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Reportaje:

Un narcosecuestro con mala coartada

Dos traficantes se presentan en comisaría con un hombre al que habían raptado, tratan de pasar por rehenes y terminan detenidos por la policía

Fernando J. Pérez

Pocas veces la policía había resuelto un secuestro mafioso con tanta facilidad. Dos narcotraficantes de nacionalidad marroquí se presentaron a finales de la semana pasada en la comisaría de Estepona (Málaga) con el ciudadano español al que supuestamente habían secuestrado tres días antes, y aseguraron que ellos también habían sido víctimas de un rapto. Por los detalles contradictorios que ofrecían, los agentes descubrieron casi en el acto que los magrebíes eran en realidad los secuestradores y que trataban de despistarles haciéndose pasar por rehenes. Se habían metido directamente en la boca del lobo y ahora duermen en prisión.

El narcosecuestro de Estepona -el tercer rapto mafioso del que se tiene constancia en la Costa del Sol en año y medio-, se inició "a mediados de la semana pasada", según un portavoz del Cuerpo Nacional de Policía. La víctima acudió en solitario a una cita con un conocido suyo marroquí -que luego resultaría ser uno de los secuestradores- para tratar de "un problema que tenía su hermano". Al llegar al lugar de la cita, según testificó tras la liberación, unos seis hombres se abalanzaron sobre él y le introdujeron por la fuerza en un vehículo.

El hermano del rehén había robado 320.000 euros del pago de un alijo
En un año y medio se han registrado tres raptos mafiosos en la Costa del Sol

Los secuestradores, algunos de ellos armados, le trasladaron a un domicilio de la localidad vecina de Marbella y allí le explicaron cuál era el "problema" en que se había metido su hermano. Según un comunicado del Cuerpo Nacional de Policía, este había robado 320.000 euros a los magrebíes durante una transacción de un alijo de hachís, y su hermano iba a tener que "responder" por esta cantidad.

Al día siguiente, la hermana y el cuñado del secuestrado, acudieron a la comisaría esteponera para denunciar la desaparición de su familiar. La primera noticia que tuvieron de él fue en las propias dependencias policiales. Un hombre que hablaba español con acento árabe llamó al móvil de estos familiares para reclamar el pago de los 320.000 euros. El comunicante les amenazaba con trasladar al rehén a Francia si no se efectuaba el pago antes de una hora. Como prueba de que el aviso iba en serio, los captores permitieron al secuestrado ponerse al teléfono. En la breve conversación, presenciada por la policía, la víctima se quejaba, entre sollozos, de que sus captores le estaban haciendo "daño".

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El caso pasó a manos de la Sección de Secuestros de la Comisaría General de Policía Judicial, que coordinó las investigaciones con la Unidad contra la Droga y el Crimen Organizado (Udyco) de la Costa del Sol. El segundo día, el teléfono de emergencias 112 recibió varias llamadas de un individuo que también hablaba español con acento árabe y afirmaba que estaba secuestrado en una urbanización de Marbella, sin especificar, junto a otras dos personas, un marroquí y un español.

Era supuestamente uno de los secuestradores. El hermano de la víctima, según fuentes de la investigación, había satisfecho la deuda que tenía con estos, así que los delincuentes, sabiendo que la policía les perseguía, habían llegado a un acuerdo con el secuestrado para fabricar una coartada: los tres, víctima y raptores, se plantarían en comisaría para denunciar que habían sido secuestrados.

La madrugada siguiente, mientras los agentes se desplegaban por Marbella para ubicar el posible lugar del secuestro, los supuestos autores se personaron en la comisaría de Estepona junto con la víctima. Bastaron unas pocas preguntas de los agentes para descubrir el fraude.

Tras el arresto de los captores, los investigadores, apoyados por un equipo del Grupo de Operaciones Especiales (GOE), acudieron al domicilio donde el ciudadano español había estado retenido. Allí detuvieron a una mujer que, según la policía, participó en la custodia del rehén. El resto de la banda, entre ellos los secuestradores armados, ya se habían quitado de en medio.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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