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El deseo de leer en vacaciones

Obama y su familia disfrutan de 10 días en la isla de Martha's Vineyard

¿Qué hace un presidente norteamericano en su primer día de vacaciones? Comprar libros y leer. Barack Obama aprovechó su primera mañana en la isla de Martha's Vineyard, en la costa atlántica norte de Estados Unidos, para adquirir una serie de títulos pendientes en la librería Bunch of Grapes, que ya le enviaba libros a Bill Clinton cuando pasaba sus vacaciones allí.

En la lista de textos que compró hay títulos que bien podrían servir para educar a sus hijas, como Matar a un ruiseñor, de Harper Lee, una respetada novela que este año cumple 50 años sobre el despertar al mundo de una niña en el sur de Estados Unidos en una época de segregación racial. También adquirió El pony rojo, publicada por John Steinbeck en los años treinta, sobre la maduración de un niño en una granja californiana.

El presidente compró también la novela de reciente publicación Freedom, de Jonathan Franzen, sobre la vida de una familia de clase media en Washington durante los años posteriores a los atentados de 2001. Es una reflexión sobre las ansias de prominencia mundial y el concepto de libertad imperante en EE UU durante los primeros años de presidencia de su predecesor, George Bush.

Así y todo, no está muy claro si Obama tendrá mucho tiempo para leer. El vertido de BP quedó solventado, a falta de un sellado definitivo, hace más de un mes. La última brigada de combate ha salido ya de Irak. De esos dos asuntos no se tiene que preocupar. Pero es año de elecciones en el Congreso. Por primera vez, y según Gallup, son más los estadounidenses que rechazan su labor que aquellos que la alaban. Su apoyo a la construcción de una mezquita en la zona cero le ha granjeado numerosas críticas.

Muchos quebraderos de cabeza que Obama ha puesto, en teoría, entre paréntesis, para pasar 10 días en esa zona de playa con la familia. La semana pasada ya viajaron brevemente a Florida, donde el presidente y su hija menor, Sasha, pudieron darse un chapuzón en las cálidas aguas del Golfo, desafiando a los científicos que aseguran que todavía queda petróleo, y mucho, en esa parte del océano. Previamente, Michelle y Sasha habían pasado unos días en España.

Es el segundo año consecutivo en que los Obama visitan Martha's Vineyard, una zona de veraneantes acaudalados en Massachusetts. El año pasado el comandante en jefe de EE UU quiso darse una tregua en pleno proceso de debate de la reforma sanitaria. Bill Burton, su portavoz, dijo entonces a los periodistas: "Relájense. No va a haber noticias que cubrir".

Se equivocó. Primero, el presidente decidió renovar a Ben Bernanke al frente de la Reserva Federal. Segundo, el león del Senado, uno de los mentores de Obama, Ted Kennedy, falleció de un tumor cerebral. Hubo trabajo de sobra.

Este año, Burton quiso curarse en salud: "Probablemente, trabajarán ustedes cada día. Desde bien temprano hasta bien tarde. Y también el fin de semana. Probablemente no saldrán jamás de la habitación del hostal donde se estén quedando". Es lo que un periodista de entre los asistentes calificó de "psicología inversa". Puede que Obama confíe en que funcione para poder acabarse los libros que compró ayer.

Barack Obama y sus hijas, Sasha y Malia, salen de un restaurante en su primer día de vacaciones.
Barack Obama y sus hijas, Sasha y Malia, salen de un restaurante en su primer día de vacaciones.REUTERS

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