Dos lenguas autonómicas más
En Ceuta, los musulmanes empiezan a pugnar por que el árabe sea reconocido, y en Melilla lo hacen por el tamazig con la ayuda de ERC
Dos lenguas más en la España de las autonomías que se añadirían a las tres cooficiales? Todavía no, pero los musulmanes de Ceuta y de Melilla han empezado a revindicar el reconocimiento del dariya (árabe dialectal marroquí) en la primera ciudad y del tamazig, la lengua de los bereberes del norte de África, en la segunda. La mitad de los 155.000 habitantes de ambas ciudades son musulmanes.
Mustafá Aberchán, el líder de Coalición por Melilla, el partido de oposición musulmán, sueña a veces en voz alta con que "en un futuro, el tamazig acabe siendo cooficial", pero en su propuesta de nuevo estatuto de autonomía para la ciudad no ha apostado abiertamente por ello.
Mohamed Alí, que encabeza la Unión Democrática de Ceuta (UDCE), el principal partido musulmán local, ha solicitado, por su parte, el reconocimiento institucional del dariya en el futuro estatuto de autonomía de la ciudad, pero aún no en pie de igual con el castellano, "la lengua oficial de la ciudad". "No se trata de mermar su carácter oficial", insiste.
Los musulmanes piden el reconocimiento de sus dos lenguas, pero no su plena equiparación con el castellano
Ceuta y Melilla, y sobre todo sus alumnos musulmanes, arrojan las tasas más altas de fracaso de toda España
El árabe dialectal está en auge en Ceuta, y el tamazig, en declive en Melilla y en todo el norte de Marruecos
"Al entrar en la escuela, los niños rifeños deben dejar en la puerta su bagaje cultural", se queja el profesor Yahia
En las calles de Melilla no hay letreros en tamazig ni en sus escuelas libros de texto en ese idioma. Y, sin embargo, "hay ciudadanos españoles -cerca de la mitad de la población- de cultura amazig (bereber) que hablan tamazig como herencia y culto a sus padres y abuelos", afirma Quebdani Ben Abdellah. "No son extranjeros, no vienen de otro país, simplemente configuran la realidad intercultural de nuestra ciudad".
"Se habla el españoltamazig (...) como el spanglish que emergió en EE UU", y que consiste en un castellano salpicado de palabras inglesas, matiza Mohamed Houdou, en las páginas del diario Melilla Hoy. Sea lo que fuere, "es una lengua viva", recalca Jahfar Hassan Yahia, profesor de tamazig en la ciudad.
En las calles de Ceuta no hay tampoco ningún rótulo en árabe, "ni siquiera en la frontera con Marruecos, por la que transita una mayoría de arabófonos a los que se les da la bienvenida en la ciudad en varios idiomas, pero no en el suyo", se queja Mohamed Alí. "En la Península hay carteles en árabe para orientar a los inmigrantes marroquíes que viajan a su país en coche, pero una vez en Ceuta desaparecen", denuncia.
Más antiguo que el griego y el latín, el tamazig fue la principal lengua del norte de África hasta su islamización, en el siglo VIII, pero aún hoy día la hablan unos 25 millones de personas, sobre todo en Argelia y en Marruecos, donde el Instituto Real de Cultura Amazig (bereber) trabaja para unificar sus tres variantes regionales (Rif, Atlas y Souss). El Rif, que rodea a Melilla, es una de las zonas donde más pervive.
Posee un alfabeto propio (tifinag), aunque hoy día se escribe más bien con el latino y, excepcionalmente, con el árabe. La gran mayoría de los que lo hablan no saben leerlo o escribirlo, pero esto es secundario a ojos de los lingüistas. "Toda lengua (...) es un fuerte signo de identidad para los que la hablan, esté codificada o no lo esté", afirma el catedrático Juan Carlos Moreno Cabrera en su libro La dignidad e igualdad de las lenguas.
"En todo el norte de África, los bereberes de Melilla son los únicos que viven en un Estado democrático", subraya el profesor Yahia. "Aun así, no se respetan sus derechos fundamentales como la lengua, la cultura y el respeto por su memoria histórica", asegura.
"Prueba de ello es que no se estudia ni siquiera como cultura", denuncia Yahia. "Los niños rifeños no saben nada de su historia", añade. "Al entrar en la escuela, deben dejar en la puerta su bagaje cultural". "El sistema escolar les convierte en clones culturales", se lamenta. "La mitad de la población no tiene acceso a educarse en su lengua", denunciaba en 2009, en el Congreso de los Diputados, Joan Tardà, de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el más fiel aliado de los bereberes.
