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ni contigo ni sin ti
Columna
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TIEMPOS

Carlos E. Cué

¿Han escuchado alguna vez eso de "este político sabe medir muy bien los tiempos"? Pues es falso. Lo que dominan es el arte de dejar pasar el tiempo. Nada de controlarlo. ¿Creen que eso es fácil? Para nada. Cualquiera de nosotros se deprimiría ante algunos titulares de la prensa. Ellos no. Aguantan, dejan pasar el tiempo. Y al final, todo se despeja.

Usted ve un escándalo. Corrupción, espionaje, mala gestión, rectificaciones clamorosas, desastrosos resultados electorales, condenas judiciales, financiación ilegal. Y piensa: va a pasar algo. Pero ellos lo ven de otra forma. Lo urgente es esperar, se dicen. Primero, al día siguiente. ¿Y si hay suerte y salta algún éxito deportivo impactante, algún desastre natural, un suceso trágico o, mejor aún, algún problema del partido rival? Las portadas de los periódicos se diluirán. Y con ellas las tertulias de radio. Basta con esperar. Todo pasa, nada queda. No es paráfrasis de Machado, es análisis sesudo de estrategas. Y al final, casi siempre deciden lo mismo: ya escampará.

Las noticias deportivas, la prensa rosa y sobre todo el calendario de vacaciones están encima de la mesa de cualquier gabinete de crisis. La llegada de España a la final del Mundial ocupó horas de análisis político. "Zapatero está muy concentrado en el partido", decía su entorno. No era un hincha sufriendo, era un político calculando consecuencias políticas.

El problema es que descubrieron el secreto que los periodistas tratábamos de ocultar: las noticias pasan. Antes de Internet se decía que un periódico vive ocho horas, hasta que alcanza su verdadero fin: envolver el pescado. Ahora ni eso. Los reporteros veteranos siempre se quejan de que los escándalos antes duraban semanas, ahora minutos.

Hay otra explicación más allá de Internet. Al contrario que en la música o el deporte, en política lo difícil no es mantenerse, sino llegar. Lo importante es conseguir el liderazgo de tu partido. A partir de ahí, salvo catástrofe, lo más probable es que, ganes o pierdas, tengas cada vez más y más poder interno, y a la vuelta de un tiempo nadie te pueda toser.

Dicen que Franco tenía en su mesa dos montones de documentos. Uno, los problemas que el tiempo resolverá. Otro, los problemas que el tiempo no resolverá. Y claro, no se ocupaba de ninguno de los dos. Él tenía garantizado el poder, el resto venía solo. Así que, ¿para qué preocuparse?

De todas formas, no me hagan mucho caso. Yo de tiempos no entiendo nada. Ni siquiera he sido capaz de marcárselos a un bebé de 16 días. Esa sí que controla los tiempos. Y todo lo demás.

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