"Antes de actuar siempre tengo dolores en el estómago"
Aparece en la fiesta VIP rodeada por una guardia pretoriana de directores, actores y productores de cine francés. Visten con ropas oscuras y lucen barbas de varios días, como parece ser de rigor en este ambiente. Chiara Mastroianni no es solo la hija de dos leyendas del cine, sino también la descendiente de dos de las criaturas más hermosas que se han dedicado a este arte: el italiano Marcello Mastroianni y la francesa Catherine Deneuve. Chiara Mastroianni, de 38 años, se encuentra en la ciudad suiza para recoger un premio a toda su carrera. Dos horas antes se había entregado emocionada a la ovación de la Piazza Grande. "Me hace mucha ilusión recibir este Leopardo de Oro", explicó con humor. "Debe ser el primer reconocimiento que obtengo tras el bachillerato y el permiso de conducir".
Intérprete "tímida, púdica y angustiada", la actriz no goza de la fama de otras estrellas francesas a pesar de que no es una recién llegada al mundo del cine y ya se ha puesto a las órdenes de grandes como Manoel de Oliveira o André Téchiné.
Al día siguiente de recibir el homenaje en la Piazza Grande, y como es tradición en este histórico festival suizo, Mastroianni se sometió a una charla pública en la que desveló ciertos elementos sobre su vida y su trabajo. "Antes de actuar, siempre tengo dolores de estómago", comentó.
"En el ambiente del cine se establecen relaciones casi familiares, con todo lo que ello implica de posesión y celos". Mastroianni reconoció entonces: "El cine se construye alrededor del poder de los encuentros y las relaciones personales".
Y hablando de relaciones familiares, hay una pregunta inevitable: ¿Cómo vive Chiara Mastroianni el peso de ser hija de padres como los suyos? "Hablo sin problemas de ellos", comentó antes de desvelar que su padre apoyó su carrera cinematográfica pero la hierática Catherine Deneuve se mostró más preocupada. "Mientras mamá me ponía trabas, papá se mostraba feliz. Como cuando un hijo retoma el negocio familiar".
"Siento orgullo por su talento y belleza", prosigue antes de explicar que a menudo siente temor a decepcionar al público. "Nuestra vida fue de lo más convencional, había poco lugar a los caprichos y excesos". Recibió, dice, una educación clásica, formal y con reglas precisas.
Interrogada sobre su (casi) inexistente carrera más allá de los Alpes, la actriz se muestra sorprendida por el desinterés que su trabajo despierta en el país de su padre. "Supongo que piensan que al vivir en París no sé italiano, aunque es verdad que las erres me cuestan un poco", indica, "pero lo cierto es que no me llaman". Dado el cariz italiano de la charla, Mastroianni concluyó con un deseo inesperado. "Me encantaría trabajar en una película de terror. A ser posible, con Dario Argento".
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