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Gran Premio de Europa en Valencia

La carrera deja a Camps orgulloso y a los vecinos, resignados

La afluencia de público al circuito ascendió a 162.000 personas en tres días

María Fabra

El júbilo fue la nota principal de las palabras del presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, una vez finalizado el Gran Premio de Europa de Fórmula 1, celebrado en Valencia. "Todos los ciudadanos de Alicante, Valencia y Castellón deben estar orgullosos de la tierra que tenemos, de su proyección y de las cosas que aquí se ponen en marcha", señaló a través de un comunicado. "Hoy la Comunidad Valenciana está en todo el mundo", añadió.

"No sabemos si la fórmula 1 coloca a la Comunidad Valenciana en el mapa del mundo, pero lo que tenemos claro es que borra a nuestro barrio del mapa municipal", opinó, por el contrario, Julio Moltó, presidente de la Asociación de Vecinos de Nazaret.

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"Eventos como la fórmula 1 significan empleo, prosperidad y bienestar", indicó Camps. "Es una pena que tras la carrera no quede nada de infraestructura y que no sepamos, del dinero público que se invierte, qué beneficios produce y a quién", mantuvo el representante vecinal.

"En nuestro barrio apenas algún edificio ha hecho negocio dejando que cuelguen anuncios, pero ni los bares ni los comercios de esta zona lo han notado de forma excepcional porque el circuito está más orientado hacia el Grau", manifestó Moltó.

La satisfacción también llegó a Valmor, la empresa que gestiona el Gran Premio de automovilismo, que, según los datos facilitados ayer, logró una afluencia de público de más de 83.000 personas que sumadas a las del sábado y el viernes suponen un total de 162.785 asistentes. Pero del circuito hacia afuera y de cerca, la "fiesta de la fórmula 1 en Valencia" se vivió de otra manera, con la constancia de muchos pisos con las persianas bajadas, en algunos casos, para tratar de evitar el estruendo de los motores de los coches, "Además, el que ha podido se ha ido. Los que no, nos hemos quedado resignados", añadió el representante de los vecinos de Nazaret.

Media hora después de las cuatro de la tarde, los alrededores del circuito presentaban el panorama propio de conclusión de cualquier evento. La mayoría había abandonado ya el Marítim, muchos de ellos andando, mientras decenas de personas, de los de credencial en el cuello, deambulaban de un lugar a otro comentando la accidentada carrera o los conocidos con los que les tocó compartir palco. A esas horas, la Malva-rosa comenzó a ser la playa de cualquier otro domingo, sin salpicaduras de gorras o camisetas rojas en otro lugar que no fuera la puerta del Balneario de Las Arenas.

Los taxis hacían su agosto y la ocupación de estos llegó a sobresaltar a algún cliente con poca paciencia. Las tiendas de productos oficiales del circuito también tuvieron trabajo extra e hicieron caja atendiendo a todos los que esperaron al último día para llevarse un recuerdo de la carrera. Muchos de ellos salieron con un paraguas bajo el brazo, quizá, para, el próximo año, protegerse del sol que ayer apretó con fuerza. Mientras, en la puerta de los aparcamientos reservados, algunos aficionados esperaban a que saliera alguno de los pilotos.

Donde más de una hora después de acabar la carrera sí quedaba gente era en las paradas de Metrovalencia, que ayer vivió otra jornada de paros, convocada desde las 11 hasta las 18 horas. Según fuentes de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana el seguimiento de los paros se limitó a un 8,84%, un porcentaje que los sindicatos elevaron al 93%.

El circuito de fórmula 1 de Valencia, momentos después de finalizar, ayer, la carrera del Gran Premio de Europa.
El circuito de fórmula 1 de Valencia, momentos después de finalizar, ayer, la carrera del Gran Premio de Europa.MÒNICA TORRES

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