve intentos en el primer duelo y siete de siete en el segundo. Contra Grecia la racha continuó del mismo modo: dos de dos (acabó con tres de cinco).
El inicio del segundo cuarto se caracterizó por la omnipresencia de Vázquez. Dos rebotes defensivos y una canasta encendieron el motor español. Scariolo le mantuvo en la pista incluso cuando Grecia recuperó para el combate a Schortsanitis, que había parado unos minutos a poner gasolina. Vázquez miró al rival a la cara, se alió en las ayudas con Reyes y emprendieron el combate. El jugador del Barcelona sumó su segunda canasta tras convertir en mate un rechace a un lanzamiento de Reyes. Y otro mate fue su tercer acierto, esta vez al volar para cazar un buen pase de Llull. Vázquez y Reyes formaron un dúo de garantías, nada que envidiar a la pareja titular, Marc y Garbajosa. Cuando Grecia pidió un tiempo muerto para congelar la efervescencia española, Vázquez encorvó sus 209 centímetros y enterró su habitual timidez para dar un grito de liberación y rabia frente a Raúl. El pívot se sentía ante su gran momento justo cuando Grecia iba con todo al ataque. El cuerpo de Schortsanitis era el doble que el de Vázquez, pero el español tenía hambre de gloria. Estaba crecido, lanzado. Falló dos tiros libres cuando más caliente estaba el partido y fue él quien animó a sus compañeros. Fue sustituido y chocó palmas con todos. Se sabía ganador. Como España.
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