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Reportaje:SUDÁFRICA 2010 | PARAGUAY

El faro de Paraguay

Martino, técnico guaraní, pretende dar un aire ofensivo a la tradicional garra de su equipo

Quebrado por la tensión, encogido sobre el banquillo, con las gafas empañadas por las lágrimas y mil sensaciones explotando en su cabeza. Así acabó Gerardo Martino de vivir la tanda de penaltis ante Japón que metía a Paraguay en los cuartos. Dicen del Tata Martino que es un tipo emotivo. La última vez que se le había visto llorar en público fue en enero, en un multitudinario acto de apoyo a Salvador Cabañas, el capitán de la selección tiroteado días antes en México.

Martino (Rosario, Argentina, 1962) había desembarcado en la selección en 2007, avalado por los títulos y el buen fútbol que presentó dirigiendo a dos clubes importantes: Libertad y Cerro Porteño. Paraguay había caído en la primera fase del Mundial 2006 colgado del larguero. Y si algo distinguía a los equipos de Martino es que no les asustaba asumir el protagonismo, ni hacer circular la pelota con pulcritud. A los cuatro meses de entrenar al Libertad, lo hizo campeón.

"La gente me va a colgar por perder, no por nacionalizar a varios argentinos"
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"No he aprendido más que unas cuantas palabras en guaraní. Eso es bueno, porque así los jugadores no tienen que encerrarse en un cuarto para putearme tranquilamente. Los extranjeros somos los que tenemos que cambiar", sentenció. Hubo unanimidad en su nombramiento como seleccionador. Ni siquiera sufrió grandes críticas cuando convocó a cuatro argentinos nacionalizados: "La gente me va a colgar por perder, no por nacionalizar". La apuesta de Martino era más arriesgada: al mito de la garra guaraní, a la querencia por el contragolpe, la estrategia y la contundencia en las áreas, Martino le sumó un inequívoco aire ofensivo. Dominó con autoridad gran parte de la fase de clasificación a Sudáfrica, con victorias sobre Brasil y Argentina. Obtuvo en Paraguay el crédito que se le negaba en Argentina, donde apenas resistió unos meses en el banquillo de Colón en 2005.

Un bagaje que contrasta con el gran reconocimiento que tuvo como jugador. Martino es el ídolo secular de Newell's Old Boys. Allí ganó tres títulos nacionales con los técnicos José Yudica y Marcelo Bielsa, al que le une una mutua corriente de admiración y amistad.

El Tata era un centrocampista con extraordinaria visión de juego. Un genial escritor rosarino, el irreductible hincha de Central, Roberto Fontanarrosa, definía a uno de sus delirantes personajes como "algo tímido para el esfuerzo". Martino coincidió varias veces con él y parecía darse por aludido: "Yo tenía mucha técnica, pero era extremadamente vago. No corría".

Tiempos en los que Newell's goleaba a Boca Juniors y desde la platea se desbordaba un cántico: "Boca no te vayas/ Boca vení/ quedáte a ver al Tata/ parece Platiní". Un talento que apenas se saboreó lejos de Argentina. Martino jugó unos meses cedido en el Tenerife en 1991.

Felipe Miñambres, actual director del Rayo Vallecano, fue compañero suyo y lo recuerda así: "Lo fichó Jorge Solari, con la intención de que su extraordinario golpeo asistiera a nuestro gran cabeceador: Rommel Fernández". Aquel ídolo argentino que no triunfó en las Canarias ahora derrama lágrimas de emoción en Sudáfrica.

Gerardo Martino, en el entrenamiento de ayer de Paraguay.
Gerardo Martino, en el entrenamiento de ayer de Paraguay.AP

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