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Crónica:ITALIA 1 - NUEVA ZELANDA 1 | SUDÁFRICA 2010
Crónica
Texto informativo con interpretación

Italia, por los suelos

Nueva Zelanda logra su hazaña particular al empatar contra la campeona

A pocos kilómetros del parque nacional Kruger, uno de los mayores de África, una pandilla de neozelandeses vestidos completamente de blanco (All Whites) consiguió la mayor hazaña de la historia de su fútbol: empatar ante Italia. Lo hicieron de manera brusca, con sus cuerpos fornidos y atléticos de jugadores de rugby y su escaso tacto con el balón en los pies. Pero les sirvió para igualar a la peor Italia de los últimos 44 años, cuando sufrió aquella humillante derrota ante Corea del Norte en el Mundial de Inglaterra 1966. En el estadio de Nelspruit, los aficionados kiwis se despojaron de las camisetas y, a pecho descubierto, desafiaron el invierno sudafricano y festejaron el empate como algo irrepetible. Los italianos se marcharon con la sensación de haber caído en un abismo. Al igual que Inglaterra, Italia se superó a sí misma y jugó mucho peor el segundo partido que el primero, que ya fue deficiente y que saldó con otro empate ante Paraguay.

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La selección de Lippi se complica la vida y deberá ganar o, al menos, empatar el jueves con Eslovaquia y esperar a ver qué sucede con Nueva Zelanda y Paraguay. A los All Whites, cuyo objetivo era sumar un punto en esta Copa del Mundo, se les abre la posibilidad de clasificarse por primera vez para los octavos.

¿Dónde están Del Piero, Totti, Cassano y Miccoli? Tiene más talento un Totti panzón y treintañero que los 23 elegidos por Lippi. Con la excepción de Montolivo, autor de dos grandes disparos cruzados desde fuera del área: uno al poste y el otro repelido por el portero Paston en su estirada.

Italia ya no asusta ni en la defensa ni en el ataque. En dos partidos ha recibido dos goles en acciones a balón parado. Ante Paraguay, Alcaraz superó en el salto a los defensas y cabeceó a gol. Ayer, Smeltz aprovechó que Cannavaro había amortiguado el balón con una rodilla y se lo había dejado en bandeja para rematar. Claro que Smeltz estaba en clarísimo fuera de juego. Nada pudo hacer Marchetti en su estreno como titular en vez del lesionado Buffon. Los árbitros no anduvieron finos y volverían a equivocarse más tarde, esta vez a favor de los azzurri: un ligerísimo agarrón de Smith a De Rossi que el italiano exageró tirándose al suelo propició el penalti que transformó Iaquinta.

Los All Whites celebraron su gol, en el minuto 7, como una gesta. Y a continuación se replegaron para defenderla con uñas y dientes. También con los codazos del grandullón Fallon, un target man que se cargó a golpes a Cannavaro y Chiellini.

Salvo cuando pasa por Montolivo, Italia tiene serios problemas con el balón. De Rossi es un pasador limitado, Marchisio se esconde y Pepe no es más que un aspirante a extremo. La pareja de delanteros, Iaquinta y Gilardino, es claramente incompetente. Y eso que Lippi ha intentado acomodarlos. Al segundo día, el seleccionador azzurro abandonó la idea del 4-3-3 y pasó a un 4-4-2 para que Iaquinta se juntara a Gilardino y se sintieran más acompañados. Pero el resultado fue el mismo. La misma falta de profundidad, de precisión en los pases y, en definitiva, de talento.

Descontento con la pésima primera parte, Lippi reaccionó con dos cambios: entraron Camoranesi y Di Natale por Pepe y Gilardino. El ritmo de Italia, sin embargo, siguió igual de mortecino. De modo que el seleccionador italiano empleó la tercera bala que le quedaba: Pazzini en vez del inadvertido Marchisio. Sin resultados.

Nueva Zelanda empezó a creer realmente en el empate conforme avanzaba la segunda parte y observaba que el actual campeón le inquietaba poco. Los kiwis incluso se permitieron alguna alegría inesperada: Wood plantó a Cannavaro al borde del área y su disparo cruzado, con la izquierda. rozó el poste de Marchetti.

"Si Corea del Norte pudo vencer a Italia en 1966, nosotros también podemos", había advertido, sin que nadie le creyera, el técnico de Nueva Zelanda, Riccki Herbert. Poco a poco, sus jugadores, el público y hasta los italianos empezaron a creerlo. Con esa mezcla de jugadores veteranos pasados de rosca (Cannavaro y Zambrotta a la cabeza), jóvenes sin espíritu (Marchisio) y experimentados sin talento (Gilardino y Iaquinta), Italia fue humillada por unos rocosos neozelandeses que aspiraban a no ser goleados.

De izquierda a derecha, Pazzini, Camoranesi, De Rossi y Di Natale al final del encuentro.
De izquierda a derecha, Pazzini, Camoranesi, De Rossi y Di Natale al final del encuentro.ASSOCIATED PRESS

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