_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Anglófilos o germanófilos?

Ya estamos en agosto. La sociedad civil se pone las bermudas y se va a la playa, a cantar boleros mientras el día se apaga. También Feijóo y Rueda, cansados de la faena gubernativa -hasta depredar cansa- se pondrán las chanclas. En los chiringuitos se vive un presente eterno y ya no digamos en las discotecas de Sanxenxo o en la Playa Silgar, la meca de nuestras Cármenes Lomanas y nuestros Pocholos. Resuenan las palabras de Horacio: "Aprovecha el día, fiando lo menos posible en lo que ha de venir". Pero ¿descansarán los mercados, lo que antes se llamaba, sin tanta tontería, capitalismo? Ellos han decidido que vivíamos por encima de nuestras posibilidades y tal vez consideren que está fuera de lugar, después de que su bayoneta pinchara la burbuja de nuestra presunción, que tomemos vacaciones, mucho menos si están pagadas. A la clase obrera se le ha acabado el paraíso.

Los mercados tal vez consideren que está fuera de lugar tomar vacaciones, más aún si son pagadas

Una vez dicho esto, yo, por supuesto, intentaré seguir viviendo por encima de mis posibilidades, como he hecho toda la vida, siguiendo la estela de mis compatriotas. Desde niño he intentado aprender de lo que veía y copiar de mis congéneres, sobre todo de sus defectos, que considero mucho más ilustrativos para una naturaleza dispuesta a instruirse. Me temo que no le he hecho gran caso a mi madre que me advertía contra este país de gregarios: "Onde vas tolo? Onde van todos". Somos así, un servidor también. Así que este verano me he comprado la consabida sombrilla -muy mona, de elegantes rayas azules- y dos sillas de plástico -rojas, para más señas- para leer novelas de serie negra en la playa mientras mis pies son dulcemente remojados por las olas del mar. Si me ven reconcentrado, no me despisten, por favor. Estaré intentando descubrir al asesino.

Mis autores de crímenes veraniegos preferidos son Camilleri y Simenon. Los dos suelen escribir novelas del tamaño apropiado, de las que pesan poco y que se pueden leer en una tarde, con la ventaja añadida de que se las puede encontrar en colecciones baratas. Si además tienen la letra grande, mejor. Para los días frescos viene bien el celo, bajo el sol de justicia siciliano, del comisario Montalbano, un tipo humano de los que me gustan, con un punto humorístico y poco dado a la declamación, amante de frecuentes incursiones a la trattoria correspondiente en busca de salmonetes y pulpitos. El perro de Terracota podría ser una opción. En días de canícula conviene sin embargo Maigret, que se mueve entre las brumas del norte con estricta lógica. Les recomiendo Las memorias de Maigret mucho mejores, a mi juicio, que las Memorias íntimas del propio Simenon. Escribía con mayor interés de sus personajes que de sí mismo. Paradojas de la literatura.

Claro que también podemos darnos a la poesía, como quien se da al tequila. Lois Pereiro podría ser una opción. Podrían ir adelantando el trabajo para el año que viene, en el que se le dedica el 17 de Maio. Existe una foto, de Xosé Abad, en la que puede vérsele ya demacrado por la enfermedad que lo llevaría a la tumba -una mezcla de colza, sida y heroína- con un libro en la mano de Peter Handke, en alemán, y en el regazo una botella de litro de Fanta naranja. Es una imagen que reivindica una genealogía y un guiño de nuestro autor más underground y de vida más al límite. Auténtica. Su hermano Xosé Manuel afirma: "Eu fun literariamente anglófilo e el entregouse á estética centroeuropea á que sempre sería fiel. Paul Celan, Eluard, Alfred Jarry, Handke, Bernhard".

Ésta puede ser una de las discusiones del verano debajo de la sombrilla: ¿anglófilos o germanófilos? No es necesariamente una elección entre el humor de Chesterton o Ambrose Bierce o el peso del mundo según Botho Strauss e Ingeborg Bachmann. Tal vez no en Handke, pero en Bernhard hay mucho humor, concretamente mucho humor negro, el humor cervantino e individualista que alimenta también a Hâsek, el humor del ahorcado o, si quieren, aunque no siempre, el de Castelao. Tal vez los dos hermanos Pereiro tenían más cosas en común, aunque expresadas a través de caminos distintos.

Los más viejos del lugar se acordarán de El Caso, publicación que entretenía (supongo) a más o menos el mismo tipo de gente que disfruta con las aventuras y desventuras (siempre bien pagadas) de Belén Esteban, ahora acalorada apologista de la pena de muerte. Sus titulares siempre contenían un gramo de divina ironía, verbigracia "mató a su mujer y a su suegra porque su sobrina llegó tarde", un glorioso ejemplo de lógica estricta -aunque inaccesible al común de los mortales. No difiere mucho de aquella noticia publicada en un periódico austríaco de la que da cuenta Thomas Bernhard en El imitador de voces -cito de memoria: "El suicida se colgó de un árbol cercano a su vivienda en el que fue encontrado. Evidentemente, no tenía los pies en el suelo". Ah, el humor, siempre el humor, incluso en las circunstancias más difíciles.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_