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Zapatero augura más "esfuerzos"

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José Luis Rodríguez Zapatero cerró ayer sus intervenciones en el Congreso hasta septiembre prometiendo más "sacrificios" para los ciudadanos en los Presupuestos Generales del Estado de 2011. El presidente del Gobierno abandonó el periodo de sesiones investido de la responsabilidad para acometer las reformas que, necesariamente, llevarán aparejados más recortes sociales, "cueste lo que cueste".

Para septiembre queda la siguiente oleada de reformas que tienen que ver con las pensiones y también con la política fiscal. "Si hay que pedir nuevos esfuerzos a los españoles, lo haré, lo haré, si hay que pedirlos, en los Presupuestos. La idea del Gobierno es que esos nuevos esfuerzos van a pedirse para aquellos que tienen una alta capacidad económica. Ya se lo anticipo y espero contar con su apoyo para eso", le dijo el presidente del Gobierno al líder de la oposición, Mariano Rajoy, en la última sesión de control al Gobierno de la temporada.

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Se supone que el presidente del Gobierno se refiere a la pretensión apuntada varias veces de subir los impuestos para las rentas más altas. Inicialmente, anunció que la aprobación se produciría antes del verano, pero finalmente, Zapatero ha optado por hacer coincidir esa subida de impuestos para las rentas más altas con las movilizaciones de la huelga general, justo en el momento en el que se negociarán las cuentas para 2011.

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El presidente del Gobierno hizo toda una declaración de intenciones al referirse a las dos palabras que definirán las cuentas públicas: austeridad y reformas. Serán las cuentas más restrictivas de sus seis años como presidente. "Hemos pedido esfuerzos a los ciudadanos, especialmente a una parte de los ciudadanos, para cumplir con los objetivos de austeridad y de ahorro que exige la economía española para salir de la crisis. Austeridad y reformas, esos van a ser los objetivos de los presupuestos que, como sabe, van a reducir el volumen total de gasto en un 7,7%, pero con el principio de mantenimiento de la cohesión social que hemos extendido, ampliado y desarrollado, especialmente en favor de los más débiles, a pesar de su demagogia absolutamente insostenible", aseguró.

Rajoy le pedía insistentemente que especificara en qué consisten los sacrificios que augura para los próximos meses, pero no lo logró. "Vistos sus antecedentes, es lógico que la gente esté preocupada y que yo le haga esta pregunta: ¿Qué más les va a pedir a los españoles?". Rajoy utilizó con insistencia las resoluciones aprobadas en el Congreso, en contra del voto del PSOE, para no congelar las pensiones y le exigió que las cumpla.

Y Zapatero respondió haciendo un relato de las medidas sociales aprobadas por su Gobierno en las dos últimas legislaturas.

La temperatura del pleno subió casi al nivel de la calle en el habitual enfrentamiento entre la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, y la portavoz parlamentaria del PP, Soraya Sáenz de Santamaría. Esta leyó una parte de Don Juan Tenorio que se inicia con los versos "no hay lance extraño ni escándalo ni engaño en que no me hallara yo" y la vicepresidenta le respondió con una insinuación que terminó por irritar a los diputados del PP. Concretamente, vino a decir que el PP sintió la victoria de la selección española de fútbol, porque eso suponía subir el optimismo de los españoles. Dijo: "Ustedes hasta temieron que hubiera un triunfo de la selección española de fútbol por si un cierto optimismo pudiera beneficiar al Gobierno". A partir de ahí se desató la bronca y el presidente del Congreso, José Bono, tuvo que intervenir para intentar calmar a los diputados que, de lado a lado del hemiciclo, se increpaban.

Hasta ayer, todos los portavoces y miembros del Gobierno habían evitado desde la tribuna referirse y esgrimir la victoria de la selección española en el Mundial de fútbol. Hubo un amago del diputado de UPN, Carlos Salvador, en el debate sobre el estado de la nación, pero el propio Zapatero frenó el intento.

La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, ayer.
La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, ayer.CRISTÓBAL MANUEL

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