Edificios combativos
El arquitecto Santiago Cirugeda lucha por devolver las ciudades a sus habitantes - El creador participa en un curso de la UPV
Santiago Cirugeda (Sevilla, 1971) es un arquitecto de guerrillas. Su sueño nunca ha sido firmar un edificio como el Guggenheim, ni pasar a la posteridad por su obra, sino devolver a los ciudadanos aquello que les pertenece: las ciudades. Acabó estudiando arquitectura de casualidad, empujado por su padre, que "tenía miedo a que acabase metido en Bellas Artes", y desde su estudio, Recetas Urbanas, lleva 15 años removiendo conciencias arquitectónicas. Cirugeda, de visita en Bilbao, participa en un curso de verano de la UPV sobre usos y abusos del patrimonio histórico y advierte que la ciudad tiene una oportunidad única con Zorrozaurre para regenerar el área, contando con la voz de los vecinos y diversos colectivos sociales.
Cirugeda bordea la legalidad tomando azoteas o construyendo en andamios
En Zorrozaurre, dice, "habría que crear un foco social y cultural importante"
Las criaturas de Cirugeda, hechas a base de materiales reciclados, bordean la legalidad y cuentan siempre con un marcado carácter social y reivindicativo. "Más de una vez he terminado en comisaría" explica el arquitecto, entre otras cosas, por la ocupación de solares abandonados, la construcción en andamios, la toma de azoteas o la instalación de injertos en edificios que roban espacio a la calle. Todo deriva de la concepción que el arquitecto tiene sobre su oficio y el espacio en el que trabaja.
"La ciudad nace como un elemento que intenta solucionar un problema de convivencia. El problema es que se diseña en momentos de esplendor económico, que hacen que crezca, levantando grandes infraestructuras, pero se obvia, y es fundamental para el desarrollo de políticas urbanas, al otro, ése al que yo llamo hombre invisible; el ciudadano", apunta Cirugeda.
El arquitecto, además, visitó ayer por la tarde Zorrozaurre. No hace mucho que ha estado por allí. La semana pasada participó en otro taller en la vieja zona industrial de Bilbao. No duda en qué hacer si le dejasen meter mano en el proyecto de remodelación urbanística.
El primer paso sería conservar ciertos enclaves de tejido industrial "algo que es patrimonio vasco, parte de la cultura vasca". Para luego permitir, de forma temporal y hasta que el proyecto no termine de ver la luz, "que los vecinos puedan crear un centro cultural, huertos o la instalación de pequeñas empresas, facilitar el alquiler y sobre todo atraer gente nueva y crear un foco social y cultural importante", añade.
Cirugeda volverá al País Vasco el 19 de julio para participar en un encuentro de arquitectura colectiva en Pasaia; antes, recorrerá otras ciudades de España porque como asegura el "bla, bla, bla" o los "bolos de verano" es lo que le da de comer. Su estudio trabaja sin dinero o por adelantado, pero con una premisa que le permite sobrevivi: nunca se presenta a un concurso de arquitectura y todo lo que consigue de la administración pública es porque él de antemano presenta un proyecto.
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