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Un viaje a la Cazorla de los cincuenta

Ginés Donaire

Un viaje nostálgico a lo más profundo de las sierras de Cazorla y Segura es el eje de La noche de bodas (Oberon), el último libro del escritor y diplomático José Cuenca (Iznatoraf, Jaén, 1935). A través de 11 relatos marcados por la riqueza del lenguaje y la musicalidad de la prosa, Cuenca realiza una mirada retrospectiva a una época devastadora para estas sierras, los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, donde el éxodo poblacional esquilmó buena parte del capital humano de pueblos y aldeas.

"El libro recupera los valores trascendentes de estas comarcas, la honestidad, la seriedad, la hospitalidad y, sobre todo, la dignidad de los serranos", explica el autor de esta publicación. Y lo hace rescatando del olvido términos ignorados por las nuevas generaciones. Habla de arrieros y pastores, de los pinos salgareños que se levantan majestuosos por estas sierras y de tradiciones y oficios ya en desuso, como el de los recaderos, que entonces eran la principal fuente de comunicación.

En La noche de bodas, el primero de los relatos, José Cuenca reivindica el valor de la amistad; en El calor de la bufanda, la dignidad de los trabajadores; en El fumador de puros, el drama de la emigración; o en La vereda, la tristeza de los caminos abandonados. También hace un semblanza de la influencia de la caza y la pesca en estos parajes, a través de relatos como Noche de lobos, La liebre o El pájaro grande.

"Todos los relatos tienen un trasfondo profundo y trascendente, y sus notas comunes son el espacio, el de unas sierras de excepcional belleza; el tiempo, unos años tremendos para estos pueblos; y la dignidad de los serranos", subraya Cuenca. Con este libro se cierra una trilogía, completada por Sierra, perdices y olivares y La sierra caliente, sobre dos de las comarcas -la otra es Las Villas- del parque natural más extenso del país. Aunque tuvo que dejar la sierra desde muy joven, Cuenca vuelve con frecuencia a los lugares que marcaron su infancia.

Cuenca ha sido embajador de España en Bulgaria, Rusia, Grecia y Canadá. Precisamente, cuando estaba en los dos últimos países alumbró este libro. Su anterior publicación había sido, en 2008, Encuentros de un Embajador con Don Quijote (Raíces). Aunque nacido en la pequeña villa medieval de Iznatoraf, parte de la infancia de Cuenca discurrió en Villarrodrigo, municipio de la parte más oriental de la Sierra de Segura. Y por la comarca segureña discurren, precisamente, la mayor parte de los relatos del escritor, ahora afincado en Madrid desde que abandonó la carrera diplomática.

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