El Círculo, sede por un día de artistas callejeros y trasnochadores
La espontaneidad de intérpretes de plazas y vías en 'Las noches bárbaras'
Ritmos pausados de música cubana, el seco y excitante pulso de una banda de swing gitano, el toque japonés... las calles de Madrid están llenas de melodías y canciones. Ayer, los responsables de estas propuestas atrevidas y a veces difícilmente clasificables ocuparon varias salas del Círculo de Bellas Artes. En la puerta, un grupo de jóvenes charla, atraídos por la promesa de una buena sesión de funk-ska a cargo de Ministers del Ronsteady, que llenaron el salón de baile.
La responsable de esto es Carmen Vela, que lleva un programa en radio Círculo en el que los músicos callejeros tienen un hueco para mostrar lo que hacen. El festival, que se hace coincidir por primera vez con el Día de la Música, va ya por su sexta convocatoria y toma su nombre de la emisión de Vela, Las noches bárbaras. "Los mejores sitios suelen estar en el centro. Plaza Mayor, Santa Anta, Calle Postas..." enumera ella misma. "Todos los músicos que actúan hoy, salvo Club Era, que son húngaros, los he conocido en la calle. Este año noto que hay mucha mezcla en los grupos, a veces hasta de cuatro o cinco países".
Mientras en el vestíbulo empieza la sosegante música del coro de Ladinamo y el Patio Maravillas, en el salón de baile los Yeric et Les Pompepettes en Folie tiran de versiones swing para animar al personal. Ya se ven los primeros vasos de cerveza, la gente deambula de un lado a otro. En la pequeña sala de María Zambrano, acogedoras cadencias como la fusión brasileña de Douglas Aguiar hacen que algunos tomen asiento. Afuera, todo el mundo está pendiente de que la selección española marque el segundo gol a Honduras. Aquí, el variopinto público prefiere subirse a la azotea para disfrutar de la vista. En el escenario, evocadoras y minimalistas melodías terminan de descolocar a la gente, que se acerca ordenadamente a la barra. El brasileño Douglas Aguiar ya no frecuenta la calle, pero viene. "Un lunes, y hay tanta gente... para que luego digan que no hay interés", comenta mientras recoge.
Hoy no se trata de arrancar una moneda, tan sólo sonrisas; así que la noche salió perfecta para los músicos y el público. Y claro, para La Roja.
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