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Reportaje:

Navegar en miniatura

Un grupo de jubilados restaura las maquetas del Museo Martítimo - La muestra 'Remolcadores' gira en torno a uno de sus trabajos

Son un grupo de 10 jubilados que, a golpe de cincel, lijas y pinceles, moldean, restauran y construyen la historia de la Ría. El Museo Marítimo de Bilbao cuenta con un grupo de voluntarios encargados de reparar sus maquetas. En un taller bajo la carretera y puerta con puerta con la entrada principal del centro, estos restauradores emplean cuatro horas los lunes y otras tantas los jueves en algo más que una afición. Entre ellos figuran personas que han estado ligadas toda su vida al mundo del mar y otros que no, como peritos eléctricos o empleados de banca.

Fernando Delicado, de 64 años, empezó a hacer maquetas hace tres décadas. Marino como su padre, aunque se tuviese que matricular en la Escuela Naval a escondidas, cuenta entre sus galones con una réplica de un barco de protocolo de Napoleón, que sólo empleó durante cinco horas. Junto a Delicado, Juanma Rekalde, de 57 años, amarrador durante 27, ejerce de anfitrión en esta visita.

Los restauradores se han marcado el reto de recrear un bote de remos desde cero
Su proyecto favorito es la réplica del 'Bilbao', una nave del siglo XIX

Trabajan en la restauración de una copia de un carguero de los años cuarenta. El propietario de la Naviera Aznar exponía la maqueta en su despacho. "Era común que los jefes tuviesen una réplica de cada uno de los barcos que poseían", cuenta Delicado. Una vez que la empresa desapareció, esas copias pasaron a ser propiedad de la Diputación de Vizcaya, que las cedió al museo. "Es una pena, porque son maquetas muy buenas. Las realizaban profesionales, gente que se ganaba la vida haciéndolas, pero al no haber estado en una vitrina se han estropeado", resume Rekalde.

Uno de los retos que se ha planteado el grupo de jubilados es la construcción de la maqueta de un bote de remos desde cero. Normalmente, los maquetadores recrean barcos de época a partir de planos, pero en esta ocasión ellos mismos han proyectado la embarcación. "En el grupo hay una persona que fue proyectista de la Naval y ha diseñado el bote de remos", explica Rekalde. Aunque pueda parecer un trabajo simple, el proyecto implica la construcción de cuatro o cinco maquetas, ya que el equipo de restauración quiere enseñar todo el proceso.

Aun así, del proyecto del que más orgullosos se sienten es de la réplica del remolcador Bilbao, botado a finales del siglo XIX y sobre el que gira la exposición Remolcadores, que el museo presenta hasta el próximo 30 de septiembre.

Todo comenzó cuando encontraron unos planos antiguos de la embarcación.Han tardado dos años en hacer la maqueta, siguiendo escrupulosamente la técnica de aquel entonces. La nave, fabricada por el astillero británico Hall Russell Ltd, en Aberdeen, en 1876 sufrió un final alejado del que había sido su cometido. "Lo llegó a tener como yate privado uno de los navieros Aznar y se hundió en las islas Cíes, en Vigo, cuando iba a Cádiz a recoger un buque de guerra antiguo", detalla Rekalde.

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