La que era entonces ministra de Educación, Mercedes Cabrera, reconoció que todo ello tenía un indudable impacto en el elevado fracaso escolar en ambas ciudades. Melilla y, más aún, Ceuta están a la cola de España e incluso de la Unión Europea. La evaluación del nivel de primaria de la OCDE, divulgada hace dos semanas, las coloca en los dos últimos puestos de la educación española, ya de por sí deficiente.
La barrera lingüística "es solo una causa, entre otras, del mal resultado", matiza Aquilino Melgar, director provincial de Educación en Ceuta. "El problema lingüístico se ha reducido mucho gracias a la escolarización infantil temprana", recalca su homólogo de Melilla, Miguel Heredia. "Sería aún menor si a los peques que entran en el colegio se les enseñase el castellano como segunda lengua, potenciando ante todo el lenguaje oral", sostiene la asesora lingüística Verónica Reyes.
Pese a la escolarización infantil, las cifras cantan. El abandono educativo temprano se situaba, por ejemplo, en ambas ciudades en el 54,8%, casi un 25% por encima de la media de España. En claro, una mayoría de jóvenes de entre 18 y 24 años no han completado ningún tipo de educación o formación.
Casi todos están abocados al paro. "En una década solo habrá trabajo para el 15% de quienes no cursan como mínimo ciclos formativos de grado medio o el bachillerato", explicaba el mes pasado, en Ceuta, Carmen Maestro, presidenta del Consejo Escolar Estatal.
Ceuta y Melilla son los dos únicos lugares de España donde la educación no está transferida y el peso de la enseñanza pública es aplastante (79% del alumnado), casi un 12% por encima de la media española. Solo Castilla-La Mancha supera ese récord. La mitad de los alumnos son musulmanes, predominan incluso en infantil y primaria, y no suelen hablar castellano en sus casas.
No hay estadísticas por confesiones, pero el fracaso y el abandono escolar se ceban especialmente en ellos. Basta para comprobarlo con comparar las estadísticas de los centros escolares frecuentados casi al 100% por musulmanes y otros en los que apenas hay chavales de esa confesión. Ese reparto del alumnado perjudica a la integración.
El Partido Popular, que gobierna ambas ciudades, parece consciente del problema. A instancias suyas, el pleno del Senado aprobó el 11 de mayo, por unanimidad, una proposición no de ley que insta al Gobierno a "frenar y corregir los altos porcentajes de fracaso y abandono escolar". Le pide además que "fortalezca las medidas destinadas al alumnado cuya lengua materna no sea el castellano (...)".
Mientras el tamazig pierde terreno en el norte de África, el árabe lo gana. Avanza incluso en Ceuta. Se ha producido "un proceso de arabización que provoca un uso mayor de la lengua árabe", sostiene la filóloga y arabista Ángeles Vicente, de la Universidad de Barcelona, en su libro Ceuta: una ciudad entre dos lenguas. Acaso se deba a que los matrimonios mixtos, de ceutíes con mujeres marroquíes, han aumentado y el árabe es la lengua común. "Se constata que los niños musulmanes hablan el árabe ahora con más frecuencia que años atrás", aunque no lo escriben.
Vicente asegura incluso que se ha desarrollado un árabe ceutí oral "mezcla del que trajeron a la ciudad los primeros marroquíes que emigraron del campo, del que impera en la vecina Tetuán -el más prestigioso del norte de Marruecos- y del español". A los que lo hablan les cuesta entenderse, por ejemplo, con los marroquíes de Rabat o Marraquech.
"Pese a que le atribuye un escaso valor lingüístico, el musulmán ceutí considera que la conservación de su árabe es una cuestión de salvaguarda de su identidad cultural y religiosa ante la amenaza que supone la hegemonía del español lengua vernácula y vehicular de la población cristiana", sostiene Vicente.
Es, sin embargo, paradójicamente, la lengua más débil, el tamazig, la que ha logrado conquistar mayores espacios. El Ayuntamiento de Melilla ofrece clases de tamazig presenciales y online (www.melillatamazight.es), y la televisión municipal emite un telediario y un magacín cultural. El Gobierno central incluyó además, por primera vez, en los presupuestos generales de 2010 una partida de 50.000 euros para la promoción de esa lengua.
