De vuelta al 'Trinimaratón'
La ministra de Sanidad se dispone a dar por segunda vez la batalla por Madrid
Para la última generación de dirigentes del PSOE, la reunión en la casa de Trinidad Jiménez en marzo de 2000 tiene el mismo significado que la foto de la tortilla de 1975. Aquellos militantes se preparaban para dar un golpe de mano: aupar a José Luis Rodríguez Zapatero a la secretaría general del partido, arrebatándosela a José Bono. Ahí quedó sellada la relación entre la malagueña y el leonés. Jiménez tenía entonces 37 años.
Tras su victoria, Zapatero la nombró secretaria de Política Internacional. Pero en 2003 fue enviada a luchar contra su primo lejano, Alberto Ruiz Gallardón, por la alcaldía de Madrid.
Aquella campaña fue un derroche físico de Jiménez, quien hasta el final creyó que tenía en sus manos el vuelco electoral. Se levantaba antes de amanecer y se acostaba pasada la medianoche. Fue el famoso Trinimaratón, una sucesión de actos que la candidata aguantaba con maquillaje para disimular la fatiga. En aquella campaña, Jiménez explotó su capacidad para conectar con la gente y su imagen juvenil.
Sus críticos dicen que Jiménez es más de chispa que de profundidad
Después de la derrota, la candidata no se aisló. Instauró una iniciativa conocida como Cita con Trini, en la que una vez a la semana recibía a vecinos de la ciudad para escuchar sus quejas y, de ahí, sacar ideas para hacer oposición. Esa empatía, resalta un concejal, no se quedaba de puertas afuera. Jiménez "siempre ha sabido crear equipo, pero no para que le sirva, sino con generosidad".
Al contrario que otros paracaidistas, Jiménez estuvo tres años liderando la oposición a un rival tan popular o más que ella, y que, encima, disponía de mayoría absoluta: Gallardón. Fue un enfrentamiento de guante blanco, más de cara a las cámaras que al salón de plenos (sus críticos dicen que la ministra es más de chispa que de profundidad, y que en los grandes debates siempre da peor que en los choques cortos o con público).
Tres años después, en septiembre de 2006, le llegó el que parece su puesto soñado: secretaria de Estado para Iberoamérica. Sus colaboradores admiten que fue cuando más disfrutó, sobre todo en República Dominicana, su gran pasión. Una afición que se refleja en una de sus cualidades menos conocidas: su buen hacer con los ritmos caribeños.
En abril de 2009, Zapatero la nombró ministra de Sanidad. Se estrenó a la vez que la gripe A. Jiménez, lega en el tema, supo asesorarse por el equipo del ministerio. El resultado de su estilo conciliador fue que en todas las grandes decisiones sobre la gripe contó con el apoyo de los consejeros de Sanidad autonómicos, algo impensable en mandatos anteriores.
Ahora se enfrenta a una nueva etapa. Ella afirma que lo de ser candidata a la Comunidad de Madrid es idea suya, y nunca lo desmentirá. Ya ha comenzado a llamar a sus antiguos colaboradores, dispuesta a repetir, dos veces si hiciera falta -una contra Gómez, otra contra Aguirre-, aquel Trinimaratón que la hizo popular.
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