'Cance' y sus sueños

Esto ya está en marcha, que es lo que todos queríamos; y los que más, los corredores, lo aseguro. Ellos están acostumbrados a viajar, cenar, dormir y al día siguiente con el dorsal en la espalda. Y estos días aquí se hacen largos, muy largos; tanto como para que los nervios comiencen a subir a la superficie y empiecen a ser evidentes.

Esta mañana me he cogido la bici y me he ido como un corredor cualquiera a reconocer el recorrido del prólogo. Allí me he encontrado con otros corredores y eso me decían todos: a ver si esto empieza ya. Y después daban un pequeño salto en el tiempo: a ver si pasamos ya estos tres primeros días, en referencia a la etapa de mañana, la de las Ardenas y la del pavés.

De momento, el trámite del prólogo de Rotterdam ya ha pasado y, tal y como estaba previsto, la meteorología ha jugado un papel importante, pero no lo suficiente para desbaratar las previsiones de todos. O, al menos, las mías propias, más me vale no generalizar. Fabian Cancellara ganador y Tony Martin segundo, tal y como ayer yo adelantaba aquí en petit comité. No empiezo mal. Con esta fiabilidad podría dedicarme a las apuestas de modo profesional, pero, bueno, ya empezaré a fallar, que me conozco...

Si hay alguien que me ha sorprendido ha sido Armstrong, sin duda ninguna. Yo creo que ha realizado la mejor contrarreloj de su vida, entendiendo el término en referencia a esta segunda vida deportiva. Y también me han sorprendido las diferencias entre los corredores, inmensas para tratarse de este recorrido y esta distancia. Cierto es que la lluvia ha favorecido a los primeros y los últimos en salir. Entre los primeros, Martin; entre los últimos, Cance. Pero, aun así, las diferencias entre gente que se ha encontrado las mismas condiciones han sido muy grandes: 10 segundos al segundo es un mundo y 20 al tercero una exageración. La explicación es un nombre: Cancellara, con o sin motor eléctrico -y huyo del debate a propósito-, es un mito. Si alguien lo duda, es que de esto aún no ha entendido nada.

Gracias a que ha ganado un amigo, me he lanzado a debutar como periodista en la sala de prensa, así que he podido realizar mi primera pregunta al ganador de la etapa del día y líder del Tour en ese momento; en esta ocasión, por videoconferencia. Cuando he cogido el micrófono y le he felicitado por su victoria, ya he visto a Spartacus sonriendo, pero se ha comportado como un profesional y ha contestado con profesionalidad e incluso con cierta emoción en sus palabras.

Fabian, ¿cuándo será el día en el que podamos verte con ese maillot amarillo en los Campos Elíseos de París?

Y su respuesta -intentaré transcribirla correctamente porque yo, pagando la novatada, también estaba emocionado mientras me la decía- ha sido: "Todo corredor desde que comienza tienes sus sueños y, en mi caso, he conseguido que algunos de ellos se hagan realidad. Con el tiempo, algunos de los sueños que tenía se convirtieron en objetivos y lograr esos objetivos ha dado sentido a todo lo que he hecho anteriormente. Llegar de amarillo a París es un sueño que aún tengo y que aún es posible que algún día se convierta en un objetivo por el que luchar".

Gracias, Fabian; enhorabuena de nuevo y, por el bien del espectáculo, no dejes de soñar.