"Casi todos los maquinistas hemos arrollado a alguien"
Testimonio de dos conductores de Renfe sobre Castelldefels
Los maquinistas trabajan aferrados a una esperanza: que la ley de la probabilidad sea benévola con ellos. Pero también desempeñan su labor encadenados a una estadística: casi todos tendrán que detener su locomotora para hacerse cargo de alguien que han atropellado. Por eso creen que a pesar de la brutal tragedia de Castelldefels, su compañero volverá a trabajar.
La víspera de San Juan un tren Altaris de gran velocidad arrolló a 12 personas mientras cruzaban las vías para dirigirse a una verbena en la playa en esta localidad barcelonesa. Ayer, la Generalitat confirmó esta cifra después de la meticulosa labor de ingeniería científica que han realizado los forenses y la policía científica para analizar todos los restos. De la docena de fallecidos, 11 son de origen latinoamericano y la mayoría jóvenes, además de una mujer de nacionalidad rumana cuyo nombre no fue facilitado. El viernes, la cifra manejada era de 13 fallecidos.
La Comisión del Ministerio de Fomento que investiga los accidentes ferroviarios emitió el año pasado informes de 22 atropellos mortales; el año anterior, fueron 35. Entre sus conclusiones este órgano destacaba que el 96% de los accidentes con resultado de muerte habían tenido "su causa en el comportamiento indebido de personas ajenas al ferrocarril".
Muchas imprudencias
Miguel Ángel Villahermosa y Antonio Palacios, con 20 y 35 años de experiencia "en la línea" (así se denomina a su trabajo en el argot ferroviario), podrían escribir varios tomos con historias propias y ajenas rubricadas con la temeridad o la imprudencia de los propios viajeros y otros que se cruzan en las vías; con detalles tan dramáticos y escabrosos que resultan difíciles de reproducir.
Sólo los maquinistas saben cómo debe sentirse su compañero, porque muchos de ellos un día ya sufrieron el dolor de tener que bajarse del tren para hacerse cargo de un cuerpo. "Entre las cosas que te enseñan, se encuentra el acta de retirada de cadáveres", explica Villahermosa, ferroviario de vocación."En la vida laboral de un maquinista el tener un atropello es casi nomal", añade Palacios, "yo soy la cuarta generación de ferroviarios y cuando te metes en esto ya sabes que es así, y gracias a Dios que han quitado un montón de pasos a nivel sin barreras".
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