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Un atentado contra un autobús militar causa cinco muertos en Estambul

Un grupo armado separatista kurdo se atribuye la colocación de la bomba

La explosión de una bomba en las afueras de Estambul al paso de un autobús que transportaba a militares y a sus familiares causó ayer al menos cinco muertos y una decena de heridos. Un día después de que el Ejército turco intensificara sus operaciones contra la guerrilla separatista del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en la frontera de Irak, el atentado se cobró la vida de tres sargentos, un soldado y una muchacha de 17 años, hija de un militar, según informó el gobernador de la provincia de Estambul, Husein Avni Mutlu.

El artefacto, oculto en la calzada y que fue activado a distancia, estalló sobre las 7.45 (una hora menos en la España peninsular) al paso del vehículo, el último de una caravana de tres, cerca de una zona residencial de militares en el distrito de Halkali, en la parte europea de Estambul. Las televisiones turcas mostraron imágenes del autobús, con los cristales rotos y grandes desperfectos, así como de las ambulancias y el perímetro de seguridad establecido por las fuerzas de seguridad.

Un grupo armado llamado Halcones de la Libertad del Kurdistán, estrechamente vinculado al PKK, se atribuyó la responsabilidad del atentado en un comunicado en el que acusaba a las Fuerzas Armadas turcas de haber utilizado en el pasado a civiles como "escudos humanos". El PKK parece intentar trasladar sus ataques desde el sureste de Anatolia a las grandes ciudades del oeste de Turquía, después de que unidades de élite del Ejército turco se hayan desplegado en la frontera con Irak para combatir a la guerrilla separatista kurda. El PKK, que ha roto un alto el fuego que mantenía desde hace un año, ha matado a 50 militares turcos en los dos últimos meses en varios puntos del país. La intensificación de las incursiones contra instalaciones militares en el sureste de Turquía causaron la muerte de 12 soldados el pasado fin de semana.

En 2008, 10.000 soldados turcos lanzaron la mayor operación de castigo contra la guerrilla desde 1997, con una incursión de hasta 25 kilómetros en el norte iraquí.

Más de 40.000 personas han muerto en choques armados entre las fuerzas de seguridad y el PKK desde 1984, cuando la guerrilla separatista se alzó en armas contra el poder central de Ankara.

"No hay ninguna salida pacífica para la cuestión kurda sin reconocimiento de los derechos del pueblo kurdo", aseguraba hace un mes ante un grupo de periodistas europeos en el Parlamento de Ankara Sebahat Tuncel, diputada del Partido por la Paz y la Democracia (BDP), para dar a entender que el diálogo entre el Gobierno del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y el nacionalismo radical kurdo ya estaba irremediablemente roto.

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El Gobierno de Erdogan puso en marcha la llamada "apertura democrática": un programa de descentralización para el sureste de Anatolia y de reconocimiento de la identidad cultural kurda. Pero la intervención del Ejército turco en el norte de Irak dio al traste un año después con el proceso de apertura.

Erdogan se ha limitado a ofrecer un canal de televisión estatal en lengua kurda, más folclórico que identitario, y a hacer vagas promesas a los diputados nacionalistas para que siguieran apoyando el programa de reforma constitucional del Gobierno. Parece demasiado poco para los 15 millones de kurdos de Turquía, que observan con evidente envidia cómo sus "hermanos" del norte de Irak han consolidado el autogobierno en un Estado federal tras el derrocamiento de Sadam Husein.

Agentes de la policía científica turca inspeccionan el autobús afectado por la explosión de una bomba en Estambul.
Agentes de la policía científica turca inspeccionan el autobús afectado por la explosión de una bomba en Estambul.REUTERS

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