Festín de 'sushi' sobre mantel virtual

Quienes visitan Londres con frecuencia saben que en el aspecto gastronómico la ciudad constituye un enclave estratégico donde se gestan los negocios más dinámicos y originales del sector hostelero. Una metrópoli en la que confluyen cocineros de todo el mundo, surgen nuevas tendencias y el nivel de sus restaurantes es más elevado de lo que a menudo se supone. Así lo ratifica la Guía Michelin, que, tras otorgar a la urbe 48 estrellas en la edición 2010, la mantiene como segundo destino de Europa detrás de París, consabido epicentro.

Tampoco es extraño que la revista americana Gourmet considerase hace poco a la capital británica como el lugar idóneo para practicar el dining out, es decir, comer fuera de casa.

Tres factores condicionan su inabarcable oferta gastronómica: variedad, informalidad y diseño. No es ningún secreto que desde que el empresario Terence Conran crease años atrás su Bluebird y Le Pont de la Latour , la competencia por imaginar interiorismos llamativos mantiene en vilo a los empresarios hosteleros. Ahí andan los apellidos de Philippe Starck, Pierluigi Pui y Kengo Kuma abultando la lista de interioristas y arquitectos que han firmado proyectos.

Igual que sucede en numerosos locales neoyorquinos, los restaurantes a la última dan la espalda a los encorsetados servicios de sala, han hecho desaparecer los manteles y trabajan con cocinas abiertas en un ejercicio de show cooking (cocina a la vista) permanente. Negocios desenfadados que se ajustan a horarios cada vez más largos y tienden a consolidar la fórmula del dos en uno, segundos restaurantes contiguos al principal (next door) donde se ofrecen recetas más sencillas y económicas.

Pinchos y curris

Tampoco es extraño que los locales de tapas y de comida española posean cierta relevancia. Entre los mejores, Tapas Brindisa , Barrafina y Angels & Gypsies , este de plena moda y elevado, sin demasiada justificación, por la guía Time Out hasta el reducido cupo de los restaurantes del año.

Atrás queda la pasada preponderancia de la comida india, a pesar de que una reciente encuesta haya ratificado que el plato favorito de los británicos continúe siendo el pollo al curri. Razón por la que todavía disfrutan de crédito restaurantes como Rasoi y Tamarind , donde las clásicas carnes al curri, los asados en hornos tandori y los arroces basmati perfumados con especias se visten de detalles creativos.

Sabores asiáticos

En el espacio que va dejando la cocina india arrasa una neocorriente panasiática de acento nipón, chino y tailandés con bocanadas de fusión rutilantes. Encabezan la lista el cosmopolita Hakkasan (fusión china); Umu (cocina kaiseki nipona creativa de la mano del chef Ichiro Kubota; las barras de Zuma y Roka con sus espectaculares robata (planchas a la vista); el concurrido Yauatcha especializado en dimsun y rollitos chinos; los dos restaurantes de Nobu (japo-peruano), así como Sake No Hana , nipón ceremonioso. Restaurantes de gama media/alta cuyo coste (bebidas aparte) ronda entre las 50 o 90 libras (entre 60 y 110 euros) por persona.

Los grandes

Por supuesto, Londres también cabalga sobre la modernidad occidental bajo el aura de cocineros influyentes. En primer término, Heston Blumenthal, icono de la vanguardia The Fat Duck ; en el pueblo de Bray, Berkshire, a una hora en tren desde el centro, donde la reserva de mesa constituye un empeño difícil. En segundo lugar, el emblemático y televisivo Gordon Ramsay , escocés omnipresente cuya cocina, de influencia francesa, pero carente de chispa, deja su huella, entre otros lugares, en los hoteles Savoy y Claridge's. Cocinero propenso a los enfrentamientos, cuya última aventura televisiva, Kitchen nightmares (Pesadillas de cocina) mantiene soliviantados a sus colegas del oficio. Bajo su férula, aunque con criterio independiente, trabaja uno de sus discípulos, James Durrant, quien elabora en Maze una de las mejores cocinas creativas de la metrópoli después de que su predecesor, Jason Atherton, decidiera independizarse recientemente para abrir, también en Mayfair, otro local el próximo otoño.

Algo semejante a lo que con anterioridad hizo Marcus Wareing (Hotel Berkeley ; www.marcus-wareing.com), que, tras enfrentarse a Ramsay, se distanció del maestro para perpetuar su aburrido estilo con platos tan decadentes como los que sirve el francés Alain Ducasse en el lujoso hotel Dorchester (, en este caso con un servicio de sala exquisito.

