Una obra para salvar la historia
La Casa-Museo de Blas Infante reabre tras una inversión de dos millones
Andalucía recupera mañana la morada del considerado padre de la patria andaluza en el 125 aniversario de su nacimiento. La rehabilitación del inmueble que Blas Infante llamó Casa de la Alegría cierra un largo proceso que se consolidó a partir de 2001, cuando la Junta de Andalucía adquirió toda la finca por tres millones de euros para crear un complejo que incluye el Museo de la Autonomía, un centro de investigación de la memoria y la Casa-Museo, que será reabierta mañana. Esta última obra ha costado 2,1 millones de euros, sin contar la dotación del centro de interpretación, que ronda los 400.000 euros. La obra, de una extraordinaria dificultad, por la ruinosa situación de la vivienda y la complejidad que le confiere su valor histórico, social y político -es Bien de Interés Cultural desde 2006-, ha sido dirigida por Antonio Tejedor, arquitecto especializado en rehabilitación de patrimonio histórico y profesor en la Escuela de Arquitectura de Sevilla.
La histórica casa está situada en un alto de dos hectáreas entre las localidades sevillanas de Coria del Río y Puebla del Río. El cuerpo principal, al que llaman el castillo por las almenas del remate superior, fue construido en dos años, sin dinero suficiente y sin planos. El fusilamiento de Blas Infante el 11 de agosto de 1936 por los franquistas impidió culminar el proyecto.
La casa ha estado siempre en uso y la familia, que ha demostrado siempre un extraordinario respeto por el legado de Blas Infante, ha conseguido conservarla inalterada hasta nuestros días. Esto ha permitido recuperar los bienes del padre de la patria andaluza y disponer de claves sobre su personalidad.
Pese a los esfuerzos de los propietarios, la estructura del inmueble no corrió tanta suerte y amenazaba ruina. Esta situación hizo dudar sobre la idoneidad de mantener la casa con su estructura original. El Centro de Estudios Andaluces creó una comisión de la que formaron parte el ex presidente de la Junta José Rodríguez de la Borbolla y el arquitecto Víctor Pérez Escolano, entre otros. Finalmente, la experiencia de Tejedor en inmuebles históricos (restauró la Puerta de Córdoba en Carmona y es autor del Centro de Visitantes del Teatro Romano de Málaga, entre otros) llevó a adoptar la opción más respetuosa con el legado, pese a ser la más compleja.
En el inmueble se distinguen dos partes con objetivos distintos: el Aula Blas Infante, obra nueva que sigue fielmente la traza de las dependencias auxiliares (gallinero, cuadra y caseta del guarda), y la casa, recuperada de forma integral.
La morada que se puede ver a partir del martes es la que vivió y diseñó el propio Blas Infante. Se mantiene el zócalo de cerámica con escenas de El Quijote, el salón de las columnas, la yesería mudéjar, las inscripciones árabes, los azulejos trianeros, las pinturas murales y los arcos de herradura hispanomusulmanes. Este tipo de decoración se combina con motivos cofrades, imágenes religiosas y otros objetos de la época. Del mobiliario se conservan y vuelven a la casa elementos muy singulares, como el escritorio de Blas Infante o el sillón del despacho, que perteneció a Emilio Castelar.
El Centro de Estudios Andaluces, entidad de la que depende el complejo, ha sido dirigido mientras ha durado la obra por Alfonso Yerga y Demetrio Pérez, quien fue sustituido hace poco más de una semana por la ex secretaria general técnica de Presidencia Carmen Mejías.
El aula y el paisaje
- El elemento más singular de la rehabilitación responde al intento de recuperar de alguna manera el paisaje que vivió Blas Infante en un entorno urbanísticamente degradado. El arquitecto ha diseñado al fondo de la casa una zona denominada Aula Blas Infante, donde se han incorporado los elementos interpretativos, y una terraza, que permite la conexión visual con una pequeña pradera rodeada de chumberas, un entorno rural del que disfrutó la familia Infante.
- La sala principal incluida en el área de nueva planta está diseñada para permitir la percepción del entorno a través de una celosía de madera. El deterioro urbanístico de la zona que rodea la casa de Blas Infante se oculta con vegetación.
La rehabilitación de una ruina
- 2001. La casa de Blas Infante, cuando la Junta la adquiere (foto superior), amenaza ruina. Se han hecho obras de emergencia, pero las deficiencias en la construcción siguen causando filtraciones de agua, grietas y humedades. La grava del suelo permite que los problemas de cimentación en la casa principal no se traduzcan en un derrumbe. La zona de cobertizos presenta daños irreversibles.
- 2010. Tras una exhaustiva labor de investigación, se decide mantener las formas y alturas del inmueble existente (foto inferior), aunque algunos espacios son trasteros y cuadras. Esta decisión dificulta la obra, pero permite hacer compatible la necesaria conservación y recuperación constructiva, histórica y cultural del edificio con un uso actual.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.