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Reportaje:CARTA DEL CORRESPONSAL | El Cairo | Economía global

Menos cigarros para el faraón

Julio ha traído a los bolsillos egipcios un desgarrón que a la larga agradecerá su salud, pero que de momento es motivo de discusión en taxis y cafés: ha subido el tabaco. Un nuevo impuesto ha incrementado el precio de los paquetes de cigarrillos un 40% y el que se consume en pipa de agua un 100%. Para entendernos, En Egipto se fuma y mucho. La tradicional shisha, el acto en sí de sentarse en un café, solo o en compañía, y disfrutar de un té mientras se exhalan bocanadas de humo aromático (y cancerígeno) forman parte de la propia esencia del país. La mística que rodea las reuniones para cerrar un negocio o meditar sobre el incierto presente en crisis no se entendería aquí sin el borboteo de fondo de un narguile. Por eso la impopular medida se notará mucho en la economía local.

Sube el precio de los cigarrillos un 40%, y un 100% el tabaco para pipa de agua
El Gobierno va a recaudar 275 millones de euros más del tabaco
Se va a invertir en salud, pero la medida puede afectar al empleo

Pero lejos del romanticismo que envuelve en humo conspiraciones y amoríos, las cifras hablan de otra historia. Egipto es el país árabe más consumidor de tabaco. El café y la shisha están tan arraigados, que son casi un personaje más de los libros del nobel egipcio Naguib Mahfuz, que frecuentó ambos con fruición. Cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que alrededor del 40% de los hombres a partir de los 15 años consume algún tipo de tabaco, mientras que el 82% de los fumadores de cigarrillos consumen al día entre 16 y 20. Y la cifra se ha duplicado en los últimos 30 años. Eso supone, según la agencia estadística estatal CAPMAS, que hay 13 millones de fumadores que consumen 80.000 millones de cigarrillos al año y gastan una media por hogar de unos 15 euros al mes, lo que representa una cifra enorme en un país de 80 millones de habitantes donde una quinta parte de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.

Es una cuestión de economía y filosofía vital. Fumar se considera uno de los pocos placeres que disfrutar en un país en el que el taxista aún ofrece un pitillo con insistencia al cliente y le ahúma, con su beneplácito o no, durante toda la carrera. Los vendedores de esquina ya notan (y critican) el descenso de ventas y pronto lo notarán los fumadores de los cafés y sus propietarios. El Gobierno espera recaudar 275 millones de euros, que, asegura, invertirá en salud, pero muchos consumidores creen que la medida denota problemas en las arcas estatales y que podría afectar negativamente a una industria con gran peso en la economía, además de provocar pérdida de empleos.

La importancia económica del tabaco en Egipto no es baladí, teniendo en cuenta el monopolio estatal de la empresa Eastern Tobacco Company (ETC). Por una parte, hay 70 plantas tabaqueras que generan más de 50.000 empleos, 12.000 en dicha empresa. Por otra, los ingresos por el tabaco se han duplicado desde los noventa. La ETC genera el 70% de la producción total de maasal (la mezcla de tabaco y melaza que se fuma en la shisha). Es decir, pese a sus esfuerzos por legislar contra el tabaco, el Gobierno sigue siendo el principal productor de cigarrillos y tabaco de narguile en Egipto y Oriente Próximo.

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