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Crítica:Feria de Julio | La lidia
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Castella, firme y Ponce, sin toros

Se lidiaron en lotes distintos los toros de El Pilar y Victoriano del Río. Cosa lógica. Ponce echó por delante el de El Pilar; Castella lo dejó para cerrar plaza. Mas ninguno de esos dos toros, de hechuras distintas, fueron para lucirse. El que abrió plaza, alto como un caballo y basto por fuera y por dentro. Fue incierto de salida, hasta no dejar a Ponce quedarse quieto para dar un lance. Tras las dos varas de rigor se esperaba, al menos, que descolgase. Pues no. Siguió con la cara alta, tan incierto como antes, sin entrega y muy protestón por el lado izquierdo. La guinda se la puso él mismo, cuando al final de su lidia se marchó a terrenos de toriles. Ponce, a media altura, lo pasó por la derecha sonsacando pases que parecía no tener el toro. Se los robó uno a uno. Siempre por el mismo lado. Cuando cambió la muleta de mano, el toro se negó en rotundo. No contento con su juego, a la hora de matar el de El Pilar se engalló y echó los pitones al aire. De ese primer toro al sexto, del mismo hierro, algunas diferencias. De entrada la estampa. Más largo este. Muy armado y astifino. Y largo. De mejor dibujo. Pero, en fin, solo fachada. Le faltó de todo a ese toro, de todo bueno. Discreto en varas se paró tan pronto en la muleta que tras los intentos vanos de Castella, el público pidió a gritos que acabara con él. Hizo caso Castella.

Bohórquez, El Pilar, Del Río.

Dos toros para rejones de Fermín Bohórquez, parados. En lidia ordinaria, dos de El Pilar, 2º y 6º y dos de Victoriano del Río, 3º y 5º. Bien presentados. Vibrante el segundo. El resto, deslucidos.

Pablo Hermoso de Mendoza: silencio y saludos.

Enrique Ponce: silencio tras aviso y saludos.

Sebastián Castella: oreja tras aviso y palmas.

Plaza de Valencia, 21 de julio. 4ª Feria. Tres cuartos largos.

Los de Victoriano del Río se lidiaron en turno seguido de lidia ordinaria: en tercer lugar para Castella, el quinto para Ponce. Fueron dispares presencia y juego. El de Castella, más reunido; el de Ponce, más descarado. Mejor hecho aquél, sin duda. El otro, sin llegar a ser el caballote primero, no fue ningún dibujo fino. Ponce se dejó querer con él, pero no pudo sacarle partido. De comportamiento ganó la partida con diferencia abismal el toro que saltó tercero. Importante. Castella se ajustó mucho en los lances de salida, tomados por el toro con gran celo. No fue de nota en varas. Con discreción pasó. Con la cara alta en el primer encuentro y un simple refolonazo en el segundo. Previo a banderillas, Castella, que vio las posibilidades, volvió a ajustarse con la capa. Esta vez por chicuelinas. En el platillo de la plaza, cada encuentro, un ¡ay! Emocionante. Mucho aire en ese toro. Ímpetu. Típico saludo de Castella con la muleta: pase cambiado por la espalda en la boca de riego. A partir de ahí, faena de emoción sobre todo. Ni una duda. Firme de zapatillas. Valiente, en fin, Castella dominó la situación de pe a pa. Aguantó cuando hubo de aguantar, le salió mejor con la muleta en la derecha y menos logrado al natural. Y el toro siempre fresco y dispuesto a pelear. La traca final fue llamativa: cuatro por alto sin enmendar y un tres en uno luminoso. La mala colocación de la espada le privó de llevarse un segundo trofeo.

Los dos toros de Bohórquez que lidió a caballo Hermoso de Mendoza no le dejaron estar a gusto. Parado y mansito el primero. Distraído el cuarto, aunque en banderillas pareció crecerse. Siempre correcto, sin alardes, Pablo Hermoso compuso dos faenas de idéntico corte. En ambas brilló el manejo del caballo ante el toro. Pero a los dos los mató mal.

Sebastián Castella, en un pase de pecho al tercer toro de la tarde.
Sebastián Castella, en un pase de pecho al tercer toro de la tarde.TANIA CASTRO

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