_
_
_
_
Crítica:FERIA DE MÁLAGA | la lidia
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El deslumbrante color de la bravura

Antonio Lorca

Cuando sale un toro bravo, se le cambia el color a la plaza, se iluminan los semblantes, afloran las sonrisas, se vienen arriba los ánimos, y todo se torna en alegría y emoción esperanzada. Este milagro lo vivió y gozó ayer la plaza de Málaga, tan maltratada por los taurinos, tan entristecida y tan lúgubre por un constante y pernicioso baile de corrales, de donde salen tarde tras tarde saldos de mercadillo, toros de rebajas, animales podridos por la presión de los toreros y la insufrible indignidad de quienes la aceptan -los ganaderos-; degeneración genética, en fin, que se plasma en una muy alarmante falta de casta, incompatible con la fiesta.

Pero entre tanta farsa y falta de decoro, entre tanta incompetencia presidencial, empresarial, ganadera y torera, entre tanta infinita paciencia de un público milagrosamente tan generoso, ayer sonó la flauta por casualidad, y salió un segundo sobrero de una ganadería de poca vitola, Albarreal, que le devolvió la vida a la alicaída tarde de feria. Violín de nombre, de 587 kilos de peso, cinqueño, bien presentado, de bonitas hechuras, acudió con presteza al capote de Salvador Cortés, que lo lanceó con buen aire; empujó con los riñones en un largo primer puyazo y cumplió en el segundo; galopó con alegría en banderillas, y llegó a la muleta con la cara desafiante y la mirada altiva de los toros que se sienten poderosos.

DOS GANADERÍAS / PAQUIRRI, PERERA, CORTÉS

Dos toros de Hermanos Sampedro, primero y tercero, que fue devuelto, mal presentados y mansos; sobrero, también devuelto, y segundo sobrero, de Albarreal, bien presentado, bravo, encastado y noble. Y cuatro de Vellosino, bien presentados, mansos y descastados

Rivera Ordóñez Paquirri: dos pinchazos y estocada (silencio); dos pinchazos -aviso- dos pinchazos y estocada baja (silencio).

Miguel Ángel Perera: dos pinchazos -aviso- y media (silencio); cuatro pinchazos -aviso- y dos descabellos (silencio).

Salvador Cortés: pinchazo, estocada baja, un descabello -aviso- y tres descabellos (ovación); media estocada (silencio).

Plaza de la Malagueta. 21 de agosto. Octava corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

Ha vuelto Rivera Ordóñez 'Paquirri' y nadie sabe por qué ni para qué

Cortés lo citó desde los medios y Violín acudió raudo y veloz; el encuentro, en un ceñido pase cambiado por la espalda fue electrizante, y la plaza estalló emocionada cuando el torero cerró con un largo y obligado pase de pecho.

Tomó Cortés la muleta con la mano derecha, y el toro buscaba la franela con codicia, fijeza y largo recorrido; embestida noble y encastada la suya, mientras el torero intentaba parar, templar y mandar el temporal de bravura que se le venía encima. Mejoró el torero por naturales, pero sobresalía el toro con su creciente acometividad.

¡Qué difícil debe ser estar a la altura de un toro bravo...! ¡Qué difícil encontrar en segundos interminables la distancia, el ritmo y la cadencia...! Quizá, por eso, llegar a figura sea casi imposible, porque no parece de este mundo la perfecta conjunción fugaz entre la irracionalidad y la inteligencia para crear la emoción estética.

Lamentablemente, Salvador Cortés no lo consiguió. Puso de su parte su alma y su vida, pero toda su labor, de gran altura, eso sí, pecó de falta de reposo, de serenidad, de gusto, de temple... La noble casta exige asentar el ánimo, dominar con la cabeza, sentir con el corazón, y eso es asunto exclusivo de los elegidos.

Cortés es un buen torero, y merece más de lo conseguido hasta ahora, pero Violín le ganó la partida; como se la hubiera ganado a la mayoría del escalafón andante. Lo mató mal, además, y el toro se fue con las orejas colgando al cielo de la bravura. La cara de Cortés se tornó triste por la pena, pero la plaza lucía el color de la esperanza, la alegría a cuentagotas que tan escasamente se prodiga.

Y se hizo de nuevo la tenebrosa oscuridad. Ha vuelto a los ruedos tras una lesión Rivera Ordóñez Paquirri, y nadie sabe por qué ni para qué. Es una enciclopedia de vulgaridad, de pésima colocación, de falta de gracia... Naufragó en su lote, inservible por falta de casta, pero quién lo ha visto y quien lo ve ahora, desconocido y ausente para el toreo.

Y cerró la terna Miguel Ángel Perera, quien tampoco contó con muchas opciones ante un lote excesivamente descastado y soso; pero a una figura de su categoría hay que exigirle algo más que la andante vulgaridad que demostró. No se puede presumir de nada si se es incapaz de superar la aburrida condición de unos toros que exigen ideas suficientes para aliviar el tedio. Pues, nada. Mató, además, rematadamente mal, con la incapacidad impropia de quien lleva tantas corridas a sus espaldas. Al menos, tuvo la suerte de que no le tocó el toro bravo. Cortés abrevió con el violento sexto.

Francisco Rivera Ordóñez <i>Paquirri</i>, en la plaza de la Malagueta, con el primer toro.
Francisco Rivera Ordóñez Paquirri, en la plaza de la Malagueta, con el primer toro.GARCÍA SANTOS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_