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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Lipperheide, industrial de buen gusto

Esposo de la ganadera Dolores Aguirre, su familia controló el sector químico

Federico Lipperheide Wicke (Bilbao, 1929) se había acostumbrado a ser una referencia por quienes le acompañaban. A su condición de empresario, miembro de una familia de origen alemán que controló durante décadas la industria petroquímica vasca, este industrial de trato siempre afable y de elegancia constante, no podía evitar que fuera presentado como el esposo de Dolores Aguirre, la reconocida ganadera, con quien se le ha visto temporada tras temporada en las principales plazas de toros de España. Su empeño fue fundamental para que su esposa se decidiera hace ya tres décadas a gestionar en una dehesa sevillana la ganadería que había pertenecido a Teresa Osborne y que formada con reses oriundas de Atanasio Fernández, la ganadera vasca ha dotado de singular personalidad.

Era sobrino de José Lipperheide, secuestrado por ETA en los ochenta

Además, Federico Lipperheide se vio obligado a que precisar más de una vez que no había sido secuestrado por ETA. Quien pasó por un trance tan dramático en 1981 fue su tío José Lipperheide Henke, a quien la organización terrorista capturó en Neguri (Vizcaya), zona donde siempre se asentó el poder económico más influyente del País Vasco, aunque quizá en los últimos años haya perdido peso específico.

Fue el claro ejemplo del empresario vizcaíno del siglo XX. Forjado en la oligarquía empresarial de Neguri, Federico Lipperheide Wicke fue uno de esos vizcaínos que mantuvo a la industria de la provincia en el panorama internacional de la segunda mitad del pasado siglo con sus exportaciones brillantes a los paises más potentes de Europa.

Formado en el colegio de los Padres Jesuitas de Indautxu, pronto dio el paso para potenciar la industria química vasca, dentro de esa herencia familiar dedicada a la intensa actividad alrededor de la Ría. Estuvo siempre ligado con el sector petroquímico, donde brilló especialmente la firma Unquinesa, empresa que después derivó hacia la multinacional Dow. Pero Federico tuvo luz propia en su labor como consejero del Banco de Vizcaya, antes de convertirse en el BBVA, donde permaneció en labores directivas hasta hace no muchos meses. Unas tareas laborales que mantuvo en la empresa que lleva su nombre y en consejos de administración de diferentes organizaciones y medios de comunicación.

Uno de sus momentos más difíciles llegó en 1981, cuando vivió el secuestro de su tío José por la banda terrorista ETA, en plena polémica por la construcción de la central nuclear de Lemoniz. Federico estuvo en primera línea en la feliz resolución de aquel secuestro.

Hombre ordenado en sus tareas, vivía con especial intensidad los meses de otoño, donde tenía que hacer un alto en sus aficiones para volcarse en su extensa actividad empresarial. Porque siempre fue una persona que cultivó y mimó sus hobbies, en especial los toros y la gastronomía.

El matador de toros Antonio Ordóñez mantuvo una gran relación con muchos aficionados de Neguri y Federico Lipperheide fue un amigo muy especial del maestro. Cuentan que una tarde de los años setenta, Federico Lipperheide y su amigo Álvaro Cruzat hicieron el paseíllo en la Corrida Goyesca que anualmente organizaba Antonio Ordóñez. No actuaron, pero tuvieron el honor de vivir la intensidad de esa tarde de septiembre en la que Ronda se convierte en el centro del panorama taurino ataviados con los vestidos de la época del pintor. Junto al propio Ordóñez formaron la ganadería con el nombre de Dolores Aguirre. Él fue quien les buscó una finca en la sevillana Constantina, cerca del aeropuerto para poder vivir a caballo entre Berango (Vizcaya) y las tierras hispalenses.

Si los toros fueron una de sus devociones, la otra fue la gastronomía. Fundador y presidente de la Academia Vasca de Gastronomía, impulsó la defensa de la cocina autóctona y era un habitual articulista en la publicación de esta sociedad, Apuntes de Gastronomía. Una de sus últimas apariciones públicas fue precisamente la entrega de los premios de la Academia.

En noviembre de 2008, festejó con sus familiares y amigos su 80º aniversario, muestra de que siempre supo mantener vivas las relaciones con sus personas queridas.

Federico Lipperheide en un acto público, el año pasado.
Federico Lipperheide en un acto público, el año pasado.LUIS ALBERTO GARCÍA

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