La nueva cultura de los 'nba'
El equipo, con nueve debutantes, tapa los egos tras 16 años sin una final mundialista
Los jugadores de Estados Unidos cometieron pasos en cuatro ocasiones durante el partido amistoso contra España en Madrid. Rose y compañía no entendían nada y protestaban a los árbitros como si se hubieran inventado la norma. Según dijo un técnico estadounidense, los ojos de los colegiados "no están preparados para tal velocidad de piernas" y le dan al silbato cuando el jugador recibe la pelota y sale disparado. "Eso en la NBA no son pasos", dicen. El arbitraje es uno de los puntos de conflicto cuando chocan los dos universos. El baloncesto estadounidense es otro mundo, alguien diría que casi otro deporte. Pero si el conjunto de Mike Krzyzewsky quiere volver a mandar tras muchos fiascos mundialistas no le queda más remedio que adaptarse, cambiar el chip en muchos aspectos. Cometer pasos es el menor.
Krzyzewsky, el técnico norteamericano, busca "crear una cultura de selección"
El final del encuentro frente a España fue un síntoma de los nuevos tiempos. Un punto por delante, Estados Unidos se tapó con una zona 2-3 -la naranja, le llaman en honor al entrenador de Siracusa, Boeheim, asistente de Krzyzewsky- que cegó a Ricky y Rudy. Una solución táctica en vez de la defensa individual, en la que físicamente los estadounidenses son superiores.
Una señal de que Estados Unidos quiere funcionar como un equipo, no como la suma de talentos. Como dijo el técnico norteamericano, el objetivo es "crear una cultura de selección". La exclusión del equipo de Rajon Rondo, subcampeón de la NBA con los Celtics de Boston, también va en ese sentido. Como no es un buen tirador (21% en triples la última temporada) y muchos rivales se defenderán en zona, los entrenadores comunicaron a Rondo que tendría un papel secundario tras Rose. Rondo dio el portazo sin despedirse. Pero la firmeza de los técnicos ha calado. Fue una decisión táctica frente al ego de una estrella. Impensable hace no tanto.
A la cristalización del equipo ayuda el perfil de los convocados. Una vez dimitieron Kobe Bryant, LeBron James y todos los campeones olímpicos, la naturaleza del conjunto cambió por completo. Ahora, entre los 12 jugadores no hay ninguno que haya disputado un Mundial. Todos se estrenan hoy, frente a Croacia. Y nueve debutan en partido oficial. Solamente Odom, que apareció en los Juegos de 2004; Chandler y Billups, ambos en el Campeonato Americano de 2007, han escuchado antes el himno en competición oficial. Para el resto la experiencia de defender a su país es nueva. La mitad del conjunto, además, tiene 21 o 22 años, entre ellos su estrella, Kevin Durant. No son veteranos de la NBA a vueltas de todo. Hay en ellos el deseo de demostrar que son la generación del futuro. Sus egos todavía no se han hipertrofiado, así que es más fácil inculcarles el germen del compañerismo.
Muy a gusto con su manera de enfrentarse al mundo, el equipo se siente encargado de una misión, recuperar el trono del Mundial después de 16 años. Desde que O'Neal comandara el oro de 1994, los batacazos han sido continuos. En las siguientes tres ediciones, dos bronces (1998 y 2006) y un sexto puesto (2002), ni una final, triste bagaje para una selección que desde 1992 ha ganado 10 de las 13 grandes competiciones y la única, junto a Brasil, que ha acudido a todos los Mundiales. En estos 16 años, seis equipos han derrotado al Imperio: Lituania, Rusia, Argentina, Yugoslavia, España y Grecia, en ese orden. Y Estados Unidos ha aprendido a valorar a rivales a los que antes menospreciaba.
"Hay que tomárselo en serio", avisa Jerry Colangelo, el director del baloncesto estadounidense. "Todos sabemos lo importante que es esto", decía ayer Rose. Y Odom, único representante en el Mundial de la pasada final de la NBA, resumía: "Debemos estar todos juntos, ser un auténtico equipo".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.