El Ejército libanés acepta donaciones para modernizar su armamento
La medida responde a la congelación de la financiación por parte de EE UU
Líbano podría convertirse en el primer Estado moderno que financia su Ejército por suscripción popular. El ministro de Defensa, Elías Murr, y su padre, Michel Murr, propietarios de un enorme grupo empresarial, anunciaron ayer la apertura de una cuenta con una aportación inicial de 670.000 dólares y solicitaron donativos de todo el mundo. El Gobierno iraní se declaró inmediatamente dispuesto a financiar lo que fuera necesario. La iniciativa se produce días después de que EE UU bloqueara su ayuda militar a Líbano, de unos 100 millones de dólares (78 millones de euros) anuales.
El Ejército libanés solía ser conocido por su pasividad y su escaso equipamiento. Sus estructuras reflejaban históricamente la división religiosa y política de la sociedad libanesa, por lo que en las sucesivas guerras civiles tendía a mantenerse al margen como institución y eran los jefes y cuadros quienes, llegado el momento, hacían la guerra por su cuenta. Un ejemplo de ello son los propios Murr, cristianos ortodoxos que controlan el Ministerio de Defensa desde hace 20 años: empezaron financiando la Falange y otros ejércitos privados cristianos y luego se aliaron con Siria y el ámbito político musulmán.
EE UU decidió en 2005 que el Ejército libanés debía convertirse en una institución más activa y eficaz, y empezó a proporcionarle ayuda financiera. El objetivo consistía en contrarrestar la fuerza creciente de la milicia chií de Hezbolá, armada y financiada por Irán a través de Siria. Hace unos meses, sin embargo, el Comité de Apropiaciones del Congreso, que tiene la última palabra en cuestión de presupuestos militares, decidió no entregar a Líbano la partida correspondiente a este año. Los congresistas argumentaron que Hezbolá estaba ganando influencia en el Ejército, por lo que la ayuda, indirectamente, favorecía a los islamistas radicales.
Las sospechas estadounidenses parecieron confirmarse el pasado día 3, cuando la tala de un árbol junto a la línea azul fronteriza por parte de soldados israelíes suscitó un tiroteo con tropas libanesas. Tres militares y un periodista libaneses y un militar israelí murieron. En vísperas del incidente, el presidente de Líbano, Michel Suleiman, había dado al Ejército la orden de "defender la frontera", algo que, en principio, se suponía que debían hacer de oficio. La publicidad dada a la orden de Suleiman, el hecho de que en esta ocasión no fuera Hezbolá sino el Ejército regular quien participara en un choque fronterizo, y la creciente sensación en la zona de que un nuevo conflicto armado entre Israel y Líbano (ambos países siguen técnicamente en guerra) estallará más pronto que tarde, fueron interpretados en Washington como un síntoma de que Beirut había adoptado una actitud belicosa frente a Israel, que ha invadido el país en un par de ocasiones.
Al conocer la decisión estadounidense, Suleiman dijo que si la ayuda militar se entregaba con la condición de no usarla contra Israel, no le interesaba.
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