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La noche del triunfo

La parroquia futbolera

Los alemanes lloraron la derrota en su templo de Recoletos y en restaurantes

Más de 500 litros de cerveza, 300 salchichas y tres centenares de aficionados gritando cada vez que el balón rondaba la portería. Podría ser un bar durante el Mundial. Pero no. Era una iglesia. La Iglesia Evangélica Alemana de Madrid. El templo se ha estrenado en este Mundial como sede para la parroquia futbolera germana. "La primera vez que jugó Alemania lo vimos dentro, pero hemos tenido que salir al patio porque viene mucha gente", explicaba el párroco, Stephan Büttler.

La iglesia había comprado las cervezas -alemana sobre todo- y las salchichas. Se servían por dos euros y 2,50 respectivamente. Con eso y con una pantalla de medio metro de ancho el lleno estaba asegurado. A las siete de la tarde de ayer cerca de cien alemanes esperaban ya en el paseo de la Castellana, número 6 a que se abrieran las puertas del templo. Todos con camisetas, bufandas y pinturas en la cara con la bandera tricolor: negro, rojo y amarillo, por supuesto. Pero también se dejaron caer españoles.

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Partidarios de La Roja y la selección alemana vivían el partido como una fiesta. Antes de saber que España ganaría, los forofos de ambos equipos se increpaban entre bromas. "Yo soy alemán, alemán, alemán", cantaban unos. "¡España, España!", replicaban los otros.

La tensión creció con el gol de Puyol, pero la afición germana no cejó sus cánticos: "Auf geht's Deutschland schiesst ein Tor, ein Tooor! (¡Vamos Alemania, mete un gol, mete un goool!). Luego se impusieron los suspiros con una mezcla de ansia y desesperanza.

Al final ganó La Roja y Alemania vuelve a casa, algo que no gustó mucho a Katharina, una joven en prácticas en la Cámara de Comercio. "Nosotros hemos jugado mejor que España durante el resto del Mundial". Pero hay que saber perder, como decía Stefan: "Estoy triste, pero me alegro porque la selección española llega por primera vez a una final". El domingo la Iglesia Evangélica Alemana se quedará muda. Ni jugará la selección ni habrá misa.

En otro lugar, los casi 400 aficionados de la tricampeona del Mundial reunidos en el Fass, el restaurante alemán por excelencia de Madrid, no se lo podían creer. "Hemos perdido por un gol, un solo gol", lamentó Judith, resumiendo el sentimiento de incredulidad de todos. Como si fuera imposible que la selección que ganó 4-0 a Argentina perdiera así. Media hora antes del partido Judith aún estaba segura de que su equipo iba ganar 3-1, como muchos de los hinchas alemanes, que habían acudido al Fass para celebrar una victoria por goleada. Pero al parecer, a los jugadores no les llegaron ni los gritos de aufstehen, wer siegen will (¡que se levante quien quiere ganar!) ni la ola que hicieron sus seguidores en Madrid. El gol de Puyol silenció por completo los cada vez más tímidos cantos de los germanos. No todos los que estuvieron en el local, sin embargo, vivieron la victoria de la Roja con tristeza. "Gol, gol, gol", fue el canto de alegría de Erickson, camarero de Filipinas, mientras abrazaba al cocinero. Se había pintado las banderas de ambos países en la cara, "por oficio, aunque voy con España, cómo no", aseguró. En el descanso también se había colado un grupito de españoles, incapaces, como Erickson, de esconder la euforia: "Hoy los alemanes van a comer pulpo", se rieron.

Al acabar el partido, el restaurante se vació en pocos minutos. Muchos se fueron directamente a casa, algunos se quedaron en la terraza, con caras de asombro, la cerveza del consuelo en la mano. Y algunos incluso se rindieron ante el espíritu del bando contrario. "Ahora voy con España, porque han sabido luchar y porque tienen una afición majísima, nada arrogante", afirmó Lina.

Dos aficionados alemanes se lamentan durante el partido.
Dos aficionados alemanes se lamentan durante el partido.S. SÁNCHEZ

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