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La mitad de las viviendas históricas de Ferrol necesita una rehabilitación

El Ayuntamiento exige fondos a la Xunta para atender las demandas de los dueños

El centro histórico de Ferrol es un colador urbanístico donde coinciden viviendas del siglo XVIII deshabitadas, ruinososas o estéticamente muy deterioradas junto a edificios de nueva planta, docenas de inmuebles reformados y otros tantos inmersos en un lento y costoso proceso de rehabilitación. Hace ocho años que el ayuntamiento se puso manos a la obra para frenar el deterioro galopante de los barrios de A Magdalena y Ferrol Vello, el núcleo urbano y comercial de la ciudad naval. No está resultando fácil.

El Gobierno local reclama más fondos a la Xunta, los propietarios piden más ayudas y se quejan del "excesivo proteccionismo" del municipio para autorizar las reformas. En A Magdalena hay 3.671 edificios censados, de los que 1.293 tienen cierto valor histórico. De ellos, según datos del Ayuntamiento, más de la mitad necesitan ser rehabilitados. Este porcentaje es probablemente mayor en Ferrol Vello, un barrio muy degradado que cuenta con más de un millar de edificios censados, sobre cuyo estado de conservación no hay datos precisos.

Ferrol Vello, muy deteriorado, aspira a ser declarado Ben de Interese Cultural
La alarma saltó en 2008, cuando una vivienda se desplomó sobre la calle

Los técnicos municipales han contabilizado en los dos barrios históricos de Ferrol 374 casas vacías, 94 en mal estado y 30 prácticamente ruinosas. Otras 216 están "regular" y necesitan mucho más que una mano de pintura. Sólo 505 se conservan decentemente.

Desde que abrió sus puertas, en 2002, la Oficina Municipal de Rehabilitación ha contabilizado 1.739 solicitudes de propietarios en busca de una subvención para reformar su vivienda o el edificio entero. En los últimos ocho años, se han atendido 331 casos y se han completado 281 intervenciones, de las que 160 eran casas deshabitadas que hoy están completamente reformadas o en proceso. El 80% de las demandas para arreglos y reformas se corresponde con viviendas situadas en A Magdalena, mientras que Ferrol Vello -infinitamente más deteriorado- aspira a ser reconocido por la Xunta como Bien de Interés Cultural (BIC) para reclamar el chorreo de millones que necesita para una intervención rehabilitadora casi integral.

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El casco histórico de Ferrol tiene "varias peculiaridades", explica Iñaki Mendizábal, arquitecto y director de la oficina local de rehabilitación. La ciudad pasó de pequeño muelle medieval a ser el epicentro de la construcción naval y arsenal militar de la Armada en el siglo XVIII. Fue diseñada en forma de cuadrícula y planificada al detalle por ingenieros militares. Un elegante modernismo geométrico se instaló en sus galerías y balcones como señal de identidad. "A Magdalena fue el barrio burgués por excelencia hasta los años noventa, y ahí, por una suma de factores, empezó su decadencia", dice Mendizábal.

El responsable de la oficina de rehabilitación considera que el comercio local "fue poco respetuoso" con los edificios. Más de un constructor edificó pisos de hormigón sobre antiguas vigas de madera y pocos propietarios se preocuparon de renovar las cubiertas y las ventanas, o de modernizar las viviendas con ascensores, grifería e instalaciones eléctricas adecuadas para el siglo XXI.

Para Alberto García, arquitecto y socio de la firma Hábitat, el problema de fondo es un Plan General de Ordenación Municipal (PXOM) "muy asfixiante, poco flexible" que pone pegas "hasta para colocar una simple cornisa". Este arquitecto ferrolano cuenta que rehabilitar su casa, de 1850, y colocar un ascensor en el ojo de la escalera "fue toda una odisea, como si la obra fuera en la catedral de Burgos". "En el centro hay edificios magníficos en declive que necesitan que el proceso de reforma sea más ágil y abierto para que sirva de revulsivo o morirá", vaticina.

El edil de Urbanismo, Ángel Mato, del PSdeG, destaca que las peticiones para remozar las casas del centro se incrementaron "un 20%" en los últimos años. De las 1.739 solicitudes, algunas fueron rechazadas o no llegaron a materializarse por falta de fondos. Aún así, Ferrol es la urbe gallega que más peticiones registra y la que más dinero reclama de la Xunta y el Ministerio de Vivienda para rehabilitar. Mato se queja amargamente de las 30 intervenciones aprobadas por la Xunta para la ciudad en 2010 con 50.000 euros a repartir entre tres barrios. Destaca la apuesta del gobierno ferrolano por la recuperar su casco antiguo como alternativa a las nuevas edificaciones. Con esta política también se busca recuperar alguno de los 6.559 vecinos que la ciudad ha perdido en la última década. La mayoría "emigraron" al municipio vecino de Narón, con un parque residencial nuevo y más barato.

Rehabilitar no es ningún chollo. En la reforma de 281 inmuebles se han invertido en torno a 7,5 millones de euros. Millón y medio procedía de ayudas y subvenciones. Los trámites para beneficiarse de estos incentivos son complejos y farragosos. Según los técnicos de Urbanismo, el importe subvencionable oscila entre 8.000 y 16.000 euros, lo que supone aproximadamente un 25% del coste total de la obra en un inmueble completo -el bajo y tres plantas-, que suele rondar -de media- los 100.000 euros.

Las alarmas sobre el decadencia arquitectónica del centro de Ferrol saltaron en abril de 2008. A pocos metros del casa consistorial una vivienda se desplomó sobre la calle un sábado por la tarde. Aplastó un coche. Tres meses después, en la plaza de Amboage, se desprendió un muro de carga que cayó sobre un calamar gigante expuesto en una de las vitrinas de la Sociedade Galega de Historia Natural. Hay más ejemplos.

Para evitar una desgracia, el gobierno de Vicente Irisarri firmó hace dos años un convenio con el Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia (70.000 euros) para pasarles la ITV a más de un centenar de edificios, los más antiguos y decaídos.

Además, de forma paralela, se inició la redacción dos ordenanzas para la Inspección Técnica de Edificios (ITE) y un Registro Público de Solares que ya encaran su recta final. Ambos reglamentos, según el ejecutivo de Irisarri, serán "herramientas administrativas" para conocer el estado de los edificios, evitar el deterioro y agilizar su expropiación o venta forzosa si compromenten la seguridad del barrio. "Servirá para obligar a los propietarios a hacerse cargo del mantenimiento de sus inmuebles porque correrán el riesgo de perderlo", resumen desde el departamento de Urbanismo.

Pese a las dificultades administrativas y al elevado coste que supone reformar una vivienda, los seis técnicos de la oficina ferrolana de rehabilitación -casi todos arquitectos- aseguran estar desbordados. Priorizan la rehabilitación integral sobre las pequeñas reformas y redactan la mayoria de los proyectos y memorias, rehaciendo la vivienda de abajo a arriba.

Se quejan de que la actual Xunta se ha deshecho del Plan Renove y les ha endilgado la erradicación del chabolismo y la gestión de los alquileres autonómicos con un presupuesto de 80.000 euros anuales. Estiman que para sacarlo todo adelante necesitan el triple: 254.00 euros.

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