Abierto por vacaciones

A veces hay que buscar razones para no ser infeliz cuando la circunstancia es compleja y encima todo es relajo alrededor; por ejemplo, si uno vive en Madrid y se queda anclado en la ciudad en agosto mientras propios y extraños ponen el turbo para huir. Porque la capital, con sus prisas, ruido, asfalto y calores acaba causando en sus habitantes una ligera sensación de opresión.

Hoy es el último día de julio. Los que se quedan, se quedan a solas con agosto, en una ciudad hundida en el soponcio veraniego en la que la actividad se mantiene, sobre todo, gracias a la determinación de los turistas por moverse y disfrutar del lugar por el que han pagado. La cifra de visitantes del mes de agosto de 2009 muestra la fuerza de este vecindario provisional: unos 390.000 turistas gozarán de la ciudad que padecen sus habitantes.

Pero Madrid, igual que este mes aprieta con sus temperaturas y su deje desértico, ofrece algún resquicio para intentar superar la canícula, con menos colas y más espacio. No se trata de una variedad enorme de actividades, porque es innegable que todo afloja en la ciudad este mes, pero al menos puede servir para tener cada semana un motivo para no quedarse inmóvil debajo del aparato de aire acondicionado o quitándole la chapa al botellín de cerveza.

Así que, si le apetece, levántese del sofá. El Madrid incandescente que usted ve desde la ventana no es el único que existe. Y la oferta ciudadana no se extingue en los recurridos museos y los históricos monumentos de la capital. Aunque a usted le cueste creerlo, la región está viva.

¿Le gustaría vivir una aventura al más puro estilo Tarzán saltando de árbol en árbol por la serranía? ¿Qué opina de disfrutar de un refrigerio en un jardín florido? ¿Y de los conciertos y las películas al comienzo de la noche capitalina? Seguro que alguna vez sus hijos le pidieron montar en burro. ¿Sabía usted dónde se puede ver la puesta de sol más bonita de la región? Todo esto y mucho más, al alcance de su mano.