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Columna
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La política del elefante

La política está llena de elefantes. Hace unos años, un profesor de Berkeley popularizó un pequeño libro sobre el lenguaje de la política que se titulaba No pienses en un elefante. Su autor, George Lakoff, lo escribió para dar a los votantes del Partido Demócrata estadounidense una explicación de por qué sus rivales conservadores les habían tomado la delantera ante la opinión pública. El concepto que organizaba todo el ensayo se denominaba marco, definido como una estructura mental que influía en nuestra forma de ver el mundo. Lakoff sostenía que los conservadores americanos habían sido capaces de crear un modelo que había sido aceptado por todos, por lo que alentaba a los demócratas a cambiarlo. Desde ese análisis llegó Obama a la presidencia de EE UU, tras esquivar el discurso del Partido Republicano construyendo un marco distinto por el que encuadrar el mundo.

El gran acierto del PP en España es que Rajoy, una vez que se ha ido al garete el modelo económico neoconservador, ha decidido cambiar de marco y crearse uno distinto para cada día de la semana. Sobre todo después de que el PSOE, como consecuencia de la crisis, haya dejado de tener el suyo propio. El PP ha desistido del viejo mito ilustrado de que los políticos deben decir la verdad, para defender que antes de la verdad está la confianza de los electores, a los que hay que decirles lo que quieren escuchar. Desde esta perspectiva se entiende, por ejemplo, que el PSOE haga una reforma laboral de derechas que obtuvo la abstención de la derecha. O que los populares planteen la prohibición del burka en España y que los socialistas sean los que se opongan a la propuesta. Ya no solo queda la duda sobre la permanencia de las ideologías de izquierda y de derechas, sino que hayamos creado una ideología cambiante para la crisis económica.

El nicaragüense Tomás Borge recoge en un libro apologético sobre el ex presidente mexicano Carlos Salinas unas palabras atribuidas a su hermano Raúl sobre su llegada al poder: "Cuando fue designado candidato, quedamos de acuerdo toda la familia en seguir la política del elefante, con las orejas muy grandes para escuchar, la piel bien gruesa para que no penetre la intriga ni el halago que deforma y con las cuatro patotas en la tierra intentando caminar todos". Los partidos políticos se han convertido en una manada donde la mayoría de sus dirigentes han perdido los principales atributos del paquidermo: esas grandes orejas para escuchar, esa piel que le defendía de las mentiras de los pelotas y esos pies grandes para no perder la realidad de la tierra. Solo conservan dos capacidades: la de seguir dando grandes zancadas y la de emitir exabruptos para alertar de la presencia de enemigos, pero solo a los suyos.

Javier Arenas abandera ahora este modelo en Andalucía. A veces es de derechas los lunes y progresista los martes. Algunos jueves le toca otra vez ser progresista, como el otro día en el Parlamento denunciando el recorte en materia social del Ejecutivo de Griñán. Y hay incluso un viernes al mes que se muestra conciliador, acercando posiciones con el PSOE para sacar adelante la gran caja andaluza. Arenas, que dice en cada momento lo que cree que los ciudadanos quieren escuchar y se guarda lo que los votantes prefieren no oír, está haciendo muy bien su trabajo. Hemos pasado en poco tiempo de una ausencia total de ideología, a tener una distinta para cada día de la semana. En ello está teniendo mucho que ver el PSOE, que lleva meses diciendo una cosa hoy y desdiciéndose de ella al día siguiente. Nadie lo ha expresado mejor que Felipe González: "Rectificar es de sabios, pero hacerlo todos los días es de necios". El PSOE y su otra política del elefante. Para ser precisos, la política de un PSOE desnortado moviéndose como un elefante en la delicada cacharrería de la crisis económica.

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