En busca del oro de la RDA
Angela Merkel presiona para recuperar los bienes de la Alemania comunista desaparecidos entre la caída del Muro de Berlín y la unificación. Podría haber 12.000 millones de euros en juego
Sentado en su oficina en el antiguo edificio de la Reichsbank, en Berlín, Gerd Pelikan se enfrentaba a un problema de miles de millones de marcos. El muro que había dividido tanto la ciudad como Alemania acababa de caer. Pelikan, un administrador que nunca había actuado como inversor, de repente vio cómo se había volcado sobre él una responsabilidad inusual. Debía hacer desaparecer los bienes de la recientemente fallecida República Democrática Alemana (RDA) antes de que se celebraran las primeras elecciones democráticas en lo que había sido la Alemania comunista y de que los capitalistas pusieran sus manos sobre aquellos "bienes de los trabajadores". Para ello tenía poco tiempo: el Muro cayó el 9 de noviembre de 1989 y las primeras elecciones de la Alemania unificada se celebraron el 18 de marzo del año siguiente.
En menos de seis meses, el tesoro acumulado fue gastado, regalado, prestado o traspasado a fondos de pensiones
"Si Merkel lograra traer todo el dinero de la RDA, le daría enorme prestigio", afirma una diputada democristiana
La canciller alemana presiona a Suiza para que le informe. El trabajo "no está listo", alega su presidenta
Descubrir casos de corrupción en antiguos funcionarios de la RDA desacreditaría la partido La Izquierda
Durante 40 años, los ciudadanos alemanes del Este habían estado trabajando para la vanguardia de su partido. Se habían jugado la salud en las empresas públicas para asistir ahora a la desaparición de las ganancias producidas por su trabajo. Gerd Pelikan, administrador de los bienes del Partido Socialista Unificado (SED) y después del Partido del Socialismo Democrático (PDS) -el partido que sustituyó a aquel en la democracia- entre la caída del Muro y las primeras elecciones, fue el encargado de hacer que se evaporasen los ahorros acumulados por la clase trabajadora del Este.
Veinte años después, el tesoro desaparecido de la RDA es un tema de gran importancia para la actual canciller, Angela Merkel, ella misma procedente de la parte oriental del país. Sus pesquisas comenzaron hace tres años, cuando dirigió una carta al Parlamento suizo pidiéndole colaboración en la búsqueda de los bienes desaparecidos. Insistió en 2008, con ocasión de una visita oficial a Berna. Y en mayo pasado, Merkel lo reiteró. Con motivo de su encuentro con la actual presidenta de Suiza, Doris Leuthard, los periodistas volvieron a preguntar acerca de la cooperación de su país con Alemania para la caza del tesoro, pero Leuthard contestó, lacónica, que el informe prometido a Merkel "todavía no está listo".
¿A cuánto puede ascender el valor de lo que se busca? Se calcula que había alrededor de 6.200 millones de marcos del este (1.600 millones de euros) en bienes líquidos, aparcados en distintas cuentas o acumulados en billetes en el almacén número 28 del edificio que alojaba al Zentralkomitee, el comité central del partido comunista, en la actual Schlossplatz berlinesa. A esto hay que añadir una cantidad de oro de valor difícil de precisar. También pertenecían al Partido Socialista Unificado una serie de bienes inmuebles, además de las empresas controladas directamente por el partido, así como inversiones en el exterior hechas antes de la caída del Muro.
El valor total de los bienes desaparecidos (mobiliarios e inmobiliarios) no está cuantificado, y una parte quizá sea irrecuperable. Vera Lengsfeld, política berlinesa de la CDU que participó en la resistencia en la Alemania oriental e investigó sucesivamente este asunto, asegura que el valor del tesoro desaparecido es de unos 24.000 millones de marcos (12.000 millones de euros). La misma cifra maneja el historiador Hubertus Knabe, autor del libro Die Täter sind hinter uns (Los culpables están entre nosotros), que versa sobre la desaparición de los bienes de la extinta RDA.
