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Reportaje:viajes

Sicilia construye otra cara

Los bienes confiscados a la mafia son lugares turísticos en manos de jóvenes - Vecinos de Corleone reciben hoy las llaves de la casa del capo Provenzano

Ficarazzi, 10.000 habitantes, es un pañuelo de tres kilómetros cuadrados cosido a Palermo. Hace 10 días, la policía arrestó a ocho mafiosos que exigían dinero a comerciantes locales. Para enmascarar la extorsión, procuraban que todo tuviera una fachada limpia: los empresarios preparaban facturas y recibos, incluso pagaban el IVA como a un proveedor cualquiera. La frontera entre lo que es legal y lo que no, suele ser bastante débil en este rincón maltratado y bellísimo del mundo.

Por eso, trabajar en el bando honesto tiene algo de silenciosa revolución, como la que construyen día tras día los jóvenes que labran las tierras confiscadas a los capi y sus esbirros. "La Cosa Nostra vive chupando los recursos locales, su poder nace de la penetración y del control del territorio. Por eso es tan importante tomar posesión de la tierra y usarla de forma limpia". Francesco Galante, pelo rojo de normando, cierra los puños al argumentar: "Aquí no hay trabajo. Los jóvenes tienen dos alternativas: o piden favores a los poderosos o emigran". Galante aún no tiene 30 años. Extiende los brazos a su alrededor mostrando el valle del río Jato, 30 kilómetros al sur de la capital siciliana, donde surgen pueblos como Piana degli Albanesi, San Giovanni Jato y, en el interior, el más anclado a su fama perversa, Corleone. El sol le frunce el ceño. "Muchos amigos míos se fueron; yo me quedé para intentar abrir una tercera vía: utilizar para el bien lo que fue malvado". Francesco es uno de los socios de la cooperativa Placido Rizzotto, un sindicalista asesinado por la Mafia en 1948 porque intentaba dividir los latifundios entre los campesinos. Bajo su nombre, 13 jóvenes gestionan las 200 hectáreas que pertenecían a la familia Brusca, una de las más despiadadas de la Cosa Nostra. Aquí, mirando el mismo valle dorado, se encontraban padrinos y sicarios. Aquí decidían matanzas y venganzas. Hoy representa algo totalmente distinto: la prueba de que hay vida después de la Mafia. Por Sicilia comienzan a proliferar los lugares liberados de los clanes donde se desarrollan alternativas de turismo, ocio o agricultura.

En la antigua casa de Giovanni Brusca están empleadas ahora 40 personas
Una ley de 1996 permite entregar las propiedades para fines sociales

Giovanni Brusca, que tiene ahora 51 años, apretó el botón de la bomba que mató al juez Giovanni Falcone, a su mujer y a tres agentes de la escolta en 1992. El año anterior había estrangulado con sus manos al hijo de un desertor, tras 26 meses de secuestro, y luego había derretido su cuerpo en ácido. El pequeño se llamaba Giuseppe di Matteo, tenía 11 años y le gustaba montar a caballo.

La casa donde fue asesinado es hoy un establo que lleva su nombre. Giovanni Brusca está en la cárcel y ha empezado a cantar ante los fiscales. Su antigua finca es propiedad del Estado, que la entregó en 2005 a Francesco y a sus compañeros. Desde entonces recuperaron el latifundio, compraron tractores y palas, empezaron a cultivar melones, uva, aceite, grano. Restauraron la mansión, abrieron una casa rural que llamaron Portella della Ginestra, el nombre de la localidad, con restaurante y nueve camas. Emplearon a 40 personas, entre ellas una chica con pelo recogido y delantal, que sirve abundantes raciones de pasta alla norma, macarrones con berenjena, tomate y ricotta. Todo procede de cultivos biológicos producidos por ellos mismos. "No hay nada más satisfactorio", dice Annalisa, que se vuelve a meter rápida en la cocina.

Las mafias, que ya no son solo organizaciones criminales sino verdaderas instituciones económicas, producen el 7% del PIB nacional. Facturan 90.000 millones de euros, más que la mayor empresa del país, la Fiat. Además de la vía judicial, la incautación de sus propiedades es la forma que el Estado tiene para mermar el poder del hampa.

Al principio fue duro, cuenta Francesco: "Una noche quemaron parte del campo, otra dejaron las cabras libres y se cargaron la cosecha, otra vez nos robaron un tractor. La gente de los pueblos cercanos temía represalias por parte de los capi y de sus familias, nos miraba sin unirse".

La restitución a la comunidad de los bienes de los mafiosos es posible gracias a la Ley 109 de 1996, que permite "la utilización con fines sociales" de los inmuebles, empresas y terrenos incautados a los clanes. El Estado, a través de la región, abre concursos en los que participan vecinos interesados en constituir una cooperativa.

