Una historia convulsa
Las diócesis vascas sueñan con reunirse un día en una Provincia Eclesiástica Vasca, como tienen ya los prelados andaluces o catalanes. Bilbao pertenece ahora a la Provincia Eclesiástica de Burgos, junto a Osma-Soria, Palencia y Vitoria, mientras que San Sebastián se agrupa con Calahorra, La Calzada-Logroño, Jaca y Tudela en la Provincia Eclesiástica de Pamplona.
La Conferencia Episcopal Española, creada tras el Concilio Vaticano II, en 1966, está dividida en provincias eclesiásticas (13, más el arzobispado castrense), y lleva años sopesando la posibilidad de reformar su estructura. Eso podría elevar a rango arzobispal a la diócesis de Bilbao, una de las más pobladas de España (1.139.012 habitantes en el último censo episcopal). Pero hay muchas dificultades que superar, además de las reticencias del Vaticano hacia los nacionalismos. La principal es la historia, a veces convulsa, de la diócesis.También es un obstáculo la historia. Bilbao fue elevada a la categoría de diócesis hace apenas 60 años, con un nombre extraño: Dioecesis Flaviobrigensis. Así la denominó la bula papal de erección, firmada por Pío XII en noviembre de 1949. Según el historiador Mañaricúa, la denominación parte de la idea, muy poco probable, de que Bilbao fue el lugar donde estuvo asentada la Colonia Flaviobrigensium.
Pero el principal obstáculo es la agitada trayectoria de algunos de los pontífices que han regido las diócesis vascas. Iceta es el sexto en Bilbao y quizás está llamado a normalizar ante Roma una trayectoria que antes ha causado enormes quebraderos de cabeza a los papas. El incidente mayor ocurrió en 1975, con el obispo Antonio Añoveros como protagonista. El dictador Franco dio la orden de mandarlo al exilio, aunque renunció ante la amenaza de excomunión anunciada por el Papa.
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