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Caen dos bandas de proxenetas en Alcalá enfrentadas por controlar la prostitución

Han sido detenidas 17 personas por lenocinio de 60 mujeres, dos menores

Dos bandas de proxenetas que se disputaban el control de la prostitución callejera en Alcalá de Henares han quedado fuera de la circulación. Al menos de momento. Agentes del Cuerpo Nacional de Policía han desmantelado a estos dos grupos entre los que había una gran rivalidad. El clan de M. T., alias Beku, dominaba la zona hasta que comenzó la lucha con el grupo de G. D., también conocido como Arture, que operaba en la zona de la Casa de Campo y del polígono de Marconi (Villaverde).

Los dos cabecillas fueron detenidos hace dos semanas en dos operaciones casi simultáneas, junto a otros 15 implicados: nueve y ocho de cada banda, respectivamente. Ambos comparten edad y nacionalidad: 34 años, de origen rumano.

Los miembros de la banda de Arture están acusados de explotar sexualmente a cerca de 30 mujeres, incluidas dos menores, que captaban en Rumania. Fuentes de la investigación explicaron ayer que "engañaban a las chicas en su país para que se enamoraran de un hombre mayor que las iba convenciendo de lo que harían en España". Sus padres las autorizaban a venir al país sin saber que el supuesto novio ejercería como proxeneta de las jóvenes. Ninguna de las víctimas llegaba a los 30 años y dos tenían 16 años "porque las menores son las más cotizadas", apuntó el mismo informador.

Los nueve detenidos del clan de Beku están acusados, además del proxenetismo con otras tantas mujeres (muy pocas les han denunciado), de lesiones, amenazas y de una tentativa de secuestro en la que colaboró un guardia civil. Estos delitos responden a los ajustes de cuentas entre ambos grupos. "Hubo agresiones muy graves", asegura un mando policial.

El guardia civil implicado, también detenido, era socio de una discoteca de Alcalá en la que trabajan colaboradores de Beku. Participó en una detención simulada de uno de los miembros del clan rival, que podría haber sido ejecutado si no llega a escapar, según la versión de los investigadores. Estas agresiones nunca eran denunciadas, sino que provocaban nuevas venganzas.

Los dos grupos estaban "perfectamente estructurados", según un comunicado de la policía. Formaban parte de una organización criminal que opera a nivel internacional desde finales de los noventa, a quien pagaban un porcentaje de sus beneficios a cambio de protección.

La investigación comenzó tras la denuncia de la madre de una de las víctimas. Era una de las menores rumanas, que había desaparecido. En realidad, ejercía la prostitución en España cuando todavía tenía 16 años. Ahora tiene 18 años y "está metida en robos", pero ya no se prostituye porque a la organización de Arture "no le interesaba" la repercusión que tuvo la denuncia de su madre.

Las jóvenes que se veían obligadas a ejercer la prostitución eran tratadas como "esclavas", llegando incluso a trabajar con "infecciones en la boca".

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