Villa, el gran maestro del juego interior
Al último partido que jugaron España y Portugal en la fase de grupos, contra Chile y Brasil, respectivamente, solo le faltó que el público al final de ambos hubiera coreado el "que se besen, que se besen". En el de ayer ya no se besaba nadie. Los octavos de final son otra cosa. Es el Mundial de verdad. La tensión se respira en cada jugada.
España se centró en su trabajo. Los mejores centrocampistas del Mundial son suyos y ninguna selección elabora como la española. El cerrojo portugués permitía a Xavi e Iniesta llegar hasta zonas de finalización con facilidad, pero allí el último pase se atascaba. Solo era posible el disparo desde fuera del área y en esta faceta, España se multiplicó. Torres, Villa, Xabi Alonso, lo intentaron una y otra vez, convirtiendo a Eduardo en el mejor jugador de Portugal.
Es difícil encontrar equipos en este Mundial que jueguen como España
Los mundiales se ganan y se pierden en las áreas. Queiroz quería dejarse dominar y contraatacar con los velocistas de los que dispone. Cada carrera de Cristiano Ronaldo y cada incorporación de Coentrao en el primer tiempo hacía que temblaran los cimientos de La Roja. Y España por su parte se estrellaba una y otra vez con el muro de Portugal sabiendo que cualquier pérdida en el medio campo podía generar la contra mortal, pero no era el día para que eso ocurriera.
Pero aparecieron Xavi y Villa. No se sabe cómo, pero Xavi siempre está solo para recibir el balón. No hay un jugador en el mundo que interprete mejor el juego interior, tanto para distribuir como para apoyar. Pocas veces se acerca hacia la pelota, busca la posición por detrás de la línea de presión del contrario y su maniobra para encarar la defensa rival y estar en disposición de tirar el pase es insuperable. Y Villa ha llegado a Sudáfrica con el toque justo. Su aportación al equipo ha ido creciendo en cada partido y le está cogiendo gusto a su posición en el costado izquierdo. El gol es su obsesión y su premio. Interesante también fue la aportación de Llorente en los minutos que dispuso. Su envergadura es una alternativa para el juego aéreo cuando los equipos se cierran tanto como Portugal ayer.
Después del gol de Villa, España viéndose dominadora del juego y del marcador manejó el partido a su antojo. Portugal solo inquietó de lejos y no creyó de verdad en poder ni siquiera empatar. En el fondo todos esperábamos más de Cristiano Ronaldo y compañía. Este era un partido de verdad, lejos de las especulaciones de la fase de grupos y salvo algún amago de contraataque nunca le discutió a España la superioridad en el juego. A España le espera Paraguay y una ocasión inmejorable para llegar a la semifinal de un Mundial. Seguiremos opinando del sistema de Del Bosque, de si nos gusta su bigote o no, y de un montón de cosas más. Pero es difícil encontrar equipos en este Mundial que jueguen como España. Aunque no nos demos cuenta.
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