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Del barco de esclavos al arte 'posnegro'

El CGAC muestra el impacto creativo de las culturas negras

Las relaciones de la diáspora africana con la creatividad contemporánea, desde 1909 a la actualidad, es el libreto inicial de Afro Modern: Viaxes a través do Atlántico negro, organizada por la Tate Liverpool e inaugurada ayer en el Centro Galego de Arte Contemporánea. Toman el título del libro de Paul Gilroy The Black Atlantic: Modernity and Double Consciousness (1993). Su Atlántico negro aludía al cruce de las culturas negras con otras de todo el Atlántico, desde las migraciones con grilletes de hace tres siglos hasta ahora mismo.

En orden cronológico, las 140 piezas de Afro Modern se estructuran en siete apartados, empezando por las vanguardias hasta una generación posnegra que se recicla a sí misma con las armas de la industria y el pasado colonial. Lo que va de Aaron Douglas, vinculado al Renacimiento de Harlem -los afroamericanos emigraron allí masivamente desde 1915-, a los grafitis de Basquiat, elogiados por su primitivismo, se analiza a través de la perspectiva europea, las reacciones híbridas (desde la antropofagia del brasileño Oswald de Andrade a la negritud y el crioulismo) o la politización expresa del black power, como en la huella corporal de The Door (Admisions Office), de David Hammons, registro de la exclusión.

La violenta 'historia negra' de Kara Walker cierra la exposición

Contrasta el diverso impacto del arte africano en Picasso -Cabeza de mujer (1909)-, Man Ray -la fotografía Noire et Blanche (1926)- o Brancusi -su escultura The blonde negress (1926) es un modelo futurista de máscara africana y diseño robótico-. O el racismo del autor de Antología negra (1921), Blaise Cendrars, defensor del "lenguaje concreto de los pueblos primitivos". La odisea afroamericana, explicitada a través de relatos pictóricos como las Migration Series de Jacob Lawrence, se hace carne a través de la música. El poder icónico de la parisina Joséphine Baker, o los poemas de Langston Hughes, que imitan el fraseo del bluesman Robert Johnson, añaden nuevas perspectivas hacia al final, cuando la oceánica Afro Modern acaba "con un interrogante vinculado a los debates actuales", en boca de la comisaria británica, Tanya Barson.

La pregunta sobre nuevas identidades negras, afirmadas o por afirmar, está en la última sala. Allí comparten espacio, entre otros, el superhéroe negro de Chris Ofili, Captain Shit -con trazo manga-, y las siluetas recortadas en blanco y negro que cierran la exposición. En esa película de Kara Walker, 8 possible beginnings or the creation of african-America, la nostalgia inicial da en escenas de violencia y abuso de poder. La historia de la esclavitud, que no acaba.

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