Pero retrocedamos veinte años. Los momentos difíciles habían llegado y el tiempo empezaba a escasear. Era cuestión de unos meses: en las elecciones del 18 de marzo de 1980, lo que hasta entonces había sido el partido único perdería el poder. Según la diputada Lengsfeld, la decisión de hacer desaparecer los bienes fue tomada por un comité creado por Gregor Gysi, último presidente del SED y actual líder parlamentario de Die Linke (La Izquierda). "Gysi creó, justo después de su elección, en diciembre de 1989, un grupo con plenos poderes encargado del rescate de los bienes del partido", asegura Lengsfeld. Pelikan fue encargado de liderar el grupo y de ejecutar lo que hubiera que hacer con la fortuna del partido.
Nunca antes había logrado alguien la desaparición de tanto dinero como el PDS en sus primeras semanas de vida. En menos de seis meses, el tesoro de la RDA se esfumó; gastado, regalado, prestado o escondido en fondos de pensiones. El 1 de agosto de 1991 quedaban solamente 205,7 millones de marcos, que fueron entregados al Gobierno federal.
Una desaparición tan rápida y sin dejar huellas evidentes fue posible porque "la labor de malversación empezó cuando el SED todavía estaba en el poder y tenía a disposición todos los poderes de un Estado", asegura Lengsfeld.
La comisión para la verificación de los bienes de la RDA (UKPV en sus siglas alemanas) tardó 16 años en reconstruir parte de la estructura de los bienes de la Alemania Oriental, y en su informe final, publicado en 2006, escribió de manera muy clara: "El SED/PDS siguió una estrategia de ocultamiento de activos".
Pelikan había recibido instrucciones precisas y actuó según el guión. Personajes y empresas cercanos al partido tenían que obtener préstamos, invertirlos en sus firmas y negocios, y devolverlos en el momento oportuno bajo forma de financiaciones al partido.
La historia está documentada. La lista de los beneficiados por esas decisiones es larga. El grupo mediático EMG recibió a través de la persona de Wolfgang Wenzel, un activista socialista de Alemania del Oeste, 21 millones de marcos del Este (más de cinco millones de euros). El entonces ministro de Economía del Estado federado de Renania del Norte-Westfalia, Wolfgang Clement, que quería transformar la llanura del Ruhr en un nuevo Hollywood, recibió 100 millones de marcos del Este (alrededor de 25 millones de euros). La lista sigue con cantidades menores: Anglerparadies Chemnitz, una colonia para pescadores con camping, situada en el este de Berlín, recibió 150.000 euros; la agencia de transportes y escuela de conducción Personan-trans und Fahrschule GMBH obtuvo una ayuda de 270.000 euros... En total, la UKPV documentó que unas 160 firmas estaban vinculadas con el dinero del PDS.
Cierto día, Wolfgang Wenzel, un viejo amigo de los comunistas en el oeste del país, recibió una extravagante misión: meter en alguna parte cerca de un millón de euros. Wenzel relató a Der Spiegel que en el verano de 1990, mientras esperaba con una bolsa de plástico y su millón de euros ser atendido por uno de los muchos banqueros de Luxemburgo a los que visitó, comprendió que la cosa no era fácil. "Pensaban que era dinero de las drogas. Me dijeron: 'Pruébenos que es dinero del partido comunista'. Un funcionario secundario de la Embajada de la DDR en Luxemburgo, con los precarios medios de un papel con membrete, una firma y un timbre, bastó para certificar que era legítimo dinero comunista", relató. Este fue solo uno de los múltiples y algo caóticos intentos para evitar que el capital acumulado por los comunistas se disolviera en el capitalismo.
Un compañero de armas de Pelikan, el "director de la sección finanzas" Wolfgang Langnitschke, no ocultaba lo que sucedía. Ocho semanas antes de que se produjera la unión monetaria entre las dos Alemanias, el 7 de mayo de 1990, informó a Wolfgang Pohl, vicepresidente del PDS, de que con obtener unos préstamos relativamente altos "es posible obtener financiación para el partido y al mismo tiempo cambiar dinero con una tasa de cambio manifiestamente mejor de la que se le aplicaría directamente al PDS".
