Henryk Jankowski, el capellán de los huelguistas polacos
Fue uno de los muchos sacerdotes que luchó contra el régimen comunista (y ateo) en Polonia durante los años setenta y ochenta, pero el único que se ganó el apodo de "capellán de Solidaridad". Henryk Jankowski, que murió el pasado 12 de julio en Gdansk a los 73 años, fue el primer cura que ofició una misa para los trabajadores en huelga de los astilleros de la ciudad báltica, en agosto de 1980, donde empezó a fraguarse el comienzo de la democracia en el país centroeuropeo. Años después de la caída del muro de Berlín, sus declaraciones antisemitas y antieuropeas le harían caer en desgracia.
Nacido en Starogard Gdanski (Polonia), el 18 de diciembre de 1936, Jankowski fue ordenado sacerdote en 1964 y se instaló como párroco en la iglesia de Santa Brígida, en Gdansk. "Fue un sentimiento increíble", dijo sobre aquella primera misa en la que apoyó las protestas contra el Gobierno.
"Sin su actitud, nuestra lucha no habría terminado con éxito", afirmó tras su muerte Lech Walesa, histórico líder de Solidaridad (el primer sindicato libre de la Polonia comunista) y que, con los años, se distanció de Jankowski. Otro importante sacerdote de la época, Jerzy Popieluszko, fue torturado y asesinado por agentes secretos del régimen en 1984 por su activismo anticomunista.
A pesar de haber sido una especie de héroe prodemocrático en los años setenta y ochenta, la reputación de Jankowski cayó bajo mínimos en los noventa. En 1997, la Iglesia católica le prohibió dar sermones durante un año por sus comentarios antisemitas y su empeño casi obsesivo por remarcar, desde el púlpito, el papel de los judíos en la muerte de Jesucristo. En una homilía llegó a afirmar que "los miembros de la minoría judía no debían ser tolerados en el Gobierno polaco".
También fue acusado de abusar sexualmente de un niño, pero nunca fue condenado y la investigación no demostró nada. Él insistió siempre en su inocencia y aseguró que se trataba de una campaña maliciosa orquestada por "judíos y judeocomunistas".
Otro aspecto controvertido de Jankowski, que fundó sus propias empresas, entre ellas una bodega de vino, era su afición extrema por los coches de lujo y la ropa cara.
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