La norma fue proyectada por el comunista Pio La Torre, acribillado en el interior de su coche en Palermo, en 1982. La sociedad civil recogió su iniciativa aglutinada alrededor de Luigi Ciotti, que lideró la recolección del millón de firmas necesarias para la aprobación de la ley.

Su asociación, Libera Terra Mediterráneo , es hoy una suerte de contenedor de cooperativas, el sello que campea en todos los frutos de las tierras rescatadas a los mafiosos. Se han confiscado 11.000 bienes, entre casas, fincas, industrias, tiendas, hoteles. Más de 5.000 ya están asignados, 3.000 están a la espera. La mayoría se halla en Sicilia (4.918), Calabria y Campania.

La agencia nacional que gestiona los trámites de entrega emitió estos datos el pasado 7 de junio. Aquel día cedió a Giovanni Impastato, hermano de Peppino, periodista asesinado en 1978 , las llaves de la casa de Tano Badalamenti, el capo que dio la orden de embutir al joven en TNT y matarlo a oscuras, a lo largo de las vías de ferrocarril.

En el paseo principal de Cinisi -casas color polvo amarillo y persianas cerradas, por un lado una montaña, por el otro el mar- apenas cien pasos separan la vivienda de la familia Impastato de la del verdugo. Giovanni, que tiene casi 60 años y gestiona la fundación en memoria de su hermano , desfila con prudencia por el pueblo: "Badalamenti murió en 2002, mientras expiaba una cadena perpetua. Pero algunos siguen aquí. Hay que tener cuidado. No conceder nada, no aceptar el mínimo favor, ni siquiera la cortesía de pedir antes que ellos en la barra del café. Van a querer algo a cambio".

Hoy mismo los ciudadanos de Corleone van a recibir hoy las llaves de la casa de Bernardo Provenzano, que perfeccionó en los noventa su sistema de infiltración política. Su nuevo destino podría ser un museo y un centro cultural, lo que resulta la mejor metáfora de que las cosas están transformándose. No es la primera entrega en Corleone. En las afueras del pueblo, Totó Riina, el capo dei capi arrestado en 1993, poseía una finca de 130 hectáreas, con mansión de piedras vistas. Hace pocos meses, tras años de gestión y sudor, la Cooperativa Pio La Torre lo transformó en una casa rural (Agriturismo Terre di Corleone ) con 16 camas y 70 cubiertos.

La acogida es fundamental. Además de la tierra, la otra pata de la revolución de las cooperativas es el turismo. Nada es ingenuo en esta tierra denigrada. Ni reservar una habitación de hotel, ni comer un buen pescado en una terraza. "Hay que vigilar siempre dónde acaba tu dinero", afirma Francesco Mangialino, que organiza viajes responsables en Sicilia. Eco Culture e Viaggi , su asociación, se ocupa sobre todo de buscar etapas sanas, libres del lastre mafioso. "¡Era más fácil organizar giras por Brasil!", bromea. Pero quiere hacer algo por su tierra. Enfrentarse con una pequeña y tozuda acción cotidiana a un poder nebuloso y palpable a la vez. "Mermemos su base, poco a poco, como hormiguitas".

Jóvenes de la cooperativa Placido Rizzotto, en las tierras que pertenecieron a la familia mafiosa Brusca, en Portella della Ginestra, cerca de Palermo.
Jóvenes de la cooperativa Placido Rizzotto, en las tierras que pertenecieron a la familia mafiosa Brusca, en Portella della Ginestra, cerca de Palermo.ENMANUELA COLOMBO
Arriba, vecinos en la plaza de Piana degli Albanesi, cerca de Palermo, una tarde de la semana pasada. Abajo, comedor restaurante de Portella della Ginestra donde se sirven productos biológicos cultivados en las tierras <i>liberadas</i>.
Arriba, vecinos en la plaza de Piana degli Albanesi, cerca de Palermo, una tarde de la semana pasada. Abajo, comedor restaurante de Portella della Ginestra donde se sirven productos biológicos cultivados en las tierras liberadas.ENMANUELA COLOMBO

Libros útiles

- Mafia Export, que Anagrama publicará en octubre, de Francesco Forgione, ex presidente de la comisión antimafia del Congreso italiano.

- Los últimos mafiosos. Ascenso y ocaso de la mafia, de John Follain. Mosaico ediciones, 2009. Retrato del clan corleonés hecho a partir de documentos judiciales y declaraciones de desertores.

- Vosotros no sabéis. Andrea Camilleri. Salamandra. Barcelona, 2008. Único libro del autor sobre el tema, escrito como un diccionario.

- Cosa Nostra, historia de la mafia siciliana, de John Dickie, ediciones Debolsillo, 2008. Ensayo que se remonta al siglo XVIII para contar el germen.

- La Honorable Sociedad: La Mafia siciliana y sus orígenes. Norman Lewis. Alba. Barcelona, 2009. Clásico de la literatura sobre el tema.

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