Con este mecanismo, una lista muy larga de instituciones recibieron préstamos por parte del PDS. El UKPV descubrió los papeles que documentaban estas actividades tras un registro en la sede central del partido. El descubrimiento llevó en los años noventa a una serie de juicios acerca de las financiaciones ilícitas del PDS, sin mucho resultado. El mismo Gregor Gysi fue llamado como testigo ante un tribunal de Berlín en 1995 y se negó a declarar, "para no comprometerme a mí mismo", pero aclaró brevemente que no había tenido "ningúna información sobre movimientos de dinero".
Actualmente, los entonces miembros del PDS mantienen la misma línea. Preguntado por este periódico, el portavoz de Gysi, Hendrik Thalheim, comentó el jueves pasado: "Ya hubo un enfrentamiento jurídico entre la comisión UKPV y el PDS, y en esa ocasión el PDS negó tener responsabilidad. No hay más que añadir".
Lo más difícil ha sido seguir las huellas de los bienes que fueron depositados en el exterior antes de las primeras elecciones democráticas y sucesivamente invertidos y utilizados a través de cuentas en otros países. Dieter Freund, portavoz de BVS, la comisión que se ocupa ahora de seguir los juicios originados por esta investigación, cifra en 1.700 millones de euros la cantidad recaudada hasta el 31 diciembre de 2009 por ese concepto.
Que el SED aparcó dinero en cuentas suizas no es una sorpresa. A mitad de la década de los noventa, Alexander Schalck-Golodkowski, ex jefe del departamento de Comercio Exterior de la RDA, admitió que había en Suiza entre 120 y 130 millones de francos suizos, así como otras inversiones del antiguo partido comunista alemán.
En abril pasado, un tribunal de Zúrich condenó a Bank Austria (entidad austriaca controlada por la suiza Unicredit) a pagar 240 millones de euros a la República Federal de Alemania por el caso Novum, una empresa con base en Viena que hacía negocios con el mundo occidental para la RDA, bajo la administración de Rudolphine Steindling, una mujer que hoy tiene 76 años y entonces pertenecía al partido comunista austriaco. Después de la caída del Muro, Steindling, conocida también como Fini la Roja, se encontró en una situación ambigua por la desintegración del verdadero dueño de su empresa, que era el Gobierno de la RDA. Fini la Roja transfirió el capital de su empresa a una cuenta anónima del Bank Austria en Suiza y durante años pudo utilizar aquel capital. Los problemas empezaron cuando la Treuhandanstalt, la organización de la Alemania Federal que tenía la tarea de privatizar todas las empresas de la Alemania del Este, se topó con el caso Novum, a mitad de los años noventa, y empezó a reclamar su dinero. La historia acabó en un juicio que ha durado 16 años y que acabó hace dos meses con la condena de Uni Credit, porque en los años noventa no verificó el origen de los capitales que se le habían entregado. El banco suizo fue condenado a pagar a Alemania los 128 millones de euros que representan el capital inicial, más 16 años de intereses, lo que ascendía a un importe total de 240 millones de euros.
El caso Novum es solo uno entre muchos. Actualmente, una comisión del Parlamento suizo, creada también tras las presiones de Angela Merkel, ha elaborado un informe acerca de los capitales de la RDA ocultados en sus bancos. Este es el documento que aún no ha sido entregado a la canciller y su contenido, a día de hoy, es secreto. "Suiza ha colaborado en algunos casos con las autoridades alemanas proporcionando la información requerida. En otros casos no pudo recopilar la información", explica Adrian Sollberger, portavoz del departamento federal suizo de Asuntos Exteriores, quien lo justifica por la "labor considerable" que ha sido preciso efectuar "debido al tiempo pasado desde el momento de las aperturas de las cuentas, los cierres y las transacciones que debían ser investigadas".
La cuestión del dinero desaparecido de la RDA resulta particularmente importante para los ciudadanos del este de Alemania que se identifican con la canciller Merkel. "Si Merkel lograra traer de vuelta a Alemania todo el dinero de la RDA, esto le daría enorme prestigio", explica Lengsfeld sobre las razones de su jefa y compañera de partido. Pero no son las únicas razones. Para la canciller, descubrir casos de corrupción dentro del PDS, de antiguos funcionarios de la República Democrática Alemana, sería un golpe decisivo para desacreditar a un partido que cada vez crece más en la parte occidental de Alemania, como es La Izquierda.
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