La 'culpa' es de Messi
El Barça juega bien, seguramente mejor que nadie, y, en cambio, gestiona mal, una cosa, por otra parte, muy común en el fútbol. Y, sobre todo, en un club a gusto con una plantilla corta porque le resulta más fácil controlar los egos de sus estrellas. Así se explicaría que no solo haya sido incapaz de resolver los problemas que tenía pendientes durante el verano, como el fichaje de Cesc y el traspaso de Ibrahimovic, sino que añadiera un tercero, como la devolución de Chigrinski al Shakthar Donetsk para pagar la nómina de los jugadores, un acto muy mercantil, poco deportivo.
Aunque a Rosell se le recrimina su actitud populista respecto a Chigrinski, poco pudo hacer por Cesc e Ibrahimovic o, en caso contrario, Laporta habría cerrado las dos operaciones con la misma diligencia que contrató a Villa. Ibrahimovic, a fin de cuentas, fue la solución que se le ocurrió a Laporta cuando regresaba de fichar a Chigrinski y paró en Milán para soltar a Eto'o.
No hay lugar para los solistas en un equipo ideológicamente parido en La Masía
La situación actual de Ibrahimovic se explica a partir de cuanto ocurrió con el camerunés nada más llegar Guardiola al Camp Nou. El entrenador pidió que se traspasara a Eto'o en el mismo lote que Deco y Ronaldinho. Al final, sin embargo, el club no encontró una salida para el delantero y sus goles fueron capitales para que el equipo azulgrana ganara el triplete. Acabada la temporada, sin embargo, el técnico insistió en dar puerta al delantero centro y al presidente no le quedó más opción en su negociación con el Inter que la de aceptar a Ibrahimovic como contrapartida.
Y el sueco no se ha integrado por ahora en el Barcelona, como ya auguraban entendidos de la talla de Sacchi o intermediarios del calibre de Minguella, incluso después de que su presentación convocara a más de 50.000 aficionados, una cifra récord en un club que se ha distinguido por reunir a los mejores futbolistas de la historia.
Ocurre que, más allá de cuantos calificativos ha merecido por parte de la crítica, de "cantamañanas" a "figura", Ibrahimovic se ha movido en una onda diferente de la del equipo, igual que si fuera un cuerpo extraño, un jugador que para bien o para mal ha sido un punto y aparte y no ha funcionado como solución de continuidad del fútbol barcelonista. Ningún partido refleja mejor la vida de Ibracadabra en el Barcelona que el disputado en el Emirates Stadium. Desafortunado en el tiro cuando mejor jugaba el equipo, justo en el momento en que solo tenía que poner la puntera, marcó dos goles estupendos a la que el encuentro se puso cuesta arriba y ejerció de ariete como en los tiempos del Inter, días en que atacaba en el espacio los cambios de orientación de los centrales. La meritoria actuación de Ibrahimovic en Londres fue sepultada en la vuelta por cuatro goles de Messi.
El rival de Ibrahimovic ha sido Messi de la misma manera que también lo fue de Eto'o. La mejor versión del argentino, que coincidió cuando se situó como falso 9, apareció a cambio de empeorar al sueco. Nadie ha interpretado mejor a La Pulga que Guardiola y, a diferencia de Maradona, el técnico catalán ha montado el equipo para que el argentino se exhiba con Xavi e Iniesta. Los canteranos de La Masía, hoy campeones del mundo, lo comprendieron muy pronto, de ahí que aplaudan fichajes como el de Villa y abonen el regreso de Cesc. ¿Ibrahimovic? Va por su cuenta y, por tanto, se pliega a la mayoría y deja de desafiar a Guardiola o sus horas, como parece, están contadas. No hay lugar para los solistas en el Barça, un equipo de bricolaje.
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