Es "un paso importante no tanto por la cuantía presupuestada, sino por el reconocimiento de una lengua excluida del sistema escolar", declaró el promotor de la enmienda presupuestaria, Joan Tardà, portavoz de ERC en el Congreso. De paso ironizó: "Quién iba a decir que el PP de Melilla, que no es el más progresista que hay en el Estado, financie clases de tamazig (...)". "Esto parece el mundo al revés".
Estos pasos quedan, no obstante, a veces deslucidos por la distorsión que desde la misma Melilla se hace de la cultura bereber. El Ballet de las Culturas, que cuando actúa fuera de la ciudad representa su diversidad folclórica, incluye entre sus espectáculos la "danza del vientre", algo "tan ajeno a los bereberes como el baile tradicional japonés odori a los aragoneses", se indigna un musulmán melillense.
Con esos 50.000 euros, el Ministerio de Educación no va a empezar a introducir el tamazig y el árabe en la enseñanza. Ni siquiera lo hará como asignaturas optativas que se estudien como lenguas extranjeras, como reclaman los dos partidos musulmanes. Ambos se lo solicitaron al propio presidente José Luis Rodríguez Zapatero cuando les recibió en el invierno de 2007.
"No nos planteamos tener lengua optativa a día de hoy", declaró en noviembre, en el Congreso, el ministro Ángel Gabilondo. "Hay que fomentar el español, respetando a las demás lenguas", sentenció. Su predecesora, Mercedes Cabrera, dudaba incluso de que fuese posible insertar en el sistema educativo "una lengua de tradición oral carente de cuerpo gramatical".
La única concesión que Educación hace, por ahora, es a la creación, a partir de septiembre, de la figura del mediador. Melilla se esforzará por "aproximar el centro escolar, en el que se trabaja en español, a las familias que hablan tamazig", explica el director provincial, Miguel Heredia. Su objetivo es "eliminar las barreras lingüísticas", resalta.
Los Gobiernos de ambas ciudades también se oponen a que se enseñe en la escuela la lengua de los musulmanes. La portavoz del Ayuntamiento ceutí, Elena Sánchez (PP), tachó en su día la petición de la oposición de "extravagante" porque, lejos de "ser una medida de integración, la iniciativa conseguiría todo lo contrario".
El Ayuntamiento de Melilla ha rechazado incluso por enésima vez que el conocimiento del tamazig puntúe en algunas oposiciones, empezando por las de policías municipales que trabajan en la calle en contacto con la población. "Sería una insensatez y una discriminación", afirmó el presidente de la ciudad, Juan José Imbroda. "Muchos bereberes desconocen el tamazig y el propio Mustafá Aberchán
[líder del partido musulmán] no lo hablaba hace unos años".
"Sería una manera de corregir una anomalía logrando que entren más bereberes en la policía local, donde hoy día representan solo el 2% frente al 15% de los efectivos en la ciudad de la Policía Nacional o de la Guardia Civil", replica Aberchán. "No es normal que haya una proporción más alta de arquitectos o abogados bereberes que de guardias municipales", se indigna.
Aún algo aletargada, la reivindicación lingüística de los musulmanes de ambas ciudades se incrementará a medida que crezca demográficamente ese colectivo y que participe más en las elecciones. Los partidos musulmanes ya cosechan hoy día más votos que el PSOE, pero menos que el PP, que capta, no obstante, un buen puñado de sufragios en esa comunidad.
No está claro, sin embargo, que el árabe ceutí o el tamazig puedan algún día, aún lejano, llegar a ser oficiales. A la debilidad o a la inexistencia de su cuerpo gramatical se añaden dificultades jurídicas. Ceuta y Melilla gozan desde 1995 de un estatuto ambiguo que las coloca a mitad de camino entre ayuntamientos y comunidades autónomas. Aunque la reforma de los estatutos está ahora en vía muerta, su aspiración es convertirse en comunidades plenas, como las del sur de España, y gestionar la educación.
El artículo 3 de la Constitución estipula que, además del español, las lenguas que tendrán carácter oficial en las diversas comunidades deben ser "españolas". Es decir, que el catalán o el euskera son "lenguas españolas", según la Carta Magna. Se supone que tienen su origen en España y que la mayoría de los que las hablan residen en ella.
"No creo que se pueda decir que el tamazig o el árabe son lenguas españolas", afirma Carlos Ruiz Miguel, catedrático de derecho constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela. "Son extranjeras aunque las hable una pequeña parte de la población española". "Su hipotética cooficialidad tiene muy difícil encaje constitucional". "El caso podría acabar en el Tribunal Constitucional", vaticina.
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