Naturales vibrantes contra el sopor
Hasta el sexto, la corrida discurrió sin pena ni gloria. Decepcionó El Fandi en su labor muleteril con el lote que le tocó en suerte. Se le vio sin sitio, desconfiado, con enormes dudas. Ni siquiera en banderillas -que es su fuerte- se lució, como tiene acostumbrada a la parroquia. Mejor con los garapullos en su segundo. Con esa disposición pasotilla no se le puede volver a contratar en posteriores ferias bilbaínas.
Miguel Ángel Perera está en horas bajas. A su primero, un bovino más bueno que el pan y más soso que la calabaza, le toreó sin un ápice de emoción. Daba pases como si se los diera a un armario ropero. La muleta iba de tumbo en tumbo. Lo mejor acaecido en ese toro lo puso el subalterno de su cuadrilla Joselito Gutiérrez, quien tras sufrir un tremendo revolcón al poner un par de banderillas, se repuso y volvió al toro para prender un par asomándose al balcón. Recibió por ello una gran ovación. Fue todo un gesto de torero. Porque también los hombres de plata se sienten toreros. Y en ocasiones algunos matadores de campanillas no saben estar a la altura del oro que visten.
YMBRO / FANDI, PERERA, LUQUE
Toros de Fuente Ymbro: bien presentados, sin clase, bobones, el sexto, el más aceptable.
El Fandi: pinchazo sin soltar, media estocada y descabello (silencio); pinchazo, estocada y descabello (silencio).
Miguel Ángel Perera: dos pinchazos sin soltar, estocada y descabello (ovación); media estocada caída y descabello (pitos).
Daniel Luque: media estocada perpendicular, estocada y dos descabellos (ovación); pinchazo sin soltar, pinchazo hondo y descabello (vuelta al ruedo).
Tercera de feria. 23 de agosto. Más de media entrada.
En su segundo, la faena de Miguel Ángel Perera era lo más parecido a un papiro egipcio descifrado por un ciego. No le vimos con la disposición que debe atesorar un diestro que figura entre los destacados del escalafón.
Tuvo que salir el sexto, un pavo de 602 kilos, para que saliéramos nosotros del sopor de la corrida. El joven torero sevillano Daniel Luque firmó una buena faena, aunque no fuera un dechado de perfección. Después de torear con la mano derecha con buen son, el acierto suyo llegó cuando cambió la muleta de mano. Por su muñeca zurda pasaron los momentos más toreros de la tarde. En los naturales de la primera tanda hubo excelencia, abrochados por un gran pase de pecho. Siguieron tres tandas más con la zurda, también de fino corte, preñados de calidad por su ejecución ceñida y muy torera.
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