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Crítica:LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un concurso casi sonrojante y sin estrategia

Durante este verano, Las Ventas está experimentando cambios. La llegada de Carlos Abella a la gerencia de Asuntos Taurinos comienza a notarse, sobre todo, en la gestión cultural de la plaza y el cuidado de algunos detalles, como el minuto de silencio en memoria de la muerte de Manolete (63 años ya) y de José Cubero El Yiyo, 25 años desde que se abrió como un libro el corazón de la joven promesa.

Entristece que solo un cogollo de la afición se tome en serio estas costumbres, mucho más que el turista eventual, y sobre todo los porteros del tendido alto del 3 que mantenían una animada conversación mientras se intentaba rendir tributo a dos grandes diestros. Si los que imponen un orden seudomilitar en el tendido no sienten nada por lo que sucede en el redondel, mal futuro se augura a este espectáculo.

HASSAN, ENRÍQUEZ, HUERTAS

Novillos de El Retamar, bien presentados salvo el primero, demasiado gordo. Nobles, aunque algo escasos de fuerzas. Fueron aplaudidos en el arrastre quinto y sexto.

Ramis Mohamad Hassan "El Califa de Aragua": dos pinchazos y estocada, silencio tras aviso; y pinchazo y estocada muy delantera, silencio.

Alejandro Enríquez, que se presentaba en Madrid: estocada caída al encuentro, saludos desde el tercio; y estocada delantera, silencio.

Emilio Huertas, debutaba con caballos además de presentarse en Las Ventas: pinchazo y media estocada tendida, silencio tras aviso; y pinchazo y estocada, vuelta al ruedo tras aviso.

Plaza de toros de Las Ventas. Menos de un cuarto de entrada.

Hubo momentos en los que El Califa rozó el ridículo con dudas y carreras Madrid no debería ser el escenario para ver si suena la flauta por un casual
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Una de las claves de la decadencia en Cataluña fue echarse en manos de las divisas de los turistas en detrimento del rigor y la excelencia. Pan para hoy... En Madrid, los guiris son mayoría, a mucha distancia del aficionado. Llegan en el segundo y desaparecen en el quinto, que hay que llegar raudos a la cena en un tablao.

Ahí queda otra reflexión de futuro: ¿Tiene sentido mantener la temporada si no se mantiene un mínimo de calidad cada tarde?

Con ánimo de incentivar la competencia se ha creado un ciclo de novilleros denominado Ocho Naciones en el que, por algún extraño motivo, solo se han encontrado representantes de siete países. Abrió plaza un veterano Califa de Aragua, venezolano, de 29 años y que, casualidades de la vida, ya había competido en este certamen en el año 2008. Según este plan, cualquier día nos vemos a Bisbal y Bustamente otra vez en Operación Triunfo.

Entre gritos de "Venezuela" intentó agradar al público y no perder los papeles. Hubo momentos en que rozó el ridículo con probaturas, dudas, carreras y tirones con la muleta. Al menos, en el sexto, quiso agradar con un quite por delantales a la velocidad de la luz.

De verdad, ¿en la tierra de las misses no tienen otra promesa del toreo dispuesto a, como mínimo, evitar las miradas con sonrojo de los asistentes al festejo?

Alejandro Enríquez, debutante de Granada, vino casi sin paseíllos y conocimientos. La bisoñez se ha convertido en norma. Así solo pudo ir donde quisieron los toros. El problema viene cuando un novillo como el quinto, noble y repetidor, que permitía colocarse y torear con ligazón, se va al desolladero con los trofeos puestos. Suena incluso injusto para otros chavales con más experiencia.

Dentro de este cúmulo de despropósitos, el premio se lo lleva el debut con caballos de Emilio Huertas. Fue el mejor parado gracias a la bondad y entrega del sexto novillo. Hasta se fue con una vuelta al ruedo que añadir en su historial. Tiene su mérito pasar del becerro de dos años al novillo de Madrid, muchas veces más voluminoso que el toro que sale de Despeñaperros para abajo. Tendrá que aprender a no citar tanto con la voz y más con las telas y la colocación en el cite. Aun así, se agradece el descaro.

¿Es Broadway el lugar para hacerse actor o la cátedra para buscar la consagración? Lo mismo tendría que pasar en Madrid. No debería ser el escenario para ver si suena la flauta por casualidad.

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