Un traje para la competitividad

"La causa principal de la difícil situación que padecemos es la permanente pérdida de competitividad de la economía española en relación con los países con los que competimos y en el ámbito de la economía global en la que estamos inmersos", destaca José María O'Kean en las conclusiones de su último libro, España competitiva.

Para el catedrático de Economía de la Universidad sevillana Pablo de Olavide, ese es el problema y no solo el sector de la construcción y el sistema financiero. Es una posición relativa que procede de los mayores costes de producción, los menores incrementos de productividad y la elevada inflación diferencial, que se refleja en el elevado déficit exterior y que requiere una financiación externa que empieza a ser insostenible. Para O'Kean, "seguramente España nunca ha tenido una estrategia competitiva como nación".

Es la conclusión de este libro, que el autor venía pensando escribir desde hace años. Por tanto, empezó su gestación en épocas de abundancia y acabó en estas de penuria. O'Kean reconoce que es un libro "un tanto retórico". Pero es un libro que "intenta convencer y presentar la situación económica actual, la lógica de sus causas, la magnitud de sus problemas y la escasa respuesta que estamos dando para encontrar una senda de recuperación". Y es "sencillo de entender", con apuntes de las soluciones que se salen de los tópicos de la economía del conocimiento y la innovación, "ni que requiera tal cantidad de reformas y de tal magnitud que nos lleven al escepticismo".

O'Kean ha dedicado gran parte de su carrera académica a estudiar la competitividad y habla en este caso, escribe, desde esa experiencia. Como buen representante de una familia de sastres muy conocida en Sevilla, trata de no dar puntada sin hilo. El libro, estructurado en 12 capítulos, sigue el modelo clásico de planteamiento, nudo y desenlace. Es decir, explica el patrón de crecimiento que ha seguido la economía española en los últimos ciclos y el impacto de la crisis financiera en los tres primeros capítulos; en los cinco siguientes, los factores que inciden en España, con incidencia en la falta de competitividad, y "las razones de por qué es tan difícil diseñar una política correcta que mejora esa competitividad y los fundamentos de una estrategia para competir como nación", en los últimos.

En ese sentido, recuerda cómo, cuando no había moneda única europea, las devaluaciones de la peseta permitían realizar los ajustes necesarios para minimizar los costes reales de la escasa competitividad. Ahora ya no es así porque no se puede manejar una moneda común. No hay otro remedio que asumir el cambio productivo, pero la crisis financiera internacional se ha metido por medio y ha hecho tomar medidas al Gobierno. Según su opinión, esas medidas no han contribuido precisamente a solventar las causas de los problemas y, por el contrario, sí han contribuido a generar crispación política.

Ante eso, O'Kean propone abordar un Plan de Actuación para la Mejora de la Competitividad que fije una estrategia "posible, creíble y que minimice los costes económicos y sociales de su implantación". Plantea también cambiar el sistema de incentivos, que, dice, son la causa de la difícil situación a la que ha llegado la economía. "No se trata de querer solucionar todos los problemas, ni de plantear una infinita relación de actuaciones y cambios legislativos que nos hagan perder el sentido del cambio estratégico que debemos abordar, ni tampoco de iniciar acciones que se anulen entre sí por su falta de coherencia", sostiene. Se trata, añade, de una estrategia para tener una España competitiva que tome como base el uso de los sistemas de información y el cambio de visión de la cadena de valores de las empresas, sean del sector que sean.

Resalta la relevancia de la formación del personal y "la necesidad, para ello, de extinguir los contratos temporales; extiende la implantación de sistemas de información a los ámbitos de la Administración pública que más inciden en los costes de transacción y es consciente de que solo teniendo un tejido productivo que produzca bienes de consumo interno seremos capaces de generar un valor apreciado por los consumidores de otros países y alcanzaremos un nivel de competitividad que nos permita seguir en la senda de la prosperidad". -