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Reportaje:Carreras & capital humano

Cómo piensa el directivo español

Infova analiza la cara y la cruz del líder nacional tras encuestar a 800 ejecutivos

Optimista y enérgico, adaptable al cambio, bien remunerado y muy amigo de sus amigos. Pero también mal planificador, estresado, dueño de una excesiva autocomplacencia y un nivel de responsabilidad menor del que cabría esperarse en un ejecutivo. Son la cara y la cruz del directivo español, las conclusiones a las que ha llegado el Instituto de Formación Avanzada (Infova) en su estudio El modo de pensar de los directivos 2009-2010, que ha realizado tras encuestar a 800 ejecutivos de compañías españolas.

Según el estudio, la estructura directiva de las empresas nacionales es actualmente una gerontocracia. Los puestos de mayor responsabilidad están ocupados por las personas de mayor edad, que, además, suelen ser hombres.

Es optimista, adaptable al cambio y se siente bien remunerado

Y son los directivos de mayor rango los más móviles, con una media de permanencia de año y medio en un país extranjero. Del total de la muestra, el 44% viaja fuera de su provincia una vez al mes. Los viajes se profesionalizan y no suponen una interrupción de la jornada laboral, sino una extensión del horario disponible para la empresa debido a los móviles y portátiles. Tal versatilidad se traduce en que cada vez más se deslocalizan los equipos de trabajo y se globaliza el directivo.

En cuanto a la imagen de la empresa en la sociedad, los directivos que perciben una buena imagen social de sus compañías son los que están más satisfechos de su trabajo. La imagen se vincula de forma decisiva con la satisfacción personal, la fidelización y la proyección de futuro. Así, el 79% de los encuestados se sienten "integrados", es decir, satisfechos con los ingresos y la posición que ocupan en la empresa, lo cual es determinante para retener su talento. Según Luis Galindo, experto en formación directiva, "por un sueldo, los profesionales cumplen; por un proyecto ilusionante y con sentido se dejan la piel".

Los datos globales del estudio otorgan un aprobado raspado a la calidad del liderazgo de los directivos españoles, estando este íntimamente ligado al tamaño de la empresa, dado que las empresas grandes invierten más en formación. Quizá por eso son los directivos de las pequeñas compañías los que peor opinión tienen sobre la forma de dirigir de sus jefes. No obstante, el 72% de los directivos se sienten autorizados a equivocarse, lo cual es fundamental para un proceso tan importante como la creatividad. "En las empresas donde el error se penaliza, los directivos se agarran a las soluciones que ya han demostrado que funcionan aceptablemente. Para todos ellos, el jefe ideal es ante todo una persona que comunica bien", explica Iñaki de Miguel, coautor del informe con Gonzalo Martínez de Miguel.

El teletrabajo es otro de los puntos calientes, dado que va a exigir una forma nueva de dirigir a las personas. Un tercio de los directivos realizan parte de sus tareas desde casa, con tecnología telemática. Solo la cuarta parte opina que se rinde más así. Aunque solo una de cada cinco empresas es partidaria del teletrabajo.

En relación con los conflictos personales, solo el 15% de los directivos reconocen llevarse mal con la gente de la empresa. El valor de la amistad es una variable muy enraizada en la cultura española, no en el resto de Europa y culturas anglosajonas. La amistad es imprescindible para los directivos españoles.

Con respecto al papel motivador del ejecutivo, el estudio arroja una luz tan interesante como inesperada. "La dedicación más intensa a motivar al equipo corresponde a los directivos que se sienten más atados por sus circunstancias o tienen falta de equilibrio en su trabajo. Esto se produce a consecuencia de un mecanismo proyectivo, afirma Gonzalo Martínez de Miguel. "La motivación depende de la estructura de la compañía, de la libertad en la toma de decisiones que deja y de su visión en cuanto al desarrollo y planteamiento de objetivos", manifiesta Alfonso Caminos, managing director de Carl Zeiss Meditec Iberia. "La participación activa en el diseño / transformación / adecuación de la compañía es una de las políticas más apreciadas por los directivos, así como el reconocimiento en la consecución de los objetivos", agrega.

La capacidad negociadora no ha sido tradicionalmente una virtud en la cultura empresarial española. Y, aunque la mayoría de los directivos se sientan con la formación adecuada para negociar con destreza, son muchos más (el 74%) los que reconocen que necesitan desarrollar habilidades.

Mayoritariamente, el directivo español tiene una disposición favorable al cambio. Es sinónimo de reto, no de miedo. El liderazgo es visto como una dificultad y un reto: el 65% está convencido de que la búsqueda excesiva de consenso dificulta la toma de decisiones. El 55% opina que el estilo de liderazgo de su jefe más directo favorece el desarrollo de las habilidades directivas de los colaboradores. El 30% está de cuerdo con que "si los jefes fueran más firmes, nos iría mejor a todos". Y es antes que nada optimista. Seis de cada 10 directivos consultados entienden que sus empresas se pueden beneficiar de la crisis.

Un ejecutivo hace un alto en el camino y mira con cierto simbolismo el horizonte.
Un ejecutivo hace un alto en el camino y mira con cierto simbolismo el horizonte.GETTY IMAGES

Liderazgo a ciegas

La dirección por objetivos es una continua fuente de conflictos debido a la falta de coherencia entre los objetivos de diferentes profesionales y unidades. El 60% de los ejecutivos manifiestan un plus de esfuerzo para conseguir los objetivos. A uno de cada dos le molesta que se prolongue la jornada laboral de los colaboradores y el 30% acepta el principio radical de que hay que aceptar los objetivos a toda costa. Sin embargo, más del 91% se sienten afectados por la crisis y han de prolongar su jornada laboral. Hay una crítica generalizada por lo tarde que llegan los directivos a casa. "He conseguido integrar mi vida profesional con mi vida personal. Esto representa estar (casi) siempre disponible para temas de trabajo, pero en contrapartida me permite organizar mi vida personal con más libertad. La clave reside en ser flexible y saber diferenciar lo que es prioritario de lo que es urgente", señala Alejandro Ramos, director general de Unión Papelera.

"Creo que es más importante clasificar el trabajo y distribuirlo, y establecer un tiempo máximo, ya que después de ese cierto número de horas la capacidad de concentración baja y a la larga esa acumulación lo que hace es que se cree un bajo rendimiento", sostiene Enrique Steensma, director general de RACER.

Un dato alarmante entre la clase directiva es la escasa información que reciben sobre cómo están realizando su trabajo. La mitad dirigen a ciegas. "Las principales razones que dificultan el feedback son el temor del empleado a opinar abiertamente sobre sus superiores, la ausencia de canales que faciliten dicha comunicación y la actitud del propio equipo directivo que a veces frena el proceso por miedo a verse cuestionado. La solución pasa por crear un clima que favorezca la comunicación, la crítica constructiva y la confianza para que el personal opine sin miedo a represalias. Hay canales como los cuestionarios laborales, las entrevistas individuales o las dinámicas de grupo, explica Alberto Tejerina, director general de Kumon.

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