Nada que ver con Sketch (The Lecture Room and Library, que regenta Pierre Gagnaire, entre los más fiables del ámbito galo, al que se suma el inevitable L'Atelier de Jöel Robuchon, uno más en su cadena, cuyas especialidades nunca defraudan.

A pesar de tantos apellidos mediáticos y de los culebrones que a intervalos los rodean, la atalaya de la popularidad la ocupa el galáctico y televisivo Jamie Oliver, abanderado de la informalidad, cuyo restaurante Fifteen, situado en un viejo edificio industrial, se ha convertido en punto de peregrinación de miles de turistas seducidos por su fama y sus menús de precios razonables (de 35 a 45 libras, es decir entre unos 43 y 55 euros).

¿Qué otros lugares de cocina contemporánea merecen recomendarse? A la trilogía que forman Hibiscus , del francés Claude Bosi, siempre lleno; Tom Aikens (www.tomskitchen.co.uk), artífice de platos contemporáneos bien resueltos, y Texture , donde el islandés Agnar Sverrisson elabora esa ecococina tan de moda en Europa, se acaba de sumar -gran noveda.

Y los clásicos

Desde que años atrás los gastropubs (pubs gastronómicos) pusieron de moda el denominado new British style (nuevo estilo británico) y el modern English (inglés moderno), la etiqueta se emplea paradójicamente para identificar aquellos locales que reivindican el clásico rosbif, el cordero con salsa de menta y otras especialidades inglesas. Restaurantes fieles a la tradición que lidera St. John , casa de comidas favorita de los cocineros de la urbe, que ha convertido en enseña insólita la casquería y los tuétanos gigantes. Por supuesto, las señas de identidad británicas también alcanzan a restaurantes emplazados en espacios públicos llamativos. Como ejemplo, Skylon, en el Royal Music Hall, con espectaculares vistas sobre el Támesis, (menús, entre 22 y 52 euros), o The National Dining Rooms, en el interior de la National Gallery, restaurante del museo (menú, 29 euros).

Comida económica

¿Londres para turistas pobres? ¿Existen lugares a pie de calle en los que se puede encontrar comida de paso, sándwiches de calidad, pizzas al corte, ensaladas o platos de pasta? Por supuesto. No sería justo olvidar los locales de la cadena Prêt à Manger , reino de las ensaladas orgánicas y los sándwiches frescos, que inundan rincones inesperados. Ni tampoco los minisupermercados de Marks &

Spencer, con especialidades de calidad reconocida, como sus barquetas de frutas frescas. A su vez, el estilo trazado en su momento por la cadena Wagamama (noodles servidos en mesas corridas a precios populares; parece reinventarse en cada esquina. Es el caso de Busaba Eathai (www.busaba.com), con sabrosa cocina tailandesa a precios imbatibles. O Hummus Bros, cuya carta juega a capricho con el hummus (pasta árabe de garbanzos y sésamo) como fondo de plato para conseguir especialidades resultonas.

Desayuno, té y quesos

En Londres se puede comer de casi todo a cualquier hora. ¿El mejor desayuno? En Tom's Kitchen, en Chelsea, donde el prestigioso Tom Atkins cuida los detalles al milímetro. ¿La hamburguesa más rutilante? La del Bar Boulud, del famoso Daniel Boulud, bistró recién inaugurado en los bajos del hotel Mandarin Oriental que sirve desayunos a primera hora y prosigue hasta medianoche con menús asequibles. ¿El mejor té de las cinco? En The Wolseley, siempre hasta la bandera, ideal para codearse con la sociedad burguesa londinense. ¿El mercado de abastos más seductor? Borough Market , con un fantástico espectáculo todos los sábados y decenas de puestos para comprar productos artesanos, incluida la deliciosa tarta de zanahoria. ¿Ostras con champaña? En Wright Brothers o quizá en Michelin House, viejo y encantador local de la fábrica de neumáticos francesa, cuyo Bibendum Restaurant & Oyster Bar merece una visita.

¿Fish and chips? En Bentley's Oyster Bar and Grill , a un paso de Picadilly, donde, además de ostras y pescado, se sirve auténtico pescado frito con patatas en raciones generosas. ¿Tienda de quesos artesanos? Neal's Yard Dairy ¿Y lo último de lo último? El pequeño restaurante Inamo, en el West End, dotado de mesas digitales interactivas que permiten encargar los platos pinchando en divertidos pictogramas e incluso elegir colores para manteles virtuales.

Los 'oscars' gastronómicos

"Cada día que pasa, Londres sube nuevos peldaños gastronómicos", ratifica Lander. Y se multiplican los elementos de la creciente atracción culinaria. Cada primavera, a finales de abril, por ejemplo, todas las miradas se dirigen a Londres cuando la revista Restaurant Magazine hace oficial The World's 50 Best Restaurants, algo así como los oscars de la gastronomía -con cena de gala incluida-, listado que, tras votación secreta de un jurado que integran 800 personas, hace temblar a los mejores cocineros del planeta. Un listado que en los últimos años ha reconocido el papel estratégico que desempeña la vanguardia culinaria española y clasifica a cuatro profesionales -Ferran Adrià, Joan Roca, Andoni Aduriz y Juan Mari Arzak- entre los 10 primeros del mundo.

Recetas de otoño

Siempre en otoño la capital acoge el London Restaurant Festival , que en 2010 se celebrará del 4 al 18 de octubre (www.londonrestaurantfestival.com ). Un acontecimiento de alcance popular que convoca a miles de aficionados que acuden a degustar los menús que durante esos días diseñan más de 800 restaurantes a precios contenidos. No menos interesantes son las demostraciones que durante esos días discurren en el ámbito del Covent Garden y permiten adquirir productos artesanos o degustar al aire libre las más variadas especialidades que elaboran en directo brigadas de cocineros. Otra actividad puntera sucede en la gigantesca noria situada a orillas del Támesis, The London Eye (el ojo de Londres), una de cuyas espaciosas cabinas se convierte en efímero comedor colgante con capacidad para 12 comensales. En su interior, una única mesa en la que se disfruta de menús inspirados por cocineros de renombre del estilo de Gordon Ramsay, Daniel Boulud o Giorgio Locatelli. Solo 11 cenas y bajo reserva previa.

Aparte, para disfrutar y divertirse, la Gourmet Odyssey (9 de octubre), un conjunto de rutas gastronómicas que se realizan en autobús por algunos de los mejores restaurantes de la ciudad situados en el Soho, Mayfair y Shoreditch. Propuestas de calle que se complementan con The Festival Big Quiz (lunes 11 de octubre) y The Festival Big Debate (martes 12), concursos y tertulias en los que participan especialistas y aficionados que contribuyen a realzar el pálpito gastronómico de la urbe. Es lógico que, en un alarde de arrebato turístico y a propósito de este festival, el alcalde de la ciudad, Boris Johnson, afirmara recientemente: "Londres se ha convertido en un escenario culinario insuperable donde se dan cita los chefs más creativos del mundo".

Compras suculentas

Una ciudad que presume de haber inventado las compras y las rebajas en los grandes almacenes no podía mantenerse ajena al fenómeno gastronómico. Como primer testimonio, el impresionante food hall de Harrod's , todo un espectáculo. Un lugar cuyos mostradores art nouveau aparecen repletos de rincones para comprar y barras para comer a cualquier hora. Espacios salpicados de restaurantes desenfadados y despachos ocupados por algunas de las mejores marcas para gourmets del mundo: vinos de la Toscana, champañas, pastelerías parisienses (La Durée), marcas de café (Illy), rincones de caviar (Seafood), tiendas de chocolate y, por supuesto, jamones ibéricos (5 Jotas). Tampoco se puede pasar por alto Selfridges Wonder Bar , junto al rutilante supermercado de este gran almacén pionero en su género, donde los clientes se escancian ellos mismos más de 50 variedades de vinos y pueden disfrutar con algún menú rutinario. A tan solo nueve minutos a pie siguiendo Oxford Street se encuentra John Lewis, cuyo supermercado gourmet, absolutamente refinado, con panadería, tienda de quesos, carnes excelentes y una gran bodega, merece figurar entre los 10 mejores del mundo.

Por supuesto, Londres no es ajeno a la ola ecogastronómica que arrasa en Europa. Movimiento que queda patente no solo en los restaurantes ecofriendly, sino también en los comercios que dedican espacios a los alimentos biológicos. Tal es la función de algunos mercados como Daylesford Organic, granja escuela con café, tienda y restaurante.