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Amigos y rivales

Los medallistas de oro y plata escenifican su afecto tras cruzar la meta

Amaya Iríbar

Después de tanto hablar de amistad y deporte, de cordialidad y competición, de Contador y Andy Schleck, aparecen dos atletas ejemplo de competitividad, de esos que no tienen amigos en la pista, y escenifican la hipérbole del elogio y el afecto. Son Jesús España y Mo Farah, los mismos que hace cuatro años en Gotemburgo se disputaron los 5.000m. "Entonces me acerqué a Farah y le dije: tranquilo, que dentro de cuatro años me ganas", confesó ayer el atleta de Valdemoro; "me hubiera gustado que no se cumpliera, pero el Farah de este año no tiene nada que ver con aquel".

La teoría es sencilla y la resume a la perfección el subcampeón de Europa: "En la pista hay que salir a ganar sino es una falta de respeto, para los rivales sobre todo. Yo les busco las cosquillas a ellos y ellos a mí. Como debe ser". El campeón británico coincidió: "Esto es lo bonito del deporte".

Eso sí, cuando acaba la competición, todos tan amigos. Los españoles, también. Tras las declaraciones de Sergio Sánchez -"el equipo español de 5.000m está roto; cada uno va a lo suyo"-, ayer tocaba la elegancia del triunfador. "Sergio es mi amigo, me he ido de vacaciones con él. No hay ningún problema", aseguró España.

Lo que más ilusión le hizo tras su plata, la vuelta al estadio y el abrazo de Barni, la mascota, un muñeco blanco e infantil que al final se hace simpático, fue "la felicitación de la Familia Real". De la Infanta Cristina y sus hijos, que quisieron saludarle nada más terminar la carrera. "No sabía ni cómo saludar", confesó después el atleta madrileño, divertido y feliz a pesar de haber cedido su título europeo. "Y la gente, la gente ha estado impresionante", explicó España, que estuvo arropado por todos los suyos: su mujer, Olga, fisioterapeuta, que le da masajes en casa y le afeita el pecho, sus hijos, sus padres, "la gente de mi pueblo", de Valdemoro. Y decenas de miles más. Porque con la llegada del fin de semana ha empezado a llenarse el estadio. Si los días anteriores se veían grandes calvas en la tribuna y la animación corría a cargo de los seguidores franceses y británicos, ayer los españoles se hicieron notar, tal vez animados por las primeras medallas, logradas el día anterior. Más de 38.000 espectadores anotaron los organizadores, el día con más afluencia.

La jornada empezó para ellos con la entrega de la medalla a Arturo Casado y con las notas del primer, y hasta hora único, himno español que se ha escuchado aquí. Pero luego languideció con la prueba de 800m. Les devolvió la sonrisa Jesús España y su hermosa amistad con Mo